Despertar

A medida que iba hablando, Sez me abrazaba más fuerte.

-Tu madre sabe que aquello no se lo dijiste en serio... Porque te conocía, te quería y sabía que tú también la querías a ella aunque a veces tuviéseis vuestras diferencias.

Se separó de mí y me cogió de los hombros para darme la vuelta. Me miró de frente y me pasó las manos lentamente por las mejillas, luego me volvió a abrazar con una mano en la nuca y la otra rodeando mi espalda, me besó cariñosamente y se quedó abrazándome sin esperar nada más.

-Sez... snif... tú me conoces ahora tal y como soy, pero antes no era así... snif... mi pasado es demasiado oscuro... tan oscuro que no me deja en paz ni después de tanto tiempo... snif... al menos me decidí a cambiar y lo conseguí... snif... y te agradezco que estés tú para aprovecharme... me hace sentir que le soy útil a alguien...

Aparté mis manos de la cara y la abracé con la misma ternura y cariño, no me cansaba de decirlo, pero desde luego me había tocado la lotería de navidad, Sez era todo lo que había esperado y podía ser capaz de sustituir a mi madre, era la única manera de que dejara descansar sus recuerdos en la felicidad en vez de en el dolor, tenía muchos recuerdos bonitos con mi madre que no hacía más que oscurecer por su muerte, ella no iba a volver por mucho que intentase salvarla en sueños, era hora de hacer borrón y cuenta nueva y seguir adelante, pero aún tenía unas cuantas lágrimas que derramar por ella... unas últimas lágrimas que derramar...

-¿Qué hubiese hecho sin ti, Sez? Tú solo traes paz y amor a mi vida, tienes que darme alguna oportunidad para hacer lo mismo por ti, me estás dando la impresión de que aquí yo soy la princesita que hay que rescatar y eso me deja en muy mal lugar -dije sonriendo.

Fabrizzo siguió hablando mientras ella escuchaba manteniendo aquel abrazo. Él no tardó en apartar sus manos de su rostro y abrazarla con la misma ternura que ella.

- ¿Qué hubiese hecho sin ti, Sez? Tú solo traes paz y amor a mi vida, tienes que darme alguna oportunidad para hacer lo mismo por ti, me estás dando la impresión de que aquí yo soy la princesita que hay que rescatar y eso me deja en muy mal lugar. - le dijo luego, sonriendo.

Sez le devolvió la sonrisa, pero negó suavemente con la cabeza.

- Ya lo haces, Fabrizzo. Has hecho que mi vida sea... Normal. Sin agobios, ni presiones, ni cargas sobre mis hombros. Al menos, cuando estoy contigo siento que mi vida está completa. - "aún cuando los problemas siguen ahí y tengo que solucionarlos", pensó - Y... A veces es bueno que uno se deje rescatar, ser siempre el héroe puede cansar. - le guiñó un ojo.

Se acercó a él para depositar un tierno beso sobre sus labios.

-Ya lo haces, Fabrizzo. Has hecho que mi vida sea... Normal. Sin agobios, ni presiones, ni cargas sobre mis hombros. Al menos, cuando estoy contigo siento que mi vida está completa. Y... A veces es bueno que uno se deje rescatar, ser siempre el héroe puede cansar.

Eso eran buenas noticias, a veces las cosas pequeñas son las que hacen feliz a los demás, yo siempre quise ser normal, no haber sabido nada de las piedras y haber vivido ignorante de lo que ocurría en el mundo, y cuando estoy con Sez... digamos que olvido la mayoría de esas cosas... puedo ser feliz...

Me dio un besito en los labios y yo se lo devolví.

-Nos vamos a arrugar como sigamos aquí mucho más... además todavía te debo un desayuno...

Me separé de ella y abrí la puerta de la ducha, cogí una toalla y me la puse en la cintura para que tapara mis partes pudientes, mientras me secaba con el aire, me peiné un poco hacia atrás y salí al dormitorio de Sez donde me quedé sentado en la cama empanao.

- Nos vamos a arrugar como sigamos aquí mucho más... Además todavía te debo un desayuno... - le dijo.

Se separó de ella y abrió la puerta de la ducha, cogiendo luego una toalla y enrollándosela a la cintura. Se peinó sus negros cabellos hacia detrás y salió del baño. Sez también cogió una toalla y se secó, para luego enrollarla alrededor de su cuerpo y salir de la ducha. Cuando llegó a su dormitorio Fabrizzo estaba sentado en la cama, y parecía distraído.

- ¿He pausado el mundo sin querer? - bromeó mientras pasaba su mano por delante de sus ojos.

