Despertar

Se quedó de piedra, miró de cerca el colgante y se me quedó mirando ante mi comentario de que pudiera hacer lo que quisiera con las fotos a lo que negó con la cabeza, pensé que quería dejarlo tal y como estaba tras sonreir.

-Fabrizzo... No sé qué decir... -dijo consternada.

-No tienes que decir nada, solo deja que te la ponga y acéptala...

Se levantó y se apartó los cabellos hacia un lado para dejarme campo libre y me dio la espalda, tenía una preciosa espalda, no me había dado tiempo a mirársela, así que aparté un poco más el camisón parar mirársela.

-Qué espalda más bonita, Sez...

Luego dejé caer el colgante por delante de su cuello y lo abroché por detrás, pero cuando lo abroché comencé a acariciarle la espalda con sensualidad.

-No tienes que agradecerme nada -dije apoyando mi cabeza en su hombro y seguía acariciando su espalda- aunque parezca un poco egoista, lo he hecho por mí, quería tener algo que me recordara a mi madre y muerto en una caja no servía, espero que te guste...

Me quedé un rato en esa posición, besándola el cuello y el hombro mientras seguía acariciándole la espalda con una mano y con la otra la agarraba de la cintura por delante.

-No quiero que acabe nunca este sueño perfecto.

Tras decir eso dejé de acariciarla y la abracé con ambos brazos sin dejar de apoyarme en su hombro aunque cerré los ojos para disfrutar más.

-Te quiero...

La griega sonrió cuando Fabrizzo le comentó que tenía una espalda muy bonita. Seguidamente sentía su cuello ligeramente más pesado, y es que el italiano le había colocado ya el hermoso colgante. Acarició su espalda sensualmente mientras le hablaba.

- No tienes que agradecerme nada. Aunque parezca un poco egoista, lo he hecho por mí, quería tener algo que me recordara a mi madre y muerto en una caja no servía, espero que te guste...

Sez sonrió, aunque él no pudiera verla pues estaba dándole la espalda. Comenzó a besarla entonces por el cuello y el hombro sin dejar de acariciar su espalda y cogiéndola de la cintura con su otra mano.

- Me encanta, es precioso. Gracias. - le respondió en un dulce susurro.

La abrazó tras volver a dirigirse a ella, apoyando su barbilla sobre su hombro. Sez acarició el brazo con el que el chico la abrazaba por delante mientras volvía a esbozar una sonrisa tras escuchar ese "te quiero" que se escapó de los labios de su amado.

- Yo también te quiero.

Cerró los ojos para disfrutar con plenitud de aquel emotivo y reconfortante momento.

-Me encanta -dijo- es precioso. Gracias.

Me gustó que a pesar de haberle dicho la verdad le gustase el colgante, era muy importante para mí y me encantaba que lo llevase puesto. Cuando la abracé comenzó a acariciarme el brazo y respondió a mi "te quiero".

-Yo también te quiero.

Me estaba empezando a parecer una relación demasiado romántica, pero es que no podía evitarlo, además no estaba nada mal, pese a lo que pudiera pensar ella y a que ninguno de los dos estábamos acostumbrados... parece que solo habíamos vivido a base de relaciones sexuales esporádicas, pare ser sincero lo más largo que había tenido a una chica fueron 36 horas...

Así que era para los dos nuestra primera relación seria y en mi caso yo era el que mostraba sus sentimientos sin problema mientras que a ella le costaba un poquito más y se los tenía que sacar con el sacacorchos, aún tenía que descubrir por qué.

-Sez, estoy buscándote... -hice una pausa- quiero conocerte... déjame saber de ti... -volví a hacer una pausa y esta vez hablé tan bajo que a penas se podía oir- no sabes cuanto me duele que mi mayor enemigo sepa más de ti que yo...

[FDI: ¿Por qué das por sentado que esta es la primera relación seria de Sez? No es así ^^"]
[DDI:]

- Sez, estoy buscándote... Quiero conocerte... Déjame saber de ti... - le dijo de pronto.

No supo a qué se refería exactamente con aquello. ¿Que la estaba buscando? ¿Saber de ella? Si esperaba que le contase toda su vida...

- Fabrizzo, no me gusta hablar del pasado, mucho menos del mío. - comenzó a explicarle con sinceridad - No es que quiera olvidarlo ni mucho menos, pero tampoco quiero recordarlo. El pasado, pisado. Soy de las que piensan que hay que seguir hacia adelante y regirse por el presente, pensando en el futuro.

Suspiró y se giró lentamente hacia él, quedando así de frente. Posó una mano sobre su mejilla y le miró con seriedad.

- No es que no confíe en ti o no quiera contártelo, es que me parece innecesario. - le recalcó.

- Fabrizzo, no me gusta hablar del pasado, mucho menos del mío. - estaba muy seria, tenía razón en que no debía de haberla preguntado - No es que quiera olvidarlo ni mucho menos, pero tampoco quiero recordarlo. El pasado, pisado. Soy de las que piensan que hay que seguir hacia adelante y regirse por el presente, pensando en el futuro.

