Polos opuestos [7 de Mayo] Privado.

Nagisa Aoi


Hacía mucho que Étoile no actuaba en ninguna función. Al parecer le gustaba mucho el campo de la veterinaria, aunque últimamente andaba algo dispersa pensando en otra cosa, ¿qué sería? Había llegado a su agencia, en donde la esperaba Nagisa, su mánager y patrocinadora. Ella se encargaba de mostrarle a Étoile un gran abanico de posibilidades para actuar, aunque la peligris siempre acababa por rechazar la mayoría de ellos. Sin embargo, en su último intento porque la chica hiciera algo, cambió un poco la cosa. Étoile de por si, iba a actuar como violinista en una obra, aunque estaría acompañada de un arpa y en el fondo del escenario, pero ambas estarían alumbradas por un foco aunque estuvieran pasando desapaercibidas. La otra idea que Étoile no había podido rechazar por el entusiasmo que Nagisa presentaba al decirle la idea, era algo... que la hizo suspirar varias veces antes de aceptar. Se trataba de un concurso. Repartirían fichas para el concurso con su número correspondiente, y las personas sólo tenían que rellenar un formulario con sus datos y luego guardarse un resguardo de su número. Se presentarían todos a una en concreto en una sala alquilada para el momento por Nagisa, y ahí meterían la ficha en una urna. Como en el bingo, la urna se removería bastante hasta que una mano inocente, la de Nicole, cogiera el número. ¿Que cuál era el premio? Pues pasar todo un día con la prestigiosa violinista Étoile y recorrer toda venecia junto a ella, y por supuesto Nagisa sabía de sobra que muchísimos periodistas y fotógrafos estarían persiguiéndolos a cada momento.

Nagisa había ido por las calles de venecia, entregando fichas y haciendo que dichas personas rellenaran el formulario que era de color rosa. No tardó en obtener una pila bastante grande. Étoile no se presentaría al evento, pues estaba siendo vestida y maquillada, aunque ella odiaba que la maquillaran y había conseguido que simplemente le pusieran un cierto brillo en los labios. La sala se llenó de muchísimas personas y había una cola bastante grande pero que avanzaba con gran rapidez pues sólo tenían que meter una simple ficha. Mucho seguramente ni conocerían a Étoile, pero habían algunos con una camisa con su nombre y un violín adornándola, Étoile nunca había creado nada que tuviera su rostro impreso en ello, simplemente no le gustaba. Nagisa se subió a un pequeño escenario dándole golpecitos con el dedo índice a un micrófono que al principio chirrió.

- Bueno, primero, gracias a todo por participar y hacer que este evento fuera posible. Y ahora, procedamos a decir el número del afortunado que pasará un día completo con la famosa violinista Étoile....

Nagisa metió la mano en la urna y comenzó a remover las fichas una y otra vez hasta que finalmente cogió una ficha de color rojo.

- El número ganador es... - lo miró - ¡el 44!

Un paseo cualquiera, en busca de cualquier cosa que pudiera servir como modelo para un cuadro rápido, ya fuese persona, animal, o paisaje. Iba tranquilo entre las calles, observando todo pero a la vez nada, con la mente pensando en sus cosas, como siempre. Seguramente esa había sido la razón por la que su padre lo había obligado prácticamente a salir del taller, ya que últimamente pasaba más tiempo que nunca enfrascado en su trabajo, y encerrado en su cuarto, dibujando. Ya tenía varios bocetos colgados en las paredes de su habitación, con el rostro enmascarado de ella plasmado sobre su superficie blanca.

Precisamente en la signorina del antifaz estaba pensando, cuando una jovencita con gafas lo abordó de improviso, sin darle tiempo a escabullirse, pues maniobraba bien para retenerlo, sin dejar de hablar con entusiasmo y mucha, mucha energía. Fox suspiró y con los dedos temblándole cerró ambos puños, mirando a la chica con impaciencia. ¿No se iba a apartar? Y encima no podía hacerle nada porque por muy pesada que fuese, seguía siendo una chica. El artesano se cruzó de brazos.

- ¡Vale, VALE! Ya te escucho, pero date prisa - gruñó, resoplando y entornando los ojos.

Total que al final para irse tuvo que rellenar un formulario... rosa... y también le dio una ficha. El pelirrojo la hizo pasear juguetonamente entre sus dedos, antes de lanzarla al aire y cogerla con el puño, guardándosela luego en el bolsillo de su pantalón. Por fin pudo seguir su camino, pero pensó en lo que le había contado la mujer de gafas. ¿Una violinista? Sería demasiada casualidad... pero no perdía nada.

Fue a aquel lugar a la hora a la que empezaba el evento, bastante pronto de hecho, ya que fue uno de los primeros en llegar, y tomó asiento. No prestó mucha atención a su alrededor por falta de ganas, y porque ya estaba centrado en unos garabatos que estaba haciendo en una pequeña libreta que tenía en el bolsillo.

- Bueno, primero, gracias a todo por participar y hacer que este evento fuera posible - escuchó el micrófono chirriar por encima de todo el barullo que se había montado y alzó la vista, encontrando a la chica de gafas sobre el escenario - Y ahora, procedamos a decir el número del afortunado que pasará un día completo con la famosa violinista Étoile... - metió la mano en la urna y comenzó a remover las fichas una y otra vez hasta que finalmente cogió una ficha de color rojo - El número ganador es... - lo miró - ¡el 44!