Cuando el chico reaccionó, Sez lo miró luciendo una leve sonrisa.

- ¿Estás bien? - "dentro de lo que cabe" pensó.

-¿He pausado el mundo sin querer?

Me había quedado absorto y no me había dado cuenta de lo que había pasado en unos segundos, o quizá minutos, levanté la cabeza y vi a Sez delante mía.

-¿Estás bien?

-Oh, sí, sí... es que... -me agarré la cabeza ligeramente- aunque lo haya superado lo mejor que pueda... eso no quita que haya dormido menos de tres horas... estoy cansado... no han sido unos días muy... tranquilizadores que digamos... demasiadas emociones... y estrés... y la lista se queda corta... -aunque no podía arrepentirme de todo lo que había sucedido... volvería a elegir ese camino en mi vida las veces que hiciera falta para estar en ese momento junto a ella sin que me importara nada más- ven... -dije invitándola a sentarse en mis rodillas.

Cuando se sentó la abracé con fuerza, impulsándola a que ella me abrazara y descansé mi cabeza en su pecho, mullidito y suave, un lugar en el que nunca me importaría yacer dormido o abrazado.

-¿Qué tal si desayunamos; en España o en Francia? Allí tiene que estar amaneciendo justo ahora... ¿Qué te parece más emocionante: un rico café con croissants y brioches en la plaza de la torre Eiffel, unas porras con chocolate en la plaza de Oriente o un ahoren en la Plaza de la Candelaria? Quizá no los conozcas bien... así que déjate llevar por tu instinto... no elijas la más cantosa... -sonreí pícaramente.

Sez suspiró para sí al escuchar la respuesta de Fabrizzo, consternada por la situación en la que estaba. Cuando le indicó que se acercara, la griega lo hizo sin demora y se aproximó hasta él, sentándose sobre sus rodillas tal y como le había indicado. La abrazó con fuerza y ella hizo lo mismo, quedando la cabeza del italiano apoyada delicadamente contra su pecho.

Fabrizzo le propuso entonces ir a desayunar en Francia o España, a cual más tentador. Sez sonrió con dulzura y le guiñó un ojo.

- Nunca he estado en España. - le miró incitadoramente.

Y era cierto, pues sí que había estado alguna vez en París. La verdad es que le gustaba viajar, aunque no lo hubiese hecho lo suficiente. Pero ahora podía ponerle remedio a eso y de la mejor de las formas: junto a la persona que era la más preciada para ella.

-Nunca he estado en España- dijo incitándome.

-Pues entonces vayamos a España -como no decidió a cual de las dos plazas ir, escogí yo por ella- vístete que voy a vestirme yo...

Me levanté de la cama con ella encima como si solo fuera un peso ligero y la dejé en el suelo de pie, luego comencé a recoger la ropa que estaba desperdigada por toda la habitación y me puse el collar que estaba en la mesilla de noche.

-No tardes...

Luego me tele transporté a mi casa y me puse algo nuevo de ropa, cuando terminé volví con la toalla puesta en el pelo para que no se me mojara la ropa por el pelo y esperé a que Sez terminara de vestirse.

-Qué tardona eres...

Sez asintió con la cabeza y abrió su armario para escoger la ropa que iba a ponerse. Fabrizzo recogió su ropa y, tras ponerse el colgante con su piedra, se teletransportó esfumándose de la habitación. La griega no tardó en escoger la ropa: unos vaqueros negros, una camiseta blanca de botones y sus zapatos de tacón negros. Justo cuando se ponía éstos sentada en la cama, apareció su novio otra vez en la habitación con una toalla enrollada en el pelo y perfectamente vestido.

- Qué tardona eres... - le dijo.

La chica le sacó la lengua y se levantó cuando se puso los zapatos, acercándose a su tocador para perfumarse y colgarse el collar. Inmediatamente sus cabellos se volvieron negros y sus ojos rojizos.

- Soy mujer. - se encogió de hombros, divertida.

Pues sí, eso de que las mujeres tardan en arreglarse era cierto, para qué negarlo. Cogió un pequeño bolso negro donde puso sólo lo indispensable y se acercó a Fabrizzo.

- Estoy lista. - le dijo con un guiño de ojo.

Me sacó la lengua frente a mi comentario acosador, luego se perfumó y se puso el collar volviéndose morena.

-Soy mujer -luego se me acercó y me guiñó un ojo- estoy lista.

La cogí suavemente como tenía por costumbre hacer últimamente y nos tele transporté a una de las playas de Tenerife, donde a penas estaba amaneciendo, me senté en la arena y golpeé la arena como señal de que ella lo hiciera.