Suspiré y ella también mientras se daba la vuelta, no solo había estropeado el momento si no que había abierto heridas cerradas, maldito Argonar... cada día le odiaba más... me acarició la mejilla mientras me seguía mirando con más seriedad, en ese momento deseé con todas mis fuerzas quitarle la piedra y retroceder unos segundos.

- No es que no confíe en ti o no quiera contártelo, es que me parece innecesario.

Suspiré y cogí otra vez fuerzas para hablar.

-Quizá no pensemos en todo igual, pero... el pasado nos marca, si yo soy así en el presente es por lo que me ha ocurrido en el pasado, y me hubiese gustado saber porque eras así tú -lo siguiente solo pude pensarlo, no tuve huevos a decirlo "¿por qué me odiste durante tanto tiempo?" "¿qué coño hizo tu padre contigo?" "¿tienes madre?" tenía tantas preguntas...- no sé porque te amo, ni siquiera te conozco... qué irónico -sonreí tristemente- solo quiero saber de quien me he enamorado... -bajé la cabeza penosamente, quizá la estaba fastidiano, pero era triste estar al lado de una desconocida por mucho que la quisiera.

La conocía desde hace más de un año, pero la manera en la que nos habíamos conocido, ella lo dijo bien ayer... "yo nunca he hecho nada para que te enamoraras de mí", estaba confuso... daría mi vida por ella y solo sé que sabe hablar italiano e inglés, que odia a su familia, que vive sola en Atenas y que quiere destruir las piedras...

A Sez se le encogió el corazón ligeramente al escuchar a Fabrizzo. Sabía cómo se sentía y, en parte, sabía que tenía razón. Cuando bajó la cabeza, ella rápidamente posó su mano bajo su mentón para hacer que la subiera de nuevo. Una vez lo hizo, le sonrió.

- Está bien. Pregunta lo que quieras, te responderé a todo lo que desees saber.

No le gustaba hablar de su pasado, pero cierto era que el italiano no tenía prácticamente información sobre ella y eso, tratándose de dos personas que están juntas, no es ni normal ni aconsejable.

Me cogió del mentón mientras pensaba y me hizo mirarla.

- Está bien. Pregunta lo que quieras, te responderé a todo lo que desees saber.

¿Lo decía en serio? Sí, podía verlo en sus ojos, ¿que le habría hecho cambiar de opinión? Mi carita de pena fijo... aunque supongo que yo tenía razón en el fondo, no sabía nada de ella y se supone que estábamos empezando algo serio.

Aunque ahora no sabía qué preguntarla, las preguntas que tenía pensadas eran muy brutas y no quería incomodarla, sin embargo era necesario, tenía que saber que la había hecho llegar a como estaba.

- ¿Qué...? -tragué saliva- ¿...qué hizo exactamente tu padre... para que le odiaras? Es decir porque le abandonaste y te llevaste la piedra...

Esperé su respuesta e hice la siguiente.

- ¿Tu madre también estaba metida en el ajo?

Volví a repetir la acción.

- Y solo una más... ¿Por... por qué...? -cogí fuerzas- ¿Solo me odiabas por que yo quería reunir las piedras o había algo más?

Una vez contestó a todas, medité, no quería sacar el tema a relucir, lo hecho, hecho estaba, por mucho que lo sacase a relucir no iba a cambiar, me había dejado todo claro... quería devolverle el favor.

-Yo... -me di la vuelta y comencé a andar hacia la pared- durante mi estancia en la prisión... conocí a una chica... ella... ella evitó que me volviera loco, incluso a pesar de no dejar de pensar en ti, ella consiguió que todo el dolor de la soledad y la pérdida se aliviaran... pensé... pensé que nunca volvería a verte, que me quedaría en esa prisión para toda la vida... así que me apoyé en ella... me apoyé tanto que nos llegamos a enamorar... pero justo cuando íbamos a escapar de la prisión, cuando pensé que tú nunca me llegarías a amar, que no podía vivir en una fantasía toda mi vida y acepté que ella era con quien tenía que estar... ella... ella... murió... dio su vida para que yo saliera de allí... cuando nos encontramoa ayer por la noche... yo ya no tenía esperanza de ser feliz... -empecé a llorar ligeramente, sentía que la había traicionado- pensé que a ti nunca te había conseguido y que la única que me había querido se había ido... y entonces... me dijiste que me amabas... lo siento, Sez... yo... nunca quise traicionarte... solo... pensé... -puse una mano en la pared intentando aguantar todo el peso que se me había caído de repente encima mía- si te cuento esto... es porque creo que tienes derecho a saberlo... no quiero que haya secretos entre los dos...

Fabrizzo accedió y comenzó a hacerle preguntas, que Sez estaba fervientemente dispuesta a responder.