¿El 44? Fox parpadeó, perplejo, incapaz de creer que hubiese salido su número. Se levantó algo dubitativo, y tras unas señas de la chica de gafas, subió las escalerillas hasta estar junto a ella sobre el escenario. Su rostro mostraba aún bastante sorpresa, porque todavía no era capaz de creer que hubiese tenido esa suerte.

Nagisa Aoi


Nagisa esperaba con algo de temor que alguien se levantara, pues si era un fan loco iría corriendo y desesperadamente hacia el escenario. Pero para su sorpresa, no fue así. El chico pelirrojo, al que había abordado y convencido para que participase, el que menos pinta tenía de querer estar allí, fue el ganador. Se levantó algo sorprendido y comenzó a caminar hacia Nagisa, hasta subirse en el escenario quedándose frente a Aoi. Ésta no tardó en sonreir, era muy guapo y aunque tuviese al principio mal carácter, quizás se llevase bien con Étoile, bueno claro que eso era lo que quería Nagisa y su fantasía. No tardó en mirar hacia delante, observando las muchas caras de odio, decepción y envidia que miraban hacia el pelirrojo. No tardó en mirar nueavmente el número para luego coger el formulario.

Fox, Fox LeBlanc. Un nombre peculiar y bonito, ¿qué más pedir? Pronto las cámaras se acercaron al escenario y un micrófono se alzó directamente en dirección al chico, Fox, cuando Nagisa se puso delante llevándose un dedo hacia los labios a la vez que carraspeaba.

- Las entrevistas no están permitidas hasta el final del evento, mientras, no habrá ningún comentario sobre Shizuma Étoile. Se permitirán cámaras en algunos de los eventos organizados pero no más, gracias por su atención.

No dejó casi tiempo de reacción al chico, pues Nagisa ya lo estaba cogiendo por la mano y arrastrando hacia la puerta de atrás, saliendo así del local y montándose en un coche bastante lujoso, pero sin llegar a ser una limusina, pues eso llamaría aún más la atención, aunque había que dejar buena presencia. No tardarían ni cinco minutos en llegar pues el edificio donde se encontraba la chica de cabellos grises, estaba básicamente al lado. No hubo conversación entre ambos pues Nagisa había estado hablando con el chófer, indicándole el horario para el que había sido contratado en el evento.

Cuando llegaron, se fueron hacia el restaurante del edificio. Allí se encontraba Étoile, con el cabello recogido y dos largos flecos cayendo a los laterales y posándose por delante de sus hombros. Estaba deslumbrante, aunque nada más llegar había pasado la servilleta por sus labios, odiaba cualquier tipo de maquillaje, le parecía absurdo llevarlo. Había apoyado el codo sobre la mesa, dejando la mano cerrada ligeramente, sin ningún tipo de presión, apoyando luego su propio rostro en ella, aunque sólo un poco. Como siempre, estaba mirando prácticamente hacia ninguna parte, esperando a que su mánager cumpliera su locura y viniese acompañada de algún extraño hombre; sólo esperaba haber tenido suerte.

Pronto apareció únicamente Nagisa, con el formulario en mano. Se dirigió veloz hacia Étoile, indicándole así el nombre del chico además de su profesión y unas cuantas preguntas más como por ejemplo, si conocía a Étoile, y había rellenado la casilla de "no", supuso así que mejor para ella, así no la atosigaría pidiéndole que tocase una pieza. Sin embargo, el violín sí que la había acompañado hoy, un largo día sería... La chica se había ido con viento fresco, un error... Pues Shizuma había cogido la carta poniéndola frente su rostro sin saber que haciendo eso la extraña persona (varón o muje) no vería su rostro hasta ella descender la carta. Pero no sólo por eso había sido un error, sino porque la violinista, había vuelto a hacerlo, había vuelto a dejar que en sus pensamientos gobernase él... Mask DeMasque. Suspiró profundamente aunque no de forma muy sonora.

Por otra parte, Nagisa ya le había señalado a Fox LeBlanc la mesa de Shizuma.

¿Shizuma? ¿Y a él de qué le sonaba ese apellido? Estaba seguro de haberlo escuchado en alguna parte, aunque en realidad con todos los clientes que venían al taller, y todas las personas a las que había robado... no era como para llevar la cuenta exacta de todos los nombres. Además, ya terminaría por acordarse o descubrirlo al citarse con la violinista. ¿Sería guapa, al menos? Bueno, poco importaba ahora que su mente ya pensaba en una sola mujer.

La chica de gafas lo cogió y lo arrastró con ella, llevándolo hasta uno de los restaurantes de mayor prestigio de la ciudad. Allí esperó unos instantes, solos, hasta que le hizo pasar mostrándole la mesa en la que le esperaba la violinista, aunque no se le veía la cara pues estaba ojeando la carta. Fox se sentó lentamente, esperando a que ella mostrase su rostro, pero siguió mirando aquello.

- ¿Hola? - dijo con cierta impaciencia.

- ¿Hola?

Ésto fue lo siguiente que oyó tras su suspiro. ¿Ya? ¿Tan pronto? Y ella que quería disfrutar unos segundos más de aquella soledad, soledad que acabaría por perjudicarle seguramente. Quitó la carta aún mirando ésta y la plegó para dejarla sobre la mesa. Levantó la vista abriendo la boca para comenzar a hablar pero pronto se quedó sin habla.

