Despertar

[FDI: Viene de: https://thecursedstones.foroes.org/casa-de-sez-f29/una-segunda-oportunidad-16-de-mayo-2000-18-t129-30.htm#1300 ]
[DDI:]

[17 de Mayo; por la mañana]

Cuando Sez abrió los ojos una gran claridad invadía su habitación. Los rayos del radiante sol penetraban por su ventana y atravesaban las finas cortinas para iluminar la estancia. Parpadeó un par de veces y cerró ligeramente los ojos para poder acostumbrarse a esa súbita cantidad de luz. Una vez lo hizo, se sorprendió al girarse y ver que la cama estaba vacía; Fabrizzo se había ido. Por un momento se asustó, dándole el corazón un vuelco, preocupada. Se levantó de un salto de la cama y tocó en la puerta del baño, que estaba ligeramente abierta.

- ¿Fabrizzo?

Empujó lentamente la puerta hasta darse cuenta de que el cuarto de baño estaba vacío. Se disponía a buscarlo por toda la casa cuando sus ojos repararon en algo: en la mesilla de noche había una nota. La cogió, viendo su collar reposar sobre la madera al ser destapado por el papel, y la leyó. Tenía un número de teléfono escrito, y debajo un "Te amo". Sonrió y leyó y releyó ese "te amo" cientos de veces, sonriendo en cada una de ellas. Guardó la nota el cajón de su cómoda y puso el colgante sobre un busto blanco que reposaba sobre ésta misma. Nada más poner el colgante alrededor del cuello de porcelana, éste se volvió negráceo.

Se dio una ducha rápida y, tras vestirse, se puso la piedra. Sus cabellos se tornaron de rubios a negro azabache y sus ojos pasaron de ser de un azul grisáceo a un oscuro rojizo. Cogió el casco de su moto, cerró bien la casa y se marchó a desayunar; le apetecía un café de la vieja plaza de Acrópolis.

El lugar estaba abarrotado pero, nada más verla, el dueño de la cafetería le indicó que se acercara.

- ¡Sez! ¡Oh, madre mía! ¡Cuánto tiempo sin verte!

Sez sonrió. Se alegraba de volver a ver a ese viejo carcamal.

- Sí, demasiado.
- Deberías venir más a menudo. - rió ligeramente - Bueno, supongo que tendrás prisa por llegar al trabajo. Pide lo que quieras, Helena te lo servirá. - y, obviamente, le hizo una señal a Helena para que supiera que ella tenía prioridad.

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Aquel café le había sabido a gloria pero, después de varios paseos en moto y varias horas caminando, se había quedado ya en el olvido. Era casi la hora del almuerzo y Sez comenzaba a tener algo de hambre. Pensó que era el momento ideal para hablar con Fabrizzo; tal vez estuviera cerca y querría almorzar con ella. Bueno, eso de que estuviera cerca o no en realidad no influía demasiado que digamos. Había grabado el número que le dejó, así que llamó enseguida. A los tres tonos, descolgaron.

- ¿Fabrizzo?

Fue un fallo irse tan pronto de casa de Sez, no me había dado cuenta que mientras en Grecia eran las 7:30, en Venecia eran las 6:30, solo los más madrugores estarían despiertos, aunque aproveche para ducharme y ponerme ropa mía.

Cuando me terminé de duchar, cosa que me sentó bien, ya eran las 7:00 seguía siendo pronto, pero me dirigí a la base donde al menos ya estaban despiertos algunos, se habían alegrado de verme y eso, y les conté lo que pasó, todos dijeron algo de venganza o algo parecido, pero no era plan de lanzarse tan rápido, Argonar no era de subestimar y si nos lanzábamos a lo tonto, seríamos destrozados, teníamos que ir con cuidado y pensar una estrategia, todo llegaría, ya te digo que me vengaría por Virginia.