- ¿Qué...? ¿Qué hizo exactamente tu padre... para que le odiaras? Es decir, ¿por qué le abandonaste y te llevaste la piedra?

Recordaba muy bien aquel fatídico día en que huyó de su propia casa a media noche, ayudada por su maestro quien compartía su opinión y creencia sobre las piedras. Fue quizá más gracias a él que supo toda la verdad y logró escapar de la codicia que abrazaba a su familia.

- Porque me enteré de que quería reunir todas las piedras para sí mismo, y eso no podía permitirlo. Me propuse acabar con esa codicia que rodea a los stoners e incluso a los que no lo son. Y la única forma de acabar con eso es destruyendo todas las piedras.

- ¿Tu madre también estaba metida en el ajo? - preguntó luego.

Suspiró. Su madre... Era la única a la que añoraba de verdad.

- Sí... Aunque sé que no es del todo lo que quiere; más que nada accedió por no llevarle la contraria a mi padre.

Eso lo sabía muy bien; su madre era incapaz de discutir o rebatirle nada a Jansen. Quizá por amor, quizá por miedo. Pero no la culpaba por ello.

- Y solo una más... ¿Por... por qué...? ¿Sólo me odiabas por que yo quería reunir las piedras o había algo más?

Sez suspiró, abatida.

- ¿Cómo tengo que decirte que nunca te he odiado? Simplemente te interponías en mi camino, no podía estrechar lazos contigo porque eras mi... Enemigo.

Cuando respondió a todas sus preguntas, ciertamente, se sintió mejor. Ahora el italiano sabía más de ella y, esperaba, eso fortalecería la relación. De pronto, Fabrizzo comenzó a hablar mientras se giraba y caminaba hacia la pared.

- Yo... Durante mi estancia en la prisión... Conocí a una chica...

Nada más escuchar esa frase, sintió su corazón encogerse levemente. ¿Una chica? Una extraña sensación la invadió. ¿Celos? Lo cierto era que sí, se sintió terriblemente celosa de aquella supuesta chica.

- ... Me apoyé tanto que nos llegamos a enamorar...

Aquella sentencia hizo que sintiese una fuerte punzada en el corazón. ¿Enamorados? ¿Iban a escapar juntos? Entonces, ¿si ella no hubiese muerto él se hubiera marchado con ella? Y, lo más importante, ¿por qué acudió a verla después de aquello si amaba a otra mujer? Toda su historia provocó en ella una sensación de desolación y tristeza. ¿Se había convertido en un segundo plato?

- Si amabas a otra, ¿por qué viniste a mí? - le preguntó con seriedad pero sin mirarle.

No podía soportar la idea de que hubiese vuelto con ella por despecho o tristeza, simplemente para refugiarse en alguien, no porque realmente la quisiera.

- Y no me vengas con el cuento de que siempre me has querido. - le espetó antes de que pudiera decir nada. Notaba cómo la rabia se iba acumulando en su interior - No puedes enamorarte un día y desenamorarte al día siguiente, así que, dime... ¿Por qué me decías que me amabas cuando tu corazón pertenece a esa otra mujer?

Estaba a punto de comenzar a llorar, pero centró todas sus fuerzas en no hacerlo. No quería llorar delante de él. De modo que acabó desviando la vista nuevamente, incluso girándose para darle la espalda al italiano.

- Si amabas a otra, ¿por qué viniste a mí? Y no me vengas con el cuento de que siempre me has querido. No puedes enamorarte un día y desenamorarte al día siguiente, así que, dime... ¿Por qué me decías que me amabas cuando tu corazón pertenece a esa otra mujer?

Seguía llorando, aunque no se me notaba, no quería que me viese, no quería que me perdonase por piedad, no quería... no quería... tantas cosas... en ese momento solo deseaba irme y dejarla en paz, quizá había conseguido finalmente que me odiase y así una vez más Fabrizzo se quedaría solo... solo pero sin hacer daño a nadie... nadie a quien qusiera.

-Nunca volví con la intención de volver a darte la paliza de que te amaba, de hecho en toda esa noche solo lo dije para alejarte de mí, sabía que sería cuestión de tiempo que te dieras tiempo de que en realidad soy un fraude... Solo quería sentir que a alguien le importaba mi regreso... Nunca volví para conquistarte... De hecho fuiste tú la que me dijiste que me amabas -se me escapó una sonrisa de mi boca- ¿cómo iba a poder imaginar yo que me amabas? Todo este tiempo... solo quería olvidarte para que mi corazón no sufriera más por ti...

No más excusas... ¡no más excusas! Da igual que se lo explicara... volvería a cagarla una y otra vez y la haría daño... pero... la quería... no quería abandonarla ahora que ella también me quería a mí...