No, no podía ser él. De todas las personas había en Venecia había tenido que ganar el concurso él. ¡Pero si Nagisa le había dicho que parecía amable y era guapo! Nada que ver con lo que tenía frente a sus ojos, aunque por supuesto ella no iba a empezar nada, sabía perfectamente que él se largaría de allí por lo que se tranquilizó enseguida aún mirándolo. Sus mirada habían coincidido pero pronto habían quedado ambas incrédulas por lo sucedido.

Aún así seguía sin creerse lo que estaba viendo.

- Tú.. - murmuró en un tono bajo, que quizás el chico escuchara.

¿Fox LeBlanc?

Por suerte, la violinista pareció reaccionar ante su comentario, pues descendió finalmente la carta. Pero al ver la cara de ella, Fox se quedó boquiabierto, completamente estupefacto. ¡Shizuma! ¡Ya recordaba de qué le sonaba ese apellido! Era ella, la chica del retrato. No, no, no. Mejor. La antipática del retrato. ¿Y era una famosa violinista? ¡Venga ya! No, ni de broma iba a quedarse a comer con ella.

- Tú..

- ¿Tú? ¡Eso digo yo! - exclamó, con el ceño fruncido, aunque aún claramente sorprendido - No hace falta que me lo digas tú, ya me voy por donde he venido - espetó de manera muy borde.

"Shizuma Étoile...¡bah!"

El pelirrojo se levantó , arrastrando la silla hacia atrás y haciendo bastante ruido. Dedicó una última mirada poco amistosa a Étoile antes de apartar la vista, alzando la vista con altivez. Se separó de la mesa al tiempo en el que uno de los camareros pasaba delante de sus narices y nunca mejor dicho, pues el olor hizo que el joven mirase el plato... y por poco no se le cayó la baba. ¡Menuda pinta!

No tardó nada en volver a sentarse, aunque con los brazos cruzados y mirando a otra parte, aún con cara de molestia.

- Que conste que es porque voy a comer gratis. Ni te pienso hablar.

- ¿Tú? ¡Eso digo yo! No hace falta que me lo digas tú, ya me voy por donde he venido

Como había sospechado Étoile, él se iría por donde venía y menos mal pues no quería verle el pelo a ese impresentable. ¿Quién se creía? Todavía recordaba su último encuentro, menudo maleducado. Cuando Fox se levantó, Shizuma también giró la vista pero hacia el otro lado, quedando ambos ante los ojos de Nagisa como unos auténticos críos. Pero ésta última se apresuró en intentar calmar la cosa a la desesperada.

- ¡N- no se vaya! Hay un gran banquete ahora y... les esperan muchísimas cosas, ¡hasta irán al teatro! - pero quizás el chico estuviera más pendiente de otra cosa...

Sí, de otra cosa llamada comida, pues justo pasó el camarero por delante un auténtico festín. La peligris no veía la hora en la que ese chico se largase de una vez del restaurante, cuando sintió como él volvía a sentarse por lo que abrió uno de los ojos observándolo y luego frunció el ceño tal y como lo tenía él, vaya, unos auténticos críos.

- Que conste que es porque voy a comer gratis. Ni te pienso hablar.

- Mejor, odio los sonidos incómodos mientras como.

- Shi-Shizuma-san... No se enfade - dijo esta vez Aoi intentando calmar de nuevo la situación y pronto se sentó en la silla restante, pues sabía que por ahora no debía dejarlos solos.

Lo malo era que las cámaras ya habían presenciado todo aquello y estaba más que grabado, esperaba no tenerlos que encerrar en una habitación y dar tortas en el culo. Suspiró aliviada pues por ahora los dos permanecían callados y comiendo cada uno de su plato.

- Señor LeBlanc, u-usted... ¿a qué se dedica? - preguntó algo tímida pues esa situación le incomodaba muchísimo.

" Seguro que está en paro... tsé "

- Mejor, odio los sonidos incómodos mientras como.
- Entonces será mejor que empieces por callarte tú primero - inquirió el pelirrojo, mirándola aún con más rabia.

Si no fuese una mujer, Fox estaba completamente seguro de que ya le habría cruzado la cara con una patada, y probablemente le hubiese lanzado también la mesa encima. Pero, no podía, ya no sólo por su moral, sino porque alrededor de ellos habían varios periodistas con cámaras, dispuestos a inmortalizar cualquier suceso que pudiese acontecer durante aquel evento. Además, la chica de gafas se había unido a ellos para intentar calmar la situación y ella no tenía culpa de nada. ¿Cómo podía trabajar para semejante arrogante?

- Señor LeBlanc, u-usted... ¿a qué se dedica? - le preguntó entonces.

La mirada de Fox cambió completamente cuando se centró en la mánager, y una amistosa sonrisa se dibujó en sus labios.

- ¿Yo? ¡Yo soy un artista! Trabajo en el taller de mi padre, Cyrano LeBlanc, ¡el mejor fabricante de espejos de toda Italia! No, ¡del mundo! - respondió con entusiasmo - Pero también dibujo y esculpo, y parece que no, pero sobrevivo. Aunque algunos no sepan valorar la calidad... - musitó por lo bajo cambiando totalmente el tono, mirando de reojo y malamente a la violinista.