Me pasé parte de la mañana trabajando, había mucho curro desde que no aparecía por la Agencia desde hacía más de dos semanas, terminé a eso de las 13:00 cuando alguien me llamaba, era un móvil desconocido, supuse que era de Sez, lo cogí.

-¿Fabrizzo?

-El inigualable e inimitable en voz para ti, ¿para cuando quieres su cuerpo? -dije de forma bromista.

- El inigualable e inimitable en voz para ti, ¿para cuando quieres su cuerpo? - fue su respuesta.

Una leve risa se escapó de sus labios.

- ¿Puedo pedirlo para ahora mismo? - siguió la broma, aunque ella ahora bromeaba a medias - Te eché de menos por la mañana...

Poco a poco fue bajando el tono de voz.

- Pensé que podríamos cumplir mi fantasía al despertarnos pero ya no estabas. - le susurró con una voz sensual.

Eso tampoco lo decía del todo en broma. En cualquier caso, se rió de nuevo y procuró centrarse en el tema por el que lo había llamado.

- ¿Quieres que almorcemos o estás ocupado? - le preguntó.

- ¿Puedo pedirlo para ahora mismo? -dijo después de reir -Te eché de menos por la mañana...

-Mándame una foto de donde estés y procura que no haya gente y me pasaré en... ¿qué te parece en cuanto me pases la foto? Y me tendrás toda la tarde -dije afirmando con rectitud.

- Pensé que podríamos cumplir mi fantasía al despertarnos pero ya no estabas.

-¡Oye! No me digas eso, que la que tiene el poder de volver al pasado eres tú, mírala, ahora querría tener yo tu piedra para volver a esta mañana y quedarme... jum...

- ¿Quieres que almorcemos o estás ocupado?

-Lo dicho, mándame una foto vía SMS y me tienes en... ya. He tenido una mañana aburrida y me tocaba una tarde mirando chicas bonitas si no me llamabas, qué rollazo...

Dije intentando picarla un poco.

Rió de nuevo cuando le dijo de volver al pasado con su piedra. Si lo pensaba un segundo, le parecía hasta irreal que estuviera riéndose con el italiano y sonriendo con tan sólo pensar en él. Pero le costaba mucho menos de lo que creía expresarle sus sentimientos; era algo espontáneo.

- De acuerdo, te mandaré una foto... - se calló al seguir escuchándole.
- He tenido una mañana aburrida y me tocaba una tarde mirando chicas bonitas si no me llamabas, qué rollazo...

Frunció el ceño, aunque él no pudiera verlo, y puso su brazo libre en jarra.

- Sí, sí, rollazo... - dijo con voz acusadora.

¿Celosa? Pues sí. Sabía que lo diría en broma o que aunque realmente viera a chicas bonitas no se iría con ninguna de ellas a la primera de cambio, pero no pudo evitar sentir un poco de celos.

Me consideraba un tipo gracioso, y estaba funcionando con quien yo más deseaba hacer feliz, aunque fuese a base de chistes malos, una sonrisa de más no hace mal a nadie.

- De acuerdo, te mandaré una foto...

Luego se cabreó ante mi comentario sexista.

- Sí, sí, rollazo...

-Eso por lo de la fantasía al despertarnos -dije con tono burlosamente vengativo- Venga, cari. Hasta ahora.

Colgué el teléfono y esperé el mensaje que no tardó mucho para acto seguido tele transportarme a donde mostraba la foto con solo pensarlo, ahí estaba ella con un modelito menos exótico que el camisón de ayer, pero con un modelo motorista totalmente sexi, llevaba la piedra y por lo tanto los pelos negros.

-Oye, ¿has visto a una rubia por aquí? Igual de alta que tú, así monilla de cara, un cuerpazo de muerte, ojos azules, con nariz de gorrinillo... es que he quedado con ella aquí, pero no la veo en ninguna parte. Yo que quería llevarla a comer auténtico shushi japonés... me lo tendré que comer yo solo.

Otro de mis chistes malos, no podía parar de inventarme fantasías graciosas.