-No se trata de enamorarse y desenamorarse... solo te substituí... era la oportunidad para dejarte en paz y que mi corazón no se muriese de desilusión... nunca dejé de amarte, solo me hice creer a mí mismo que tú ya no ibas a volver, si tú ya no estabas ya todo daba igual... -las lágrimas cada vez eran más difíciles de contener, no quería abandonarla... solo me quedaba un as en la manga- Por favor, Sez... no me hagas tener que decir más excusas, me da igual que pienses que son verdad o no... solo dime que es lo que has sentido este día que he estado contigo... ¿de verdad has llegado a pensar que mi amor era falso? Si es así me iré y ya no te molestaré más en mi vida...

Si me decía que sí, significaba que me había vuelto loco, que ya no discernía entre lo que decía mi mente y lo que decía yo... que mis recuerdos de Sez y de Virginia se habían mezclado y que ya no sabía a quien quería de verdad... ¿qué demonios me estaba ocurriendo? Solo importaba el presente, eso me lo dijo ella, y ahora... en este momento... solo me importaba ella... fue ella la que dijo que lo pasadao, pisado... no entendía nada... Exploté en lágrimas.

-Será mejor que me vaya... -dije todo lo tranquilo que podía estar- solo llevamos saliendo un día y te he hecho llorar más veces que en mi vida... -cogí fuerzas y aire para soltar lo siguiente mientras suspiraba por la falta de aire de los sollozos- No quiero estar contigo si solo voy a causarte daño.

No había sido buena idea decírselo, pero era mejor así, que se lo contase ahora y todo fuera mucho más rápido y suave a esperar y que se enterara ella sola y fuese peor, no me había sentido tan aliviado pero tan triste a la vez en toda mi vida, al menos el agobio y la presión habían desaparecido, me sentía igual de confuso pero menos tenso, me acerqué al sofá para coger los zapatos con una mano y la chaqueta con la otra, ese fue el intervalo de tiempo que deje para que me respondiera, si no lo hacía, me iría y la dejaría en paz el resto de su vida.

Sin dejar de darle la espalda al italiano, Sez escuchó todas y cada una de sus palabras. ¿Que era un fraude? ¿A qué se refería? ¿Sustituirle? Pues qué fácil le había resultado sustituirla por otra mujer... Aunque, debía reconocer que una parte de ella le entendía, y eso le hacía más daño aún.

- Por favor, Sez... no me hagas tener que decir más excusas, me da igual que pienses que son verdad o no... solo dime que es lo que has sentido este día que he estado contigo... ¿de verdad has llegado a pensar que mi amor era falso? Si es así me iré y ya no te molestaré más en mi vida...

Esa pregunta la respondió la chica en su cabeza, mientras alzaba su vista hacia el techo del salón como si así pudiese evitar que las lágrimas se precipitasen de sus ojos; no tardó en darse cuenta de que no podía evitar que por sus mejillas corrieran gotas de agua salada que salían de sus orbes como si fueran cascadas. Fabrizzo continuó hablando, para decir que mejor se marchaba de su casa, y que no quería estar con ella para hacerla sufrir como en ese momento. Escuchó el ruido en el sofá de sus movimientos, probablemente estaría recogiendo sus cosas para marcharse.

- No... - respondió a su pregunta.

Pero no podía afrontar lo que había dicho, explicarle que, en parte, entendía su sufrimiento y la manera que tuvo de pensar. No tenía fuerzas para afrontar el hecho de que podría haberlo perdido por culpa de su tozudez, de que le había hecho sufrir tanto sin proponérselo, de que él había tratado de olvidarla refugiándose en otra mujer... Se dio la vuelta rápidamente para que no la viera llorar y se fue pasillo adentro, quedándose apoyada en la pared a los pocos metros para luego acabar deslizándose por ésta y acabar sentada con sus brazos rodeando sus piernas y la cabeza enterrada en sus rodillas; dejando, ahora sí, que sus ojos y su corazón llorasen todo lo que quisieran llorar.

Justo en el momento en que me levantaba de coger los zapatos y la chaqueta ella dijo un único monosílabo.

-No...

Pero... ¿no, qué? Esa palabra la había dicho después de que la dijera que me quería ir para no hacerla más daño, pero entonces se fue hacia al pasillo y desapareció tras la pared. No sabía como tomarme eso, se había ido sin dar explicación, solo respondiendo con un monosílabo que no sabía ni siquiera que significaba, quería pararla, decirla que volviese y que me dijera que quería de verdad... no me había dicho nada, pero seguro que la hacía llorar otra vez, y otra... y otra...

Esa era la oportunidad, la que tanto había pedido para salir de su vida y aunque me partiese el corazón no iba a desaprovecharla, ya había dejado de llorar, la reacción de Sez me había sorprendido bastante y los ojos ya no me daban para más, no quería vivir con mentiras, ella me había abierto su vida y yo solo quería hacer lo mismo... incluso aunque hubiese acabado así, nunca me arrepentiría de habérselo contado.