- ¿Yo? ¡Yo soy un artista! Trabajo en el taller de mi padre, Cyrano LeBlanc, ¡el mejor fabricante de espejos de toda Italia! No, ¡del mundo! Pero también dibujo y esculpo, y parece que no, pero sobrevivo. Aunque algunos no sepan valorar la calidad...

Étoile no dijo nada pues no tenía por qué demostrarle a ese merluzo que le había encantado el dibujo. Pero le llamó la atención, o más bien le trajo recuerdos una de las cosas que había dicho el señor Fox. ¿Fabricante de espejos? ¿Espejos? Mask... Negó con la cabeza y siguió a lo suyo, comiendo despacio y sin molestar a nadie, mientras sus pensamientos volaban nuevamente, recordando una noche muy especial, recordando la noche en la cual, Mask DeMasque la transportó hasta París, dejando que ella tocase para toda Francia en ese momento. Lo que sintió aquella noche hizo que deseara sentirlo todas las noches y también produjo que entrara un sentimiento triste al saber la verdad, y la verdad era que esa noche no volvería a ocurrir nunca más.

En el rostro de Étoile se había dibujado una triste expresión acompañada de un movimiento de tenedor hacia la pasta, comenzó a enrollar ligeramente los spaghettis sin mostrar interés por la conversación, ahora mismo no podía centrarse, sólo podía pensar en él, y sólo en él.

- ¡Vaya hacéis de todo! - dijo también entusiasmada Aoi - Tendremos que visitar hoy mismo esa tienda, así de paso le hacemos promoción ¿os parece?

Fox había esperado alguna respuesta picante por parte de Étoile, pero esta se había limitado a centrarse en su comida. ¡Pues mejor! De todas formas la habría dejado callada dijera lo que dijera, porque jamás iba a permitir que una engreída se jactara intentado dejarlo en ridículo. ¿A qué había venido la actitud del primer día? Como si le estuviese perdonando la vida, pff.

- ¡Vaya hacéis de todo! - dijo la chica, por lo que Fox volvió a mirarla a ella - Tendremos que visitar hoy mismo esa tienda, así de paso le hacemos promoción ¿os parece?

En los labios del pelirrojo se perfiló una sonrisa abierta que mostró su blanca dentadura.

- Me parece, me parece perrrrfecto - dijo dejando escapar una risotada luego - Por cierto aún no conozco tu nombre, y creo que me vendría de perlas, ya que eres la única que se preocupa por el ganador del concurso... - volvió a añadir a regañadientes y mirando de nuevo a la violinista.

A ver si ahora sí se daba por aludida. ¿A qué venía ahora esa cara larga? ¿Se aburría? ... ¡Bah! Ella se lo había buscado por ser tan borde...

- Me parece, me parece perrrrfecto - dijo dejando escapar una risotada luego - Por cierto aún no conozco tu nombre, y creo que me vendría de perlas, ya que eres la única que se preocupa por el ganador del concurso... - volvió a añadir a regañadientes y mirando de nuevo a la violinista.

Ésto ya no lo puedo aguantar más ¿es que no podía callarse? ¿Es que no podía dejarla en paz? ¿No había ella parado? Menudo impresentable. Le dedicó una mirada muy molesta y seria, con un toque de tristeza por todos los recuerdos que azotaban su mente, junto con un golpe en la mesa que hizo vibrar los cubiertos.

- ¿¡Quieres parar de una vez?! - exigió cabreada, aunque por lo sensible que estaba casi saca más de sus emociones, mostrándolas a todo el mundo, pero lo evitó a toda costa, volviendo a ponerse seria - Y ahora si me disculpas, me voy al servicio. - miró fugazmente a Fox de nuevo y luego a Nagisa, yéndose finalmente hacia el baño.

- É-Étoile... - susurró entonces, para si misma y muy preocupada, ¿por qué habría actuado así? Cierto que el chico decía cada frase con una guindilla de postre para Étoile, aunque ella había aguantado, hasta ahora... Miró con el ceño fruncido al señor Fox y prosiguió - Deberíais ser más educado con ella, y os rogaría que lo fuese, a decir verdad no sé de que os conocéis pero aún así un mal día lo tiene cualquiera y deberíais dar vuestro brazo también a torcer.

Y eso era cierto, pues tanto Étoile como Fox la habían pifiado en su día, primero ella había sido algo brusca y grosera con el chico, y luego éste había multiplicado dichos términos por diez mil el día que le tiró, casi literalmente, las monedas a la cara.

Nagisa volvió a desviar la mirada hacia el lavabo y luego hacia el señor Fox.

- No quiero que estéis aquí pasándolo mal, es un concurso, con alguna serie de actividades programadas pero no es el fin del mundo si no se efectúan, si queréis abandonar sois libres de hacerlo.. p-pero... - lo había dicho con mucha educación y a la vez timidez - No quiero que la señorita Étoile siga estando ta... así, y usted tampoco - añadió rápidamente aunque ya había demostrado que se preocupaba muchísimo por la violinista.

Le daría mucha pena que todo acabase así, pero era un premio y no un castigo y aceptaría que el señor LeBlanc quisiera abandonar "la partida".

Nagisa, desconocía porqué la señorita Étoile había dejado de "sonreir" desde un día en concreto, casualmente desde que conoció a Mask DeMasque, quien iba a decirle que lo tenía más cerca de lo que ella misma creía. Étoile por otra parte, había entrado en el servicio con paso fuerte, y yendo directamente frente al espejo para suspirar e intentar tranquilizarse pero delante del espejo sólo podía susurrar melancólicamente un nombre, pues no lo hizo por miedo de que alguien la escuchase y volviera todo a empezar. Cogió un poco de agua y se la echó en la frente, seguidamente se secó y se quedó unos minutos ahí, suspirando y relajándose bajo el aire acondicionado.