- Eso por lo de la fantasía al despertarnos.

Suspiró. Touché. Se despidieron y Sez hizo una foto del lugar en el que se encontraba con su teléfono móvil. Tardó menos de dos minutos en enviársela a Fabrizzo, y éste tardó menos de diez segundos en aparecer delante de ella. Se cruzó de brazos cuando le dijo aquello, pero rió.

- No la he visto. - se acercó a él y lo cogió del cuello de la camisa con suavidad - Pero puedes llevar a comer sushi a una morena paralizante. - le dijo, mirándole con insinuación.

Volvió a reír ligeramente y depositó un beso en su mejilla.

- No la he visto -me cogió del cuello de la camisa con suavidad- pero puedes llevar a comer sushi a una morena paralizante.

-Mmm... no sé... es que no pegamos, tú vas tan provocativa y yo con este traje, los japoneses tienen la mente muy imaginativa, además soy un chico muy fiel.

Me besó en la mejilla tras sonreír.

-Bueno, vale. Me has convencido -dije devolviéndole el beso, pero yo en los labios- ¿qué tal has dormido? No tenía intención de irme tan rápido esta mañana pero no quería ir desnudo por tu casa y quería reencontrarme con éstos, ¿me perdonas? -pregunté poniendo una carita de corderito degollado.

Sonrió sinceramente. Casi había olvidado lo ocurrente y divertido que era Fabrizzo. Recibió ese fugaz beso de buena gana y acto seguido lo miró con ternura cuando le puso esa cara de cordero degollado.

- He dormido bien. - iba a añadir un "gracias a ti", pero se contuvo; al fin y al cabo, no dejaba de ser nuevo para ella hablarle así a un hombre - Te perdono.

Se lanzó a por sus labios con suavidad y los besó durante unos segundos.

- Bueno, tengo hambre de sushi. - dijo luego, sonriendo.

- He dormido bien. Te perdono.

-Eso son noticias muy buenas, muy muy buenas.

Aún era extraña esta relación, por muchos que nos quisiéramos no éramos individuos corrientes, no saltaba a la vista para la demás gente corriente pero me daba igual, además juntos podíamos defendernos mejor de la Agencia.

Se lanzó a mis labios de nuevo como símbolo de que me había perdonado de verdad y me metió prisa.

-Bueno, tengo hambre se sushi.

-Claro... es hora de comer.

La agarré con cariño de la cintura y me tele transporté a un cercano callejón a un verdadero restaurante japonés en la mismísima Tokio, no era la primera vez que venía a Japón, aunque básicamente ya había visitado todas las ciudades importantes del mundo.

-¿Tienes que acostumbrarte todavía a los viajes largos instantáneos, no? -pregunté sonriendo- a mi me costó, no creas que eres especial.

El italiano la cogió por la cintura y, de repente, se evaporaron. Cuando Sez abrió los ojos (siempre los cerraba cuando se teletransportaban), se encontró en un callejón. Se escuchaba bastente jaleo fuera de él y se veían miles de personas caminando por un paso de cebra. Sólo con ver eso ya sabía dónde estaba, pero se lo confirmó un cartel luminoso escrito con caracteres japoneses. ¡Estaba en Tokyo! Aún no se acostumbraba a eso de viajar de pronto a donde quisiesen, pero empezaba a gustarle.

- Me dejan algo mareada. - le respondió - Pero se me pasa enseguida.

Se acercó al chico y lo hizo apoyarse contra la pared del callejón, acercándose ella a él hasta pegarse por completo.

- Ah, ¿así que no soy especial? - le susurró con sensualidad.

- Me dejan algo mareada. Pero se me pasa enseguida.

Entonces me atacó "violentamente" apoyándome en el callejón y arrinconándome.

-Ah, ¿así que no soy especial? -me susurró con sensualidad, aunque me pareció más un chantaje.