Esbocé una triste sonrisa mientras terminaba de incorporarme de coger los zapatos y la chaqueta, y durante un segundo mi mente hizo un boceto de los pocos momentos pero inolvidables que habíamos pasado ese último día, y nada me iba a hacer más feliz en mi vida, quizá ya estaba muy lejos, en su habitación tratando de olvidarme o en la ducha despejándose de lo ocurrido, de cualquier manera yo hablé sin saber que tan solo estaba a unos metros de mí y me iba a escuchar.

-Adiós, Sez... yo nunca te olvidaré... siento que esto haya tenido que pasar de esta manera...

Bajé la vista y me di la vuelta para echar un último vistazo a su casa, me estaba prometiendo en eso momento no volver a pisar ese sitio.

Sez sólo alzó la cabeza una vez, y fue tras escuchar a Fabrizzo hablar.

- Adiós, Sez... yo nunca te olvidaré... siento que esto haya tenido que pasar de esta manera...

Lo había dicho en voz alta, pero daba la impresión de no saber que ella lo escucharía, sonaba más como un pensamiento que se escapa de los labios sin quererlo. La chica volvió a enterrar su cabeza y siguió llorando desconsoladamente. Una parte de ella quería retenerle, decirle que a pesar de todo ella seguía queriéndole... Pero la otra parte que quería alejarse de él y reflexionar era mayoritaria. No podía afrontar aquella situación, al menos no en ese momento. Así que permaneció allí, esperando a que la invadiera la sensación de estar por fin sola en aquella casa.

Iba a irme... tenía que irme... quería irme... pero... no podía irme... era como si mi piedra no funcionara, como si tuviese consciencia propia y no me dejara irme de esa manera, no podía dejarla así... yo nunca he querido hacerla daño, yo no me busqué esto, pasó porque tengo mala suerte...

-Te quiero... nunca antes había querido a nadie como te quiero a ti... -parecía un estúpido hablando solo- ¿por qué demonios le sigo hablando a las paredes? Debería ir y decírselo a ella... y si me rechaza pues que lo haga... pero no me iré sin una respuesta clara...

Me dirigí al pasillo por donde se fue, no sin antes volver a dejar los zapatos en el suelo y la chaqueta en el sillón, y cuando giré la esquina. ¡Pum! Tropecé con algo y me metí un leñazo contra el suelo, puse las manos en el suelo a tiempo, pero las rodillas golpearon con fuerza el suelo.

-Ay... ¿que dem...? -me di la vuelta sobre mis manos para quedarme sentado y vi a Sez al otro lado del pasillo sentada contra la pared, había tropezado con ella, me quedé inmóvil sin saber que decirla o hacer, era una situación embarazosa, no había imaginado que estaba tan cerca, me había podido oír.

Me levanté lentamente para quedarme sentado en la pared en frente de Sez, no quería mirarla a los ojos, era embarazoso después de lo que había pasado, así que uní mis rodillas y puse mis brazos encima para hundir mi cabeza entre ellos, dejé un espacio entre las piernas para que mis ojos viesen el suelo y mi voz se escuchara perfectamente.

-No sé si arreglará algo pero... -cogí aire de nuevo- no llegó a pasar nada entre ella y yo... ella nunca se lanzó, supongo que se imaginaría que nunca podría competir contigo... y yo tampoco me lancé porque siempre estabas en mi mente... pasábamos las horas hablando y compartiendo la soledad, era mucho menos doloroso así... Sez, esos pocos segundos en que has desaparecido han sido los peores de mi vida... no sé vivir sin ti, Sez... no me dejes...

- Te quiero... nunca antes había querido a nadie como te quiero a ti... ¿Por qué demonios le sigo hablando a las paredes? Debería ir y decírselo a ella... y si me rechaza pues que lo haga... pero no me iré sin una respuesta clara... - escuchó decir a Fabrizzo.

Antes de que Sez pudiera reaccionar, el italiano ya había entrado al pasillo, no tardando en tropezarse con ella puesto que la penumbra le había impedido verla. Él se quejó en voz alta y ella en silencio, pues también le había dolido el golpe. Iba a pedirle disculpas, pero no era capaz de articular palabra alguna. Fabrizzo se sentó en la pared frente a ella y se colocó de la misma manera, comenzando a hablarle luego.

- No sé si arreglará algo pero... No llegó a pasar nada entre ella y yo... ella nunca se lanzó, supongo que se imaginaría que nunca podría competir contigo... y yo tampoco me lancé porque siempre estabas en mi mente... pasábamos las horas hablando y compartiendo la soledad, era mucho menos doloroso así... Sez, esos pocos segundos en que has desaparecido han sido los peores de mi vida... no sé vivir sin ti, Sez... no me dejes...

No levantó la cabeza mientras él habló, pero lloró con más intensidad al escucharle y su corazón se encogió muchísimo más. Sus sollozos eran silenciosos, lo cual los hacía más dolorosos, pero no quería que Fabrizzo la viera así. Comenzó entonces a repetir cada una de sus palabras en su cabeza, de principio a fin y analizándolas cuidadosamente. Llegó a la conclusión, teniendo en cuenta el tremendo amor que le había demostrado en tan poco tiempo, que aquella mujer fue como un premio de consolación para él, que simplemente fue una amiga que le ayudó a no perder la cordura en aquel siniestro lugar en el que lo encerraron.