-Disfrutemos de la salida del Sol, que aún no hay ninguna cafetería abierta. -hice una pausa mientras veía el Sol "nacer" y luego volví a hablar- Hoy voy a empezar a buscar gente para que nos ayuden con la Agencia, desde que tu pa... Jansen me cogió por sorpresa, no creo que seamos capaces de hacerlo solos... Esperaba que te pareciese buena idea, no quiero hacer nada sin que tú lo sepas...

Si quería basar una relación en la honestidad y la sinceridad debía contarle todo y no ocultar nada.

Fabrizzo la cogió suavemente y se teletransportó, apareciendo ambos en una tranquila playa. ¿Dónde estarían? Él se sentó sobre la arena y le propuso disfrutar de la salida del sol pues aún no había amanecido, palpando luego la arena a su lado para incitarle a que se sentara a su lado. Sez así lo hizo.

- Hoy voy a empezar a buscar gente para que nos ayuden con la Agencia, desde que tu pa... Jansen me cogió por sorpresa no creo que seamos capaces de hacerlo solos... Esperaba que te pareciese buena idea, no quiero hacer nada sin que tú lo sepas... - le dijo.

Se quedó pensativa un rato, pero finalmente habló.

- Me... Parece bien. - dijo - ¿Se lo has dicho ya a Benoit? - recordó entonces que aquel chico buscaba aliarse con la Resistencia, seguro que luchaba por su causa con los ojos cerrados - ¿A alguien más? - añadió luego.

Ella misma también podría reclutar gente, así lograrían organizarse más rápido. Aunque primero tendría que investigar para encontrar a otros stoners.

- Me... Parece bien. - dijo al cabo de un rato - ¿Se lo has dicho ya a Benoit? ¿A alguien más?

-¿Benoit? No le conozco... ¿es alguien que conoces? Y no, aún no se lo he dicho a nadie, es algo que se me ocurrió entre ayer y antes de ayer...

Tenía ganas de empezar, no sabía hasta donde podía llegar para conseguir "amigos" Stoners que nos ayudaran con esta locura, recuerdo haber visto más de uno en la fiesta de máscaras, como aquel chico al que cogió la pelo-moco y esa chica que hizo que la pistola desapareciera en el horizonte, seguro que había más y yo tenía que encontrarles antes que la Agencia, en especial a uno que llevaba buscando mucho tiempo: Mask Demasque.

Esperé a que respondiera y proseguí.

-De todas maneras eso lo haré más tarde, ahora quiero estar aquí contigo y disfrutar del momento.

La salida del Sol era de las cosas más bonitas que se podían ver en la vida, no era tan bonita como Sez, pero es que dudo que encontrara algo más bello que ella.

Sez suspiró ante la falta de memoria de su novio, aunque luego lo miró entre asombrada y desconcertada... ¿Qué le habría sucedido? Nada malo, esperaba. Cuando terminó de hablar, ella le sonrió y asintió con la cabeza, aunque no pudo refrenarse y remarcar el tema de Benoit.

- Benoit es aquel checo del que te hablé ayer, el que me hizo una visita a comienzos del mes. Tiene la piedra que controla el Clima.

Seguidamente se arrimó todo lo que pudo hacia el italiano y apoyó la cabeza sobre su hombro, disfrutando de aquel hermoso amanecer que cálidamente los saludaba.

-Benoit es aquel checo del que te hablé ayer, el que me hizo una visita a comienzos del mes. Tiene la piedra que controla el Clima.

Antes de que pudiera responder se arrimó y dejó descansar su cabeza en mi hombro.

-Am... sí... -sonreí estúpidamente- lo siento, no he dormido bien y las neuronas no me funcionan como debieran. Creo que le haré una visita esta tarde entonces, por alguien debo empezar.

Luego yo apoyé mi cabeza sobre la suya y nos quedamos ahí embelesados hasta que el amanecer terminó.

-No quiero levantarme ni ir a desayunar, prefiero morderte a ti antes que a una madalena -dije sonriendo aunque ella no me viera.

La chica alzó la mano y la movió hacia ambos lados para restarle importancia al asunto; si no lo había recordado no pasaba nada. Luego sintió la cabeza del italiano apoyarse contra la suya y así se quedaron: muy juntos y contemplando el amanecer hasta el final. En ese momento Fabrizzo le dijo algo que la hizo sonreír y alzar su mano derecha para acariciar la mejilla del mismo lado del chico.