-No, bueno... ya sabes, con respecto a los tele transportes... -me estaba sintiendo incómodo, como si tuviera que excusarme pero lo hice sin rechistar- solo me refería a los tele transportes, para mí eres especial... muy especial, me has salvado de la soledad... y no solo eso, si no que encima me haces sentir también a mí especial -se me estaban subiendo los calores, estábamos demasiado juntos- salvo que vayas a violarme, te aconsejo que te apartes un poco, se me está empezando a nublar el juicio entre tu perfume y tus tocamientos... y los japoneses son muy severos con eso del escándalo público.

Se sintió complacida por la respuesta, aunque le preocupó pensar en que tal vez Fabrizzo se había sentido incómodo o intimidado. Pero rápidamente desechó ese pensamiento, pues el italiano le siguió el juego y le habló de una forma sumamente seductora, como siempre. Le encantaba cuando le hablaba de esa forma, aunque estaba convencida de que no lo hacía adrede; era algo innato en él.

- No creo que eso importe mucho teniendo una piedra del espacio y otra del tiempo. - le dijo, sonriéndole incitadoramente.

Acercó sus labios a los suyos pero no los besó, en lugar de eso pasó su lengua lentamente sobre éstos.

- ¿Eso de ser violado lo decías en serio? - preguntó, mirándole con picardía.

Sin embargo, sus tripas fueron las encargadas de bajarle un poco los humos a la situación, ya que le sonaron estruendosamente, dejando obvio que tenía hambre. Sez miró hacia su estómago por inercia.

- No creo que eso importe mucho teniendo una piedra del espacio y otra del tiempo.

Se acercó aún más creyendo que iba a besarme, pero en vez de eso me lamió los labios, algo peculiar, muy peculiar y caliente, me puse a mil por hora en menos de un segundo, ni los coches de carreras.

- ¿Eso de ser violado lo decías en serio?

-Antes no, pero ahora que estoy más caliente que el palo de un churrero, ¿puedo cambiar de idea y decir que sí? Aunque nunca se me había ocurrido que hacer en un callejón en medio de Tokio por la noche, por no mencionar que nunca me han violado -dije buscándole las cosquillas mentales.

Quería cogerla y hacerla muchas cosas, pero quería seguirla el juego de que ella era la que mandaba, me gusta bastante, no les he dado suficiente tiempo a las chicas para que sean las que manejasen el asunto y a Sez parecía dársele bien, y más con ese aspecto de motera cañera.

- Claro que puedes. - intervino, pero luego dejó que siguiera hablando.

El hambre pasó a estar en un segundo plano con la respuesta del chico. Ambos estaban excitados y sabían lo que querían, y no es que tuvieran demasiados impedimentos para cumplirlo pudiendo controlar el espacio-tiempo. Bueno, en relidad, no había ninguna traba.

- Para todo hay una primera vez. - le susurró sensualmente.

De nuevo, su lengua juguetona se paseó por los dulces labios del italiano, lasciva y provocativamente. Se acercó todo lo que pudo a él y se puso de puntillas para que sus miembros pudieran rozarse superficialmente. Dejó escapar un suspiro de placer justo al lado de su oído, sabiendo que eso le iba a excitar más aún.

- ¿Qué te parece si ponemos al mundo en pausa y me lo haces contra la pared de este callejón? - le propuso en un sensual susurro.

- Claro que puedes.

Respondió a mi perspicaz pregunta de poder cambiar de idea con respecto a ser violado.

- Para todo hay una primera vez.

Susurró sensualmente mientras volvía con la artillería y me lamía de nuevo los labios de manera que no sabía ya ni donde estaba, luego se puso de puntillas acercando tanto su cuerpo que lo pudo notar hasta mi "amigo" haciendo que mi aparato circulatorio se encendiese modificando especialmente el tamaño de éste, ella esbozó un leve gemido en mi oído que me hubiese hecho perder el control finalmente de no ser porque aún creía que era ella la que mandaba.