Étoile finalmente se había enfadado de verdad, sorprendiendo al mismo Fox, que la miró con los ojos abiertos, siguiéndola con la vista hasta que se metió en los lavabos. ¿Qué mosca le había picado? ¡Tampoco era para tanto!

- Deberíais ser más educado con ella, y os rogaría que lo fuese, a decir verdad no sé de que os conocéis pero aún así un mal día lo tiene cualquiera y deberíais dar vuestro brazo también a torcer.

Fox miró a la joven con seriedad, sintiendo que no sabía lo que decía. Sí, estaba claro que un mal día lo tenía cualquier, y para empezar su semana solía estar repleto de ellos. Pero aún así intentaba tomarse la vida de otra forma, y desde luego todo esto no tendría lugar si Étoile desde un principio no lo hubiese tratado como escoria.

Sabía que ella estaba haciendo su trabajo, y que podía estar sintiéndose mal porque no todo estuviese saliendo como era planeado. Suspiró. Si hubiese sabido que la violinista era la mujer que lo había humillado desde el principio, ni siquiera se hubiera presentado. Pero… lo había hecho y no sólo eso, sino que había ganado, y no podía hacer nada por cambiar la situación.

- No quiero que estéis aquí pasándolo mal, es un concurso, con alguna serie de actividades programadas pero no es el fin del mundo si no se efectúan, si queréis abandonar sois libres de hacerlo.. p-pero… No quiero que la señorita Étoile siga estando ta... así, y usted tampoco.

Volvió a suspirar.

- Escuche, hay que cosas que no se pueden forzar – respondió con tranquilidad – Pero está bien, pondré de mi parte, pero por usted. No quiero que piense que Fox LeBlanc es un impresentable. Es más, va a comprobar que no hay mejor caballero que él.

Le sonrió con confianza antes de levantarse, dirigiéndose hacia la puerta del baño. ¿Qué si sabía ser un caballero? Pues claro que lo sabía ya que, después de todo, él no era otro sino el galán Mask DeMasque. ¿Qué más daba si usaba su encanto a pesar de no llevar la máscara? Sabía que dejaría boquiabierto a más de uno, y por eso no le importaba dejar el orgullo atrás en esos momentos.

Tocó a la puerta tres veces, con los nudillos.

- ¿Shizuma? Vengo a hacer una tregua, pero sólo por hoy. ¿Qué me dices? ¿Vas a poner de tu parte?

Étoile seguía en el baño, frente al espejo. ¿Y si lo llamaba? ¿Y si acababa con todo éste sufrimiento? No tenía claro si él estaba pasando por lo mismo, pero si no sintiera también una punzada en el corazón, ¿cómo es que le había dedicado todas aquellas palabras? Aquel.. aquel beso. ¿No significó nada? No, sí debió significar. No sabía si funcionaría, pero... No tenía el otro a mano. Se aferró al lavamanos, notando como su corazón latía a mil por hora y cuando fue a pronunciar su nombre ante el espejo, otra voz interrumpió dicha llamada junto a unos toquecitos en la puerta.

- ¿Shizuma? Vengo a hacer una tregua, pero sólo por hoy. ¿Qué me dices? ¿Vas a poner de tu parte?

¿Él venía a hacer tregua? Ésto había sido cosa de Nagisa y ella lo sabía a la perfección, siempre tan comprensible con todo siempre tan buena con ella... Negó con la cabeza y abrió la puerta encontrándose con unos ojos azules, unos cabellos rojizos.

- Por supuesto, aunque sólo por hoy - recalcó aunque guiñando un ojo.

No pensaba seguir con ésto y sí él había dado el paso para ir a buscarla al baño y "disculparse" ella tendría también que ceder, aunque seguramente el señor LeBlanc no lo hacía ni mucho menos por Étoile.

Cuando ambos volvieron a la mesa, Nagisa ya no estaba. ¿A dónde habría ido? Sólo quedaban los entrantes sobre la mesa y dos asientos perfectamente colocados. Étoile sonrió, suspirando aún con la sonrisa puesta, esta chica... Se sentó nuevamente en su sitio y señaló la otra silla educadamente para que el chico también se sentase.

- LeBlanc... puedes pedir cualquier cosa, lo que gustes.

Abrió nuevamente la carta, observando así todo tipo de alimentos que servían en aquel lugar, carne, pescado, pastas... Seguramente se descantaría o por el pescado o por la pasta. Levantó así la carta, dejando que la carta ocultara casi su rostro, dejando sus ojos al descubierto, aunque no intencionadamente. Esperó a que el chico abriera su carta y entonces preguntó.

- ¿Habéis decidido algo?

Cuando ya pensaba que Shizuma no iba a salir, finalmente la puerta se abrió, y ella salió accediendo ante aquel pequeño acuerdo. ¿Le había guiñado un ojo? Fox se quedó quieto unos instantes con una expresión de perplejidad en el rostro, antes de seguir a la joven para volver a sentarse a su mesa después de que ella se lo indicase.

La chica de gafas ya no estaba. ¿Por qué se había ido? Así no iba a poder demostrarle que era todo un caballero. En fin...