- ¿Pues a qué esperas? No tienes porqué pedirme permiso. - le dijo, entre seductora y divertida.

-¿Pues a qué esperas? No tienes porqué pedirme permiso.

Era una chica incansable o muy exótica, pero o me parecía a mí o ya quería que la incase el diente otra vez.

-Es que tengo una mandíbula muy fuerte y puedo hacerte daño, me la cuido muy bien con flúor y dentrífico después de cada comida, y si puedo un chicle sin azúcar para al menos cuidarme el aliento. -sonreí dejando ver mi blanca dentadura, solo faltaba que me brillase un diente para patrocinar un anuncio de pasta de dientes.

-Lo que quería decir es que estoy mejor aquí en esta playa contigo que desayunando, aunque hemos venido por eso, este sitio está ejerciendo un poderoso magnetismo sobre mi sagrado culo... impidiendo que me levante. Nunca me había expresado tan claramente. -empecé a reirme a carcajada limpia.

Sez soltó una carcajada al escuchar la respuesta del italiano, que se unió a la de él. Realmente podía llegar a ser bastante cómico cuando se lo proponía, y eso le gustaba. La verdad era que agradecía esos toques de humor suyos, la hacían sentir bien y, además, la divertían.

- Podemos quedarnos un poco más aquí, entonces. - le dijo.

- Podemos quedarnos un poco más aquí, entonces.

-Hecho -dije dándole un beso en el pelo- pero... luego vas a tener que ayudarme a retirar mi culo del suelo o darme una buena patada para que el magnetismo desaparezca, aunque bueno en realidad lo único que me atrae eres tú, con que te levantes creo que será suficiente.

Sin embargo la patada era demasiado tentativo, nunca me había golpeado, tanto que decía odiarme y jamás me había dado una sola patada en el culo, demasiado tentativo.

Pasó el tiempo y ya el Sol había salido demasiado y empezaba a cegar, ya no era buena idea seguir allí si queríamos mantener nuestra piel y ojos intactos.

-Ahora sí, me está rugiendo mi tripita burumburum, ¿la oyes? -estaba haciendo los ruidos con la boca y gestos con mis manos desde la tripa- burumburum. Venga levanta y dame esa patada -dije sonriendo de oreja a oreja.

Sez volvió a reír ante las ocurrencias de su novio, aunque no tardó en volver a adoptar una expresión neutral mientras observaba al sol nacer. Minutos más tarde éste ya había salido por completo y el calor empezaba a inundar tanto el ambiente como el cuerpo de la griega. Fue entonces cuando Fabrizzo anunció que tenía hambre de una forma bastante cómica, haciendo ruidos con la boca simulando el sonido de sus tripas y haciendo gestos con su mano sobre ella. Luego sonrió y le bromeó pidiéndole que se levantara y le diera una patada.

La chica rió una vez más mientras se ponía en pie y, cuando lo hizo, se giró hacia el italiano para ofrecerle su mano y así ayudarle a levantarse. Lucía una radiante sonrisa durante todo el proceso.

Sez reía y eso me hacía feliz, era bueno saber que volvía a haber luz en mi vida, era bueno saber que yo daba luz a alguien en su vida, los tiempos alegres volvían y lo hacían al lado de una chica muy hermosa y bonita, no podía quejarme. Ahora solo debíamos mantenernos vivos y evitar que nos borrasen del mapa, por no mencionar en salvar al mundo y seguir unidos, era una misión francamente imposible, pero no nos quedaba más remedio que aceptarla y seguir adelante, este camino nos había llevado hasta aquí y ya no había marcha atrás, ni siquiera con su poder, aunque nunca me arrepentiría de ello, ni aunque yo muriese... aunque... si fuese ella la que muriese... todo sería distinto.

Se levantó ella primero sin dejar de sonreír y me ofreció la mano cosa que no pude rechazar, me levanté ayudado de ella y comenzamos a caminar hacia el centro, para ir a una cafetería, por el camino seguí haciendo el coñas.

-¿A ti no te hace burum burum la tripita? Tienes que haberte quedado con las ganas de los huevos revueltos, sobre todo si los hago yo... aunque fuese la primera vez que los hago -dije sonriendo- de todas maneras ahora pedimos lo que tú quieras.

Comenzaron a caminar hacia el centro de la ciudad en busca de una cafetería.

- ¿A ti no te hace burum burum la tripita? - le preguntó Fabrizzo, manteniendo la broma.

Sez rió y asintió con la cabeza luego.

- Un poco sí.