- ¿Qué te parece si ponemos al mundo en pausa y me lo haces contra la pared de este callejón?

-¿Te lo hago? Pensé que me ibas a violar tú... -dije poniendo una irónica cara triste- además creía que cuando parabas el tiempo yo también me incluía en el lote...

No me importaba mucho quien violaba a quien en una situación tan comprometida, pero tenía curiosidad por saber como podía violarte una chica, era un joven excitado y tenía todo un mundo por explorar.

Sez rió, perversa y pícaramente.

- Verás... He descubierto cómo poder parar el tiempo sin que afecte a las personas más cercanas a mi entorno. - le susurró.

Y acto seguido comenzó a desabrochar la camisa del italiano. Una vez lo hizo, posó sus manos sobre su liso y fibroso torso y trasladó sus labios hasta su cuello, empezando a besar y lamer éste con parsimonia.

- Así que quieres que te viole, ¿eh? - le dijo entre besos y lametones.

Rió de nuevo, esta vez más levemente y con menos picardía que antes. Subió una pierna hasta situarla en el costado del chico, haciendo así que sus miembros volvieran a rozarse. Se giró ligeramente hacia un lado y estiró su brazo derecho. Su piedra se iluminó durante unos instantes y, súbitamente, todo el mundo quedó paralizado en medio de la calle, en sus casas, donde fuera. Todos menos ellos dos. Se giró hacia Fabrizzo.

- También he descubierto que aguanto más tiempo cuando paralizo el mundo. - le miró, insinuante.

Se lanzó a besar sus labios, con lujuria, mientras que se movía de tal forma que sus entrepiernas continuasen frotándose. Mientras entrelazaba su lengua con la suya, sus manos se trasladaron hacia el cinturón del chico, comenzando a desabrocharlo con rapidez.

- Verás... He descubierto cómo poder parar el tiempo sin que afecte a las personas más cercanas a mi entorno -dijo riendo de una manera que daba miedo.

Qué injusto, ella sigue evolucionando sus poderes y a mí solo me deja hacer desaparecer objetos cuando estoy furioso, en fin, no le daré mas vueltas, es estúpido.

Después de decir eso me desabrochó la camisa y colocó sus manos en mi pecho, entonces comenzó a besarme el cuello y a lamerlo cosa que hizo quedarme como diciendo "en donde me he metido..."

- Asi que quieres que te viole, ¿eh?

-No creo que seas capaz de tumbarme, soy cinturón negro de karate.

Rio ante el comentario, y entonces subió una pierna hasta mi costado y la enlazó haciendo que nuestras partes se tocaran, aunque hubiese un par de centímetros de tela entre ellos, me desabroché la corbata y me la quité lanzándola al suelo, iba a decir uno de mis comentarios pero habló primero ella.

- También he descubierto que aguanto más tiempo cuando paralizo el mundo.

-¿Y si estás...?

Pero me empezó a besar en un ataque de lujuria mientras se frotaba contra mí, cosa que ya me esperaba, entonces me empezó a desabrochar el cinturón.

-Vale, me reitero, sí que sabes violar... aunque nunca he sido muy romántico, con mi chica si me gustaría serlo y esto tiene poco de romántico... solo falta que me encadenes a la pared y te den un látigo, no te imaginaba así Sez...

No hablaba de forma decepcionada, pero si de sorpresa, lo de ayer fue bonito e intenso, pero ahora era una chupadora de hormonas, parecía más un súcubo que mi no... no... nov... "no puedo decirlo" mi chica...

-Me gusta más la otra Sez... lo siento... lo he estropeado, ¿no?

Había bajado un poco el calor del ambiente ante tanto comentario sin ningún susurro ni voz sensual pero no pude evitarlo.

- Vale, me reitero, sí que sabes violar... aunque nunca he sido muy romántico, con mi chica si me gustaría serlo y esto tiene poco de romántico... solo falta que me encadenes a la pared y te den un látigo, no te imaginaba así Sez...