Seguía doliéndole, aún así, pero no podía negar que seguía amándolo tanto o más que antes y que, a pesar de todo, sabía que realmente la que le importaba al italiano era ella. Levantó su cabeza para secar sus lágrimas aunque aún no le dirigió una mirada. Se acercó a él y, en completo silencio, apartó sus brazos para colocarse delante suya y abrazarse con éstos. Hizo su cabeza hacia detrás, apoyándola contra su hombro. Suspiró profundamente y cerró los ojos. Las palabras sobraban, o eso creyó ella, bastaba con demostrarle con ese gesto que ella tampoco podía vivir sin él.

Parecía seguir hablando solo a pesar de notar su presencia en frente mía, los pocos segundos que me permití verla no pude mirarla bien, la oscuridad no me dejaba...

Después de soltarle aquello, no recibí respuesta, no al menos inmediata, simplemente me quedé escuchando mis propios latidos y respiración, "¿estaría pensándose como decirme adiós? No era propio de ella desaparecer de esa manera, ¿por qué no quería verme? Yo nunca he querido hacerla daño, soy un estúpido..."

De pronto escuché como se acercaba a mí, no tuve valor para levantar la cabeza y mirar que hacía, me sentía como si la estuviera espiando, entonces sentí como apartaba mis brazos y por inercia levanté la cabeza para verla como se metía entre mis piernas, dejaba caer su cabeza sobre mi hombro y volvía a reunir mis brazos rodeándola.

Mi corazón volvió a latir con fuerza, fue como si me hubieran quitado la vida para luego devolvérmela, no sabía muy bien como reaccionar, ya estaba pensando que me iba a dejar para siempre, maldito pesimismo... me había pillado totalmente de sorpresa, pero aún así aproveché para abrazarla con fuerza y dejar caer mi cabeza sobre la suya pudiendo oler su cabello, quería decirle tantas cosas, tantos sentimientos, tantos "lo siento"... pero el silencio era más bonito que mi voz, ese momento fue uno de los más felices de mi vida, ya la había dado por perdido y la vida me había dado una segunda oportunidad, no... una tercera...

El momento simplemente era... perfecto... a pesar de que hubiese ocurrido todo aquello, ahora ya todo daba igual... jamás pensé que una vez probara sus besos me volvería tan dependiente de ella, me había salvado de la soledad de una manera tan especial que ya no volvería a ver la vida de la misma manera, desde luego estaba decidido, si ella no estaba a mi lado, no tenía más sentido vivir, así que más me valía tenerla cerca por mucho tiempo si no quería morirme por depresión...

-Lo siento, Sez... no me permitiré volver a hacerte daño nunca, te lo prometo...

Fabrizzo la abrazó con fuerza y dejó caer su cabeza sobre la suya, transmitiéndole todo lo que no pronunciaba de una forma clara: arrepentimiento, amor, respeto, cariño... Ella siguió disfrutando de aquel abrazo hasta que el italiano habló.

- Lo siento, Sez... no me permitiré volver a hacerte daño nunca, te lo prometo...

Sez suspiró y acarició los brazos del hombre con suavidad. Luego giró su cabeza para poder depositar un suave beso sobre su mejilla. Las palabras seguían todavía sin salirle, no podía hablar; su garganta parecía cerrada a cal y canto impidiéndole pronunciar palabra. Pero esperaba que sus gestos pudieran hablar por ella, que pudiera transmitirle lo que sentía a Fabrizzo sin hablarle.

La felicidad me inavadía, solo podía abrazarla y sentirla, y entonces me dio un cálido beso en mi mejilla, todo el dolor había desaparecido, volvía a ser mía, volvía a ser suyo, y ella seguía callada, entonces me vino a la mente una canción que empecé a tararear bajito, no cantaba muy bien pero al hacerlo tan bajito no necesitaba esforzarme.

"Ti amo, un soldo, ti amo, in aria, ti amo
Se viene testa vuol dire che basta: lasciamoci
Ti amo, io solo ti amo, in fondo un uomo
Che non a freddo nel cuore, nel letto comando io.
Ma tremo davanti al tuo seno,
Ti odio e ti amo,
E’ una farfalla che muore sbattendo le ali,
L’amore che e letto si fa
Rendimi l’atra metà
Oggi ritorno da lei,
Primo maggio, su coraggio,
Io ti amo e chiedo perdono…"

Mientras "cantaba" para ella, me dejaba acariciar los brazos mientras yo la abrazaba con ternura, era un momento terriblemente... romántico, pero no me importaba, solo dejaba que mis sentimientos surgieran solos y si me había dado por cantarla que la amaba, lo había hecho sin cortarme. Me había dado cuenta que mi vida tenía unos altibajos enormes y tenía que mantener un equilibrio para no volver a perderla, ya no más sentirse culpable, ya no más sentirse víctima, si quería mantenerla entre mis brazos debía ser fuerte por mí y por ella, no más hacer daño a los demás, ni a posta ni sin querer.