Y justo cuando iba a bromear sobre su intento fallido con el desayuno, el italiano se le adelantó, lo cual hizo que la risa de Sez se acrecentara.

- Pues deberías acostumbrarte a hacer el desayuno de vez en cuando, pero sin desparramarlo por el suelo. - le sacó la lengua.

Inmediatamente añadió:

- ¿Lo que yo quiera? No, lo que yo quiero no se puede pedir en cafeterías. - lo miró ya algo más seriamente - Porque me muero de ganas de recibir un beso del novio más maravilloso del mundo. - le sonrió de nuevo.

- Pues deberías acostumbrarte a hacer el desayuno de vez en cuando, pero sin desparramarlo por el suelo.

-Soy un tío sumamente rico: me hacen la comida, me planchan la ropa, me hacen la colada, me limpian mis casas, bueno, ya sabes... ¿crees que voy a saber hacer desayunos?

- ¿Lo que yo quiera? No, lo que yo quiero no se puede pedir en cafeterías. - parecía que ma había ignorado- Porque me muero de ganas de recibir un beso del novio más maravilloso del mundo.

-¿No me puedes pedir en una cafetería un beso? Am, ya... es que te da vergüenza que nos vean en público...

- Me refería a que un beso de Fabrizzo no viene en el menú. Era una broma, por si no te habías dado cuenta. - le sacó la lengua.

No tardaron en entrar en una cafetería que tenía muy buena pinta, a juzgar por su fachada. Se sentaron en una de las mesas y un camarero no tardó en llegar.

- Buenos días. ¿Qué les sirvo? - les preguntó en español

Sez no hablaba nada de español, pero según tenía entendido era muy parecido al italiano. Lo que estaba claro es que les había saludado y preguntado qué querían tomar, o eso parecía por el tono de voz que había utilizado.

- Capuccino. - se limitó a responder, completamente segura de que le entendería.

-Me refería a que un beso de Fabrizzo no viene en el menú. Era una broma, por si no te habías dado cuenta.

-Claro que sí, pero no entiendo muy bien por qué hay una parte de mí que quiere picarte.

No tardamos en llegar a una cafetería donde nos atendieron casi al instante, se notaba la ausencia de personal a esas horas de la mañana.

El problema es que habló en español, como era de esperar, aunque el español y el italiano eran parecidos, no iba a ser difícil comunicarse con él, pero entonces Sez habló.

-Capuccino.

-¿Le has entendido? -yo dije en italiano quedándoseme el tío mirándome de reojo- Un nesquik -dije sonriendo.

Luego el hombre se fue repitiendo el pedido en alto y refunfullando.

-Españoles... -dije encogiéndome de hombros- ¿sabes? creo que ahora le sobornaré con 100 € para que me deje un rotulador y escribiré en el menú: Beso de Fabrizzo -puse una sonrisa de oreja a oreja.

- No le he entendido ni media palabra, pero supuse lo que decía. - respondió Sez riendo levemente.

El italiano pidió lo que quería y cuando el camarero se marchó aprovechó para hablarle en el idoma que aparentemente sólo entendían ellos en aquel lugar. Inmediatamente después de escucharle, la griega negó con la cabeza e hizo el mismo gesto con su dedo índice.

- ¡Ah, ah, ah! De eso nada. - le miró seriamente pero con un cierto toque divertido - Si lo pones en el menú todo el mundo podrá pedir un beso tuyo, y tus besos son sólo para mí. - se acercó un poco para posar su dedo índice sobre los suaves y dulces labios de su novio.

Luego se separó y recostó ligeramente sobre la silla, con sus piernas cruzadas y sus brazos apoyados en los reposabrazos del asiento.

- ¡Ah, ah, ah! De eso nada. Si lo pones en el menú todo el mundo podrá pedir un beso tuyo, y tus besos son sólo para mí.

-¿Y quien va a querer un beso mío? Solo soy un italiano de metro noventa, con más músculos que cerebro, con los ojos azules "magia" y de pelo rubio... las españolas no son tan superficiales como las griegas... -dije mirando por la ventana haciéndome el tonto, para luego sonreir y mirarla de forma graciosa- ahora dirás, "no me gustas por tu físico... me enamoró otra cosa de ti" -intenté "imitar" su voz todo lo que pude, aunque solo conseguí que me salieran gallos, aunque más que intentar insultarla, solo quería sacarla más información de que vio en mí... un mafioso con solo físico y dinero... - a lo mejor es que solo me quieres por el dinero... -dije pensativo a la par que gracioso- en plan viuda negra... esperas mi muerte para quedarte con todo... -empecé a reir incontrolablemente.