Al escuchar aquello se paró en seco, mirándole. ¿No le gustaba que fuera un poco más... Salvaje? Creía que eso era lo que le gustaba a los hombres, que les complacía. Y ella quería complacerlo al máximo.

- Me gusta más la otra Sez... lo siento... lo he estropeado, ¿no? - dijo luego.

Sez negó con la cabeza y volvió a poner a restaurar el tiempo, de manera que todo el mundo volvía a moverse con normalidad.

- No, lo he estropeado yo. Creí que esto era lo que querías... Que fuera un poco más picante. Pero supongo que me equivoqué. Lo siento. - le respondió.

- No, lo he estropeado yo. Creí que esto era lo que querías... Que fuera un poco más picante. Pero supongo que me equivoqué. Lo siento.

-Sez, yo solo quiero que seas tú misma, que hagas lo que a ti más te gusta, me complacería mil veces más eso a que fueras mi sirvienta o mi esclava, quizá sea un hombre y eso... pero no estoy contigo por sexo, Sez... me daría mil veces más placer una relación romántica que una exótica y salvaje, estoy contigo porque te amo, no porque estés más buena que el pan con chocolate...

¿Qué estaba haciendo? ¿Un discurso...? ¿Por qué me gusta estropearlo todo? Solo era un polvo... Aisss, demonios, ¿qué me está pasando? Ha sonado todo tan... repipi e impropio de mí, seguro que encima ni me cree...

-Aiss, lo siento, lo he estropeado, solo querías pasar un rato felizmente rápido a mi lado y voy y te cuento todas esas absurdeces, lo siento, Sez... no sé si es que trato de impresionarte o si realmente deseo que nuestra relación sea lo más pura posible, solo sé que te quiero y que no quiero que hagas nada que tú de verdad no quieras, yo solo quiero hacerte feliz... no quiero darte la impresión de que soy un tío y que solo me muevo por tener mi ración diaria de sexo, aunque creas que es mentira o algo así...

Era absurdo mentir por eso, ¿quedarme sin sexo por impresionarla? Era bastante estúpido sabiendo que era ella la que se me había lanzado. En fin, ahora solo faltaba ver cual era su reacción.

No pudo evitar sonreír. Lo que le había dicho le había llegado hondo y, aunque en el pasado no le hubiese creído una sola palabra, ahora todo era distinto. Ahora le había confesado su amor y él a ella, ahora se daba cuenta de que Fabrizzo la amaba de verdad.

Bajó su pierna y lo abrazó con ganas, rodeando su cuello con sus dos manos. No podía borrar la sonrisa de su rostro, tierna y risueña.

- Yo también te quiero.

¿Qué le estaba ocurriendo? ¿Desde cuándo era ella tan romántica? Nunca antes se había sentido así, con la necesidad de expresarse tanto, de darle tanto cariño a una persona. No le disgustaba, para nada, pero sí que le resultaba extraño por ser algo nuevo.

Se separó un poco para poder besar fugazmente sus labios. Luego le sonrió pero esta vez normalmente, tan sólo mostrando alegría.

- Pero si algún día quieres que te viole no tienes más que decírmelo. - bromeó para quitarle "ñoñería" a la situación.

- Yo también te quiero.

Había cosas en Sez que no conocía, y una de ellas era verla siendo tan cariñosa, nunca la había imaginado así, o sea sí la habia imaginado, pero solo eran mis sueños, en la realidad nunca había visto a Sez ser cariñosa con nadie, aunque solo la había visto relacionarse conmigo y con su padre, y a los dos nos "odiaba" pero podía suponer por como vivía que no era una persona cariñosa, me dolía pensar mal de ella, pero era una chica seria, reservada, orgullosa y temeraria, y aún así yo había conseguido sacarle su parte amable, simpática, honrada y cariñosa, ¿acaso en otra época sería una niña feliz que abrazaba y quería a sus padres hasta que la defraudaron? No podía negar que la curiosidad me mataba, y a pesar de que parecía haber confianza no quería meterme donde no me llamaban, solo llevábamos saliendo un día, quizá en la superficie habían cambiado las cosas, pero seguíamos siendo dos personas con un oscuro pasado que no nos gustaría contar, bueno miento... a mí no me importaría contárselo en absoluto, pero tampoco quería ser un negociador en plan: "Yo te cuento mi pasado si tú me cuentas el mío..."