- LeBlanc... puedes pedir cualquier cosa, lo que gustes.

Fox asintió con la cabeza levemente, para tomar la carta entre sus manos y de pie sobre la mesa, tapándole hasta los pómulos de esta forma. La ojeó con detenimiento, ya que antes no había tenido tiempo con todo el revuelo y ni siquiera había comido de los entrantes que habían servido. Por eso tenía bastante hambre. Sin duda la variedad de platos era abundante, pero no tuvo que estar mucho tiempo para decidirse.

- ¿Habéis decidido algo?

Fox la miró porque le estaba hablando, fijándose simplemente en sus ojos pues era lo único que podía verle ya que a ella también la carta le tapaba la mayor parte del rostro. Notó una sensación extraña en su interior al sentir la profundidad con la que sus ojos oliva lo miraban, pero rápidamente se lo negó a sí mismo. A pesar de la tregua... no podía permitir sentirse intimidado por esa mujer, ¿no? Ni por muchas sensaciones que emanaran sus ojos.

- P-pues sí - dijo sonriente - Tagliatelle a los cuatro quesos.

El pelirrojo le devolvió la mirada, subiendo así su vista azulada por encima de la carta, pues a él también le cubría casi todo el rostro. Fue entonces cuando ambas miradas se cruzaron, aunque Étoile no podía saber lo que estaba pensando él en ese momento, aunque ni siquiera le dio tiempo a pensarlo pues nada más conectar con su mirada, sintió de nuevo ese pinchazo que multiplicaba su dolor a medida que pensaba en él. Esos ojos... le recordaban a alguien, pero pronto se lo negó a si misma intentando volver a serenarse, para dejar de sentir ese amor, ese dolor que le partía el corazón en dos.

- P-pues sí - dijo sonriente - Tagliatelle a los cuatro quesos.

El chico había tartamueado muy ligeramente, y Étoile haría lo mismo, no por imitarlo, no por burlarse. Una pena que ambos viviesen en la ignorancia.

- Y-yo también comeré eso, suena bien - contestó también esbozando una sonrisa y bajando la carta en esos momentos, pudiendo así verla Fox.

No tardó pues el camarero en llegar y fue la misma Étoile quien pronunció lo que ambos querían. El camarero trajo un vino blanco, uno de los mejores que no tardó en servir a ambos, echando un poco en ambas copas. Étoile cogió la copa educada y frágilmente, moviéndola un poco haciendo que el líquido girase y viendo el gran sabor que seguramente tendría. ¿Sería maleducado no proponer un brindis? Las cámaras habían dejado de apuntarles en esos momentos y lo que más había era periodistas, seguramente con un salario de mala muerte, apuntando vete a saber qué sobre ellos dos.

No tardó entonces en suspirar y mirar a su... invitado.

- ¿Un brindis? - propuso - Por... la tregua.

Étoile decidió pedir lo mismo para comer, y el camarero no tardó en aparecer por la mesa, tomando enseguida el pedido aunque antes de entregarlo a cocina, trajo a la mesa una botella de vino blanco que sirvió en las copas de ambos. Fox cogió la botella de la hielera, observando que se trataba de uno exquisito y de buena cosecha, y no tardó en alzar la copa moviendo ligeramente la muñeca, para disfrutar de su distinguido olor.

- ¿Un brindis? - propuso entonces Étoile - Por... la tregua.

¿Por la tregua? Un motivo un poco soso para un gesto tan elegante, al menos a ojos del pelirrojo, quien alzó la copa pero no llegó a tocar la de la chica, todavía pensando en qué poder añadir al brindis.

- Por... - musitó.

Se le ocurrían mil cosas, la verdad, como esperar que durase hasta la noche, como hacer un cumplido a sus ojos, como pedir escucharla con el violín. Pero sabía que aquello no era más que una tregua, y por eso sus palabras carecerían de significado. Era muy probable que Étoile pensase que exageraba, o peor, que volviera a mofarse de él con sus dejes de superioridad, y Fox no tenía intenciones de que la violinista ridiculizase su exceso de caballerosidad.

- ... Sí, por la tregua.

Chocó su copa con la de ella, haciendo que ambas tintineasen, para a continuación llevarse la copa a los labios sin dejar de mirar al frente. Notó el refrescante sabor del vino descender, y soltó un tenue suspiro de satisfación al volver a depositar la copa sobre el mantel.

- Buenísimo. No pensé que tuvieses gusto para los vinos - dijo, pero no con el tono desagradable de siempre sino... como comentario, y posible inicio de una converación.

LeBlanc se quedó pensando durante unos segundos pero finalmente aceptó, haciendo chocar su copa con la de Étoile dejando que un tintineo invadiese aquel restaurante en el cual sólo iban a servirle a ellos dos pues no había nadie más. Étoile se llevó la copa a sus labios, saboreando aquel transparente líquido. Como ella pensaba, seguían sirviendo uno de sus preferidos y eso le encantaba.

- Buenísimo. No pensé que tuvieses gusto para los vinos

- Supongo que es cosa de familia - dijo mostrando una sonrisa - A mi padre le encantaban los vinos - añadió.

Tras pronunciar dichas palabras, se acercó la copa a la nariz para poder oler y gozar. Sí, de muy buena cosecha, sí señor. No tardó pues en beber otro sorbo, pequeño, y dejar finalmente la fina copa sobre la mesa. Observó a lo lejos como el camarero venía con los dos platos, por lo que cogió la servilleta y la puso en su regazo. No tardaron pues en servirles la comida.