La posición en la que estábamos quizá era un poco incómoda para mí, la pared estaba dura, pero tenerla tan cerca me hizo recordar a cuando la hice mía ayer, ese cariño, ese acercamiento... no solo podía sentir como mi corazón latía por ella, podía sentir como el suyo latía por mí, ya no tenía dudas de que me quería, después del daño que había hecho por contarle eso, y aún así no me había abandonado, no podía haber dudas ya, ya no era más su enemigo, ya no era más un obstáculo, ahora sería su apoyo, ya nunca se sentiría sola, no mientras mi cuerpo pudiese moverse y mi mente pensar en ella, pero no podía decírselo... el voto de silencio que ella había hecho, me hacía sentir un estúpido si yo hablaba, no hacía falta palabras...

Fabrizzo comenzó a cantarle una canción, en un susurro ambriagador y tremendamente cálido que logró erizar cada uno de los poros de su piel. Seguía acariciando sus brazos mientras él la deleitaba con aquella hermosa canción, hasta que cuando paró ella misma dejó de acariciarle para girar su cuerpo y así poder besar sus labios, tan sólo juntándolos pero transmitiéndole todo su amor.

- Io ti perdono... - le susurró ella con dulzura.

Volvió a besar sus labios de forma fugaz y se puso luego en pie, tendiéndole sus manos al italiano para que él hiciera lo mismo; no era nada cómodo estar sentados en el frío suelo, y mucho menos para él teniendo que aguantar su peso sobre su cuerpo. Cuando Fabrizzo se levantó, Sez no soltó sus manos a pesar de caminar delante de él, incluso volvió a rodear su cintura con ellos sin dejar de andar. Al llegar a su habitación, se giró hacia él y acarició su mejilla tiernamente al tiempo que le sonreía.

- Duerme conmigo esta noche. - le pidió.

Poco después de que dejara de "cantar" dejó de acariciarme y se giró para besarme los labios, cosa que yo acepté gratamente, y cómo había echado de menos sus labios... los besé con tanta pasión... como si llevara semanas sin hacerlo.

-Io ti perdono...

Ya lo había supuesto, pero oírlo de sus labios, rompiendo ese voto de silencio y dejando de llorar, sonó mil veces mejor, solo se me ocurrió responderle...

-No te arrepentirás...

Volvió a besarme con fugacidad y se puso de pie, dándome una mano para que hiciera lo mismo, cosa que no tardé en hacer pese a haberme parecido que me había quedado encajado en la pared. Sin soltarme las manos comenzó a guiarme a su cuarto, podía haberme tele transportado más rápido, pero me apetecía caminar con ella, no venía mal de vez en cuando, estaba empezando a olvidar lo que eran los paseos y los viajes... al llegar al cuarto se giró y me acarició la mejilla mientras sonreía y decía.

- Duerme conmigo esta noche.

Solo suspiré y pensé en mi mente: "Eso no tenías ni que pedirlo". Pero preferí comentar algo... diferente.

-Sabes que tus deseos son órdenes para mí y mientras esta piedra penda de mi cuello tengo intención de acompañarte todas las noches que tú quieras compartir conmigo. Además... -dije acercándome a ella y susurrándole al oído- mañana pienso quedarme hasta que te despiertes...

No sabía muy bien a que se refería con "Duerme conmigo esta noche" así que simplemente dejé que ella diera el primer paso y me despejara las dudas.

Sez sólo pudo sonreír y mirar con ternura a aquel hombre que acababa de hacerla la mujer más dichosa sobre la faz de la Tierra. Asintió con la cabeza mientras aún sonreía y comenzó a preparar la cama, abriéndola para que pudiesen recostarse. Pero, de pronto, se dio cuenta de algo. Miró fijamente al italiano y se acercó a él muy despacio.

- No puedes dormir con esta ropa... - le dijo mirándolo de arriba a abajo.

Fue entonces cuando llevó sus manos hacia la camisa de Fabrizzo, ya algo desabrochada, y comenzó a desabrochar el resto de botones. Alzó la vista para mirarle con algo de picardía. No tramaba nada, realmente, era cierto que con esa ropa estaría incómodo. Pero... Tampoco le molestaría si pasaba algo aquella noche.

- Así que tendrás que quitártela. - siguió sonriéndole un poco más.

Hasta que terminó de desabrochar su camisa y le desprendió de ésta, dejando que la suave seda ondease en el aire hasta caer al suelo. Casi por incercia, la chica llevó una de sus manos al fibroso torso de Fabrizzo, comenzando a propinarle caricias en ése, sobre todo alrededor de sus pezones. Se sentía completamente hipnotizada por su perfecto y esbelto cuerpo en aquel momento, totalmente vulnerable y a su merced.