En cualquier caso si algún día ella quería hablar ya se haría de saber, quizá haya demostrado que me ama y que sabe que yo la amo igual o más, pero aún no hemos demostrado que haya confianza entre los dos... y quizá una palabra indiscreta o una pregunta curiosa podría guardar mucho rencor entre los dos y yo no deseaba eso, no ahora que la había conseguido... no ahora que éramos felices... además remover el pasado nunca es bueno, por mucho que sepamos que siempre está ahí, debíamos pensar solo en el futuro, pero pensar que mi mayor enemigo sabía más de Sez que yo era una punzada en el corazón que nunca podría sacarme, siempre son los celos y la envidia...

Me besó y no me pude resistir, aunque había bajado las defensas y ya no estaba en plan "Súcubo sediendo de hormonas", incluso mi temperatura había bajado y todo lo que debía bajar con ello, se separó de mí y se quedó sonriendo, nunca me borraría esa sonrisa de mi cabeza, me hacía tan feliz...

- Pero si algún día quieres que te viole no tienes más que decírmelo.

-Claro que sí, pillina...

Un centro gravitatorio me estaba atrayendo a ella, es como si lo que acabasemos de soltar nos hubiera unido un poquitín más y aún así no podía dejar de pensar que hacía unos segundos se estaba frotando contra mi entrepierna, ¿acaso el amor me estaba cegando? ¿estaba olvidando nuestros objetivos? ¿ahora todo iba a ser juerga y amor? Pensarlo podía llegar a parecer algo fantástico y utópico, pero por mucho que nos pesase la Agencia seguía por ahí suelta.

La cogí de la cintura con pasión y comencé a besarla, quería olvidar todo lo malo de mi vida y besarla era lo único que me hacía dejar de pensar en ello, su perfume me transportaba a paraísos de flores, su tacto tan cariñoso y suave hacía que mi cuerpo se destensase, sus labios tan tiernos y apetitosos simplemente hacían que me concentrase en ellos, era un proceso de armonía en el que me perdía en sus labios, en su cuerpo, en su olor... ¿tan injusto era querer ser feliz y olvidar todo lo que nos perseguía y quería ver muertos? Pero no por olvidarles ellos nos iban a olvidar a nosotros, no quería romper el momento por nada del mundo, pero me preguntaba si Sez pensaba igual que yo, que estuviésemos saliendo era perfecto, pero no podíamos olvidar que lo que nos había unido era justo lo que ahora quería olvidar.

-Sez -dije despegándome de sus labios- todo esto es muy bonito, pero no podemos olvidar... no podemos dejar que... no podemos permitir... -no me salían las palabras, sabía lo que quería decir, pero simplemente no quería jorobar el momento, mi propia mente me lo impedía, estaba perdiendo la voluntad, pero no por ella, solo quería pensar que vivía en un sueño totalmente perfecto, con todo lo bueno y nada malo, estaba perdiendo la voluntad por quererme ver en un sueño perfecto sin problemas, que todos los días fuesen así... -Sez, está bien que nos hayamos juntado... pero no podemos olvidar que la Agencia sigue ahí, o sea, sé que no les has olvidado, solo digo... que no deberíamos bajar la guardia, y menos ahora...

Me sentía mal, lo había hecho, había estropeado el momento, pero quizá era necesario recordarnos a los dos que el sueño aún no había llegado.