- Buen provecho, ¿estará tan bueno como el vino? - era una "pequeña broma", supuestamente.

El camarero llegó con los dos platos de tallarines en ambas manos, depositando uno en primer lugar delante de Étoile para después hacer lo mismo con el pelirrojo. Fox cerró los ojos sintiendo el exquisito aroma de los quesos fundidos sobre la pasta, no tardando en colocar también la servilleta sobre su regazo.

- Buen provecho, ¿estará tan bueno como el vino

Fox sonrió y tomó en sus manos los cubiertos, comenzando luego a enrollar los tallarines en torno al tenedor ayudándose de la cuchara.

- No tardaremos en averiguarlo - dijo, llevándose a continuación el primer bocado a la boca.

Estaba realmente delicioso.

- Mmmm... - murmuró, pensativo después de haber saboreado la pasta - Creo que no te va a gustar. Mejor me quedo yo con tu plato, ya sabes - bromeó, haciendo ademán de robarle el plato.

Su compañero, Fox, le dedicó una sonrisa para luego comenzar a enrollar los tallarines alrededor del tenerdor ayudándose, finamente, con la cuchara. Étoile lo hacía de igual manera, había mucha gente que no usaba tenedor, y no pudo evitar fijarse en el detalle e que él sí que lo hacía.

- No tardaremos en averiguarlo - dijo entonces llevándose el tenedor hacia la boca, y saboreando al fin los tallarines.

Shizuma se quedó espectante viendo la reacción de su compañero, no se le pasaba que pudiesen estar malos, aún así siguió contemplándole.

- Creo que no te va a gustar. Mejor me quedo yo con tu plato, ya sabes - bromeó, haciendo ademán de robarle el plato.

Sin embargo Étoile le miró de forma desconfiada posando la última parte del mango sobre la mano del chico, aunque cuando hizo este gesto, sonrió.

- Permíteme dudarlo, LeBlanc - comentó para luego enrollar ella misma los tallerines en el tenedor y por fin degustarlos.

No tardó entonces en comprobar, lo terriblemente bueno que estaba. Abrió los ojos impresionada pero pronto volvió a su estado normal. Ambos comenzaron a comer en silencio, sin dedicarle ninguna palabra al otro. Shizuma era consciente de que la amabilidad que le estaba otorgando LeBlanc, era pura pantomima, pero le daba rabia ver que él estaba actuando y ella simplemente no, pues se daba cuenta de que cuando él era "amable" ella actuaba fríamente, aunque con normalidad ante él, llegando hasta sonreir. De todas formas, siguió para ambos el espectáculo, mientras las cámaras estaban deseosas por observar algún que otro enfado más entre ellos, como los del principio.

Siguieron pues comiendo, hasta terminar el plato, el cual devoraron casi al mismo tiempo. Colocaron los cubiertos sobre el plato y boca abajo, no tardando así en verlo el camarero para ir hacia ellos con una carta de postres en la mano. Shizuma miró a Fox por un momento, pero supuso que no importaría, conocía los postres de este lugar, tan decorados, tan meticulosas y hasta espectaculares. Y qué decir del sabor, indrescriptible.

El camarero sólo había traído una carta, y Étoile se permitió el lujo de pedir ella misma el postre. Un postre que tenía un buen nombre y una buena descripción. Miró a LeBlanc durante unos segundos, ¿le pegaba esos sabores? Sí. A pesar de a veces aparentar un niño malcriado, estaba dando a entender que era un galán con quien se lo merecía, aunque por ahora, sólo era teatro ante los ojos de la violinista. Ésta, desvió la mirada durante unos segundos, aún seguían en silencio y a la propia Shizuma le estaban poniendo nerviosa las cámaras aunque no dejó que ésto se notara, sólo tenía la misma mirada melancólica de siempre.

No tardaron mucho el servir el postre. Era un... un único plato. Eso no estaba en los planes de la peligris, esperaba que el chico no se lo tomase a mal, que no lo creía pero bueno. Al posar el camarero el plato sobre la mesa, pudieron contemplar la belleza que éste desprendía. Había una bola de helado, todavía sin captar el sabor de éste, rodeada armónicamente y de forma perfecta, por tres rosas blancas, o lo algoque las simulaba que tenían un pequeño tono de verde pero que no se llegaba a percibir si no te acercabas bien. Un barquillo yacía sobre la propia bola de helado, y todo el postre en conjunto estaba perfectamente descorado con ondeantes hilos de sirope de chocolate que le daban aún mejor pinta al postre. En otro pequeño plato habían dos tenedores puestos sobre una servilleta de tela que esperaba ser empuñados por los inocentes que aún no sabían la verdad sobre el otro.

- Tiene... una pinta deliciosa - comentó por fin Étoile, rompiendo así el silencio.

A pesar de haberse tomado el almuerzo con calma, intentando mantener los modales en aquella situación en la que más bien quería devorar los tallarines hasta poder lamer el plato si era posible, Fox terminó su último bocado prácticamente al mismo tiempo que su acompañante. Se limpió los labios con la servilleta para después volver a dejarla reposar sobre sus muslos, no tardando en saborear el poco vino que quedaba en su copa. No se sirvió más.