Me miró tiernamente y sonriendo y asintió con la cabeza para momentos después abrir las sábanas, etnonces se dio la vuelta y me miró.

-No puedes dormir con esta ropa...

-Oh... no claro... -sonreí- segundos antes de que te dieras la vuelta para decirme que viniéramos aquí, estaba pensando en tele transportarnos aquí y quitarme la ropa... no tengo intención de man...

-Así que tendrás que quitártela.

Pero antes de que pudiera terminar de hablar empezó a desabrocharme la camisa y a acariciarme el torso cuando se deshizo de ella.

-Sez, me está empezando a parecer que solo me quieres para chuparme la energía. Pero soy un hombre, y la necesidad me tira... -dije suspirando hacia un lado para luego cogerla en un ataque sorpresa y tumbarla en el borde de la cama y así que los pantalones no la tocaran- ahora te tengo yo, ¿qué vas a hacerme ahora que te he inmovilizado?

La rubia rió al escuchar al italiano, aunque una parte de ella esperaba que aquello que dijo fuera en broma y no lo pensara realmente, porque no era así para nada. De hecho, pensó en decírselo pero él no le dio tiempo pues, súbitamente, la cogió en el aire y la llevó hasta el borde de la cama, sobre la cual quedó tumbada y con él encima aunque sin rozarla. Sonrió con picardía cual niña traviesa que planea hacer alguna trastada.

- Puedo seducirte para que me liberes... - le susurró.

Y fue entonces cuando alzó su pierna para acariciar las de él con su pie, subiendo éste desde sus rodillas hasta su muslo, peligrosamente cerca de cierta parte sensible del hombre.

-Puedo seducirte para que me liberes...

-¿Y cómo vas a hacerlo si te tengo cogida?

Entonces comenzó a subir su pie por mi rodilla y luego por el muslo hasta llegar a donde pensé, tenía que haberme tragado las palabras.

-Me has pillado desprevenido... -dije bajando hasta ella para comenzar a besarla cariñosamente- pero no quiero que esto se convierte en sexo sin amor, estás más buena que el pan con chocolate y como me descontrole me arrepentiré por mucho tiempo... Te quiero, Sez, y quiero que sean momentos rememorables, no un polvo para que mañana se me haya olvidado... ¿estás conmigo?

Recibió sus besos con sumo agrado. Sin embargo, al escuchar aquello, Sez bajó su pierna y miró al italiano con ternura, aún sin intentar liberarse de su "prisión".

- Fabrizzo, estamos juntos. No importa cómo o dónde sea, siempre será por y con amor. Y te aseguro que, por lo menos para mí, todos los momentos que paso contigo son rememorables y únicos. - le dijo con calma pero con seriedad.

Al fin y al cabo, el sexo era como un "juego" en el que todo valía (con previo acuerdo y consentimiento por ambas partes) para divertirse de forma sana y, en su caso, de una forma sumamente sensual y romántica, conectando ambos de forma plena; fuera como fuese el acto.

-Fabrizzo, estamos juntos. No importa cómo o dónde sea, siempre será por y con amor. Y te aseguro que, por lo menos para mí, todos los momentos que paso contigo son rememorables y únicos.

-Sí, supongo... -hice una pausa pensando sobre ello- Ando algo perdido, hasta ahora solo había tenido sexo sin amor, y no sé cuanta compatibilidad hay con el sexo con amor, supongo que podría hacerte feliz solo a base de... pero quiero que sea mucho más, quiero que al hacerlo contigo marque la diferencia... ayer como fue la primera vez pasó como esperaba, algo sencillo... pero con el tiempo nos pediremos más y quiero que sea como la primera vez, no quiero que sea solo... placer... no quiero que sea como antes.

Hice una pausa y respiré profundo.

-Como nunca he tenido una relación seria me he dado cuenta de que no sé expresarme, siempre había sido un hombre directo y conciso, pero en el amor no se puede ser conciso, se supone que me conoces y sabes a lo que me refiero, pero a veces me expreso tan mal que pienso que te doy a entender cosas diferentes. Creo que a lo que me refiero es que para mí el sexo es algo más de lo que la palabra expresa, no quiero que contigo sea sencillo y con el único objetivo de darnos placer, quiero que sea más profundo y si me dejo llevar creo que perderá esa profundidad.

La volví a besar con más ganas, quizá demostrándoselo podía entenderme, si no lo había echo ya, aunque con lo bien que me explico... Tras terminar el beso tapé su boca con mi dedo índice...

-No respondas ahora, hazlo mañana.

Y entonces dejándome llevar por el amor más que por la pasión comencé a besarla y acariciarla, paré un momento para desabrocharme los pantalones y quedarme únicamente en calzoncillos, entonces me tumbé libre encima de ella y proseguí besándola y acariciándola.

-Eres preciosa...