Sonrió pícaramente tras escuchar ese "pillina" y seguidamente se dejó besar con pasión por el chico, por supuesto, correspondiendo ese apasionado beso con sumo gusto. Pero, de pronto, el beso llegó a su fin pues Fabrizzo se separó. Sabía lo que le iba a decir nada más escuchar ese "Sez" que había pronunciado. No le molestó que dijera aquello, pues tenía toda la razón, así que se limitó a poner su dedo índice sobre sus labios mientras le sonreía con ternura.

- Lo sé. Yo no olvido, Fabrizzo. Y no duermo por las noches con un arma bajo mi almohada por nada.

Quitó el dedo de sus labios para poder besarlos fugazmente.

- Cuando te dije en aquel mensaje que las cosas no se iban a quedar así, lo decía en serio. Les daremos su merecido a esos necios. Pero a su tiempo.

Pensar en la Agencia había levantado algo de mal humor, pero no iba a permitirles el lujo de estropear lo que tenían ella y el italiano. Por nada del mundo.

- Nunca bajaremos la guardia. Pero podemos disfrutar cada momento que pasemos juntos, ¿no crees? - volvió a sonreír.

Le dio un toquecito en la nariz con su dedo índice para intentar animarle.

Me puso un dedo en los labios para que no siguiera.

- Lo sé. Yo no olvido, Fabrizzo. Y no duermo por las noches con un arma bajo mi almohada por nada.

¿Debajo de la almohada? ¿Conmigo al lado?

- Cuando te dije en aquel mensaje que las cosas no se iban a quedar así, lo decía en serio. Les daremos su merecido a esos necios. Pero a su tiempo.

Sí, pero desde aquel día han pasado tantas cosas... quería ser sincero y contarla hasta el último detalle de lo que me ocurrió, quería que me preguntara y tener que contárselo todo, pero...

Saltó una chispa de discorida, Sez sin duda les odiaba... mucho...

- Nunca bajaremos la guardia. Pero podemos disfrutar cada momento que pasemos juntos, ¿no crees?

¿Disfrutar de cada momento? ¿Disfrutar? ¿Disfrutar mientras ellos a saber que están haciendo? Era en toda regla un reproche, pero no se merecía que se lo dijese, así que simplemente me lo quedé para mí.

Me dio un toquecito en la nariz en plan Campanilla para que pudiese volar, y quise tranquilizarme, aunque mientras nosotros comiamos en Tokio un shushi, ellos podrían estar planeando alguna de las suyas...

-Vamos a comer el shushi -dije sonriendo- tengo una sorpresita para después y espero que te ilusione mucho, si no tienes vertigo claro... -rei a lo bajito como un enano planeando algo...

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Estábamos ya en la mesa esperando el shushi después de reirnos un rato escuchándome hablar inglés para poder comunicarme con el pobre camarero, mi inglés y yo... si Sez no supiese hablar italiano no estaríamos aquí sentados...

-Qué vergüenza... a ver si pillo algún día a Toño y le obligo a que me dé unas clases... a saber que se había pensado el pobre hombre cuando le he dicho eso...

Cuando me calmé un poco puse la mano abierta encima de la mesa con la palma hacia arriba invitando a Sez a que me la cogiera para darle un enorme beso que me quitara la tensión de la conversación.

Asintió con la cabeza y lo acompañó hasta el restaurante, aunque extrañada por lo último que le había dicho. ¿Vértigo? ¿Qué estaría tramando? Debía reconocer que estaba intrigada.

Ver a Fabrizzo pedir la comida fue todo un divertido espectáculo, y Sez no pudo reprimir la risa. Tuvo que ayudarle varias veces, viendo que su inglés estaba más perfeccionado que el suyo. Cosas de ser una persona tan polifacética.

Volvió a reír ligeramente y extendió su brazo sin dudarlo cuando vio que Fabrizzo hacía lo propio. Cogió su mano con suavidad y la acarició con sus dedos.

- Seguro que ha pensado que le tirabas los tejos. - dijo para seguir la broma un poco más, no tardando en reír después.