A los pocos minutos el camarero retiró los platos, ofreciéndoles la carta de postres. El pelirrojo dejó que fuese Étoile la que escogiese, más por caballerosidad y compostura que por confianza. Una vez hubo elegido uno, el ambiente se apoderó de un gran silencio que sólo era perturbado de vez en cuando por el ruido de las cámaras. Le ponían de los nervios.

Por suerte aquella tensa situación apenas duró unos minutos, ya que no tardaron nada en traerles el postre, que sin duda dejó a Fox con los ojos abiertos como platos, mientras que su olfato percibía el ducle y delicioso aroma, y su paladar intentaba imaginarse el sabor que tendría ese postre de tan exquisita pinta.

- Tiene... una pinta deliciosa.

Y tanto. No podía esperar a probarlo pero... tendría que hacerlo. "Las damas primero", y él iba tener que comportarse como un caballero durante todo el día. La mano que había levantado hacia sus cubiertos fue devuelta bajo la mesa. Sus ojos azules se posaron en Étoile, intentando mostrarse lo más sereno posible.

- Adelante.

Una vez la joven hubo probado el postre, Fox por fin pudo lanzarse a probarlo. Cogió helado y parte de una de las perfecta rosas de chocolate blanco, llevándoselo a los labios. Su paladar pronto sintió el sublime estallido de sabores dulces, disfrutando de aquella cucharada pero ansiando a apresar más postre.

- Jo-der.

- Adelante.

Le hizo algo de gracia que LeBlanc le dejara el primer bocado a ella, pues había visto su expresión al ver tal postre y su movimiento de manos directos a devorarlo, pero también vió como bajó dichas y las posó sobre su regazo, para finalmente acceder a que ella lo probase. Por eso tardó más en coger un poco de helado junto a un trozo de la rosa blanca que degustó bastante. Increíble, sublime. No tardó entonces Fox en probar el postre.

- Jo-der.

Étoile rió ligeramente por el comentario tan espontáneo que había tenido.

- Me alegro de te.. - ¿te? Se le había escapado ¿por qué? - Os guste, LeBlanc.

Juntos devoraron aquel delicioso postre y cuando terminó todo ya estaba pagado, pues estaba a cuenta de todo aquel concurso. Se levantó y luego le explicó a Fox que harían un tour por Venecia, enseñándole lo más bonito de ella, lo que no le informó es que a final de la noche, seguramente para agradecerle todo, tocaría el violín para él, aunque eso... Podría desvelarse más tarde.

- Puedes elegir el rumbo ¿se os apatece ver algo en concreto?

Las cámaras pronto se acercaron a ellos, colocando un micrófono para oir la respuesta de Fox. Pero Shizuma se estaba hartando, es más... Hartando demasiado. Era una locura, ella sabía que lo era, pero estaba harta y nunca cometía nada semejante, nunca hacía lo primero que se le pasaba por la cabeza por lo tanto lo hizo y sin pensar. Cogió la mano de Fox y comenzó a correr en dirección un callejón que se conocía de sobra. Gracias a su piedra se percataba de los pasos de los demás y cuando podrían verles o no. Sin embargo, halló un punto muerto, donde las cámaras ya no eran problema. Respiró hondo y luego le miró algo avergonzada.

- Lo siento, pero sólo habíamos comido juntos y las cámaras me estaban... crispando los nervios, disculpe.

A Fox le hubiese gustado llevarse más postre al estómago, pero lo cierto es que cogía poca cantidad en cada cucharada para no quedar como un poseso, y también para cederle la mayor parte a su acompañante, pese a lo poco que le gustaba la idea. ¿Cuántas veces iba a poder probar un dulce tan exquisitamente elaborado como ese? No tardaron, pues, mucho en acabarlo, y por fin pudieron levantarse para ir hacia otro lugar, aunque... las cámaras los seguían muy de cerca.

- P-pues... - balbuceó el pelirrojo para responder a la pregunta de la joven, bastante abrumado por el acoso de aquel micrófono.

Sin embargo, antes de que otra palabra saliese de sus labios, sintió un tirón de la mano. Se sorprendió de buena manera al observar que era la propia Étoile quien lo arrastraba tras ella, pero no prestó oposición alguna sino que la siguió por los callejones de la ciudad. Él se los conocía todos al dedillo, evidentemente, aunque era bastante divertido no tener el control de la situación por una vez.

No tardaron mucho en despistarlos, y Fox sentia bastante curiosidad por los planes de la violinista. Jamás hubiese pensado que alguien como ella hubiese podido actuar de esa manera. La miró con una sonrisa en sus labios, contemplando su expresión abrumada.

- Lo siento, pero sólo habíamos comido juntos y las cámaras me estaban... crispando los nervios, disculpe.

Fox negó tenuemente, alzando el brazo para apartar un mechón del rostor de Étoile, que seguramente se había desprendido de su agarre durante aquella espontánea carrera. El gesto se prolongó más de lo que hubiese querido, o tal vez pretendido, ya que durante unos instantes se quedó inmerso en la profundidad de sus ojos color oliva.

- Me puedes tutear - dijo por fin, dejando reposar el brazo - Esa ha sido una buena, ¿qué vas a hacer ahora? La verdad es que yo ya estaba por darles de ostias.

El pelirrojo negó muy ligeramente con la cabeza, lo suficiente para que lo viese Étoile y se quedase más tranquila al comprobar que no se había molestado por la reacción de la violinista frente a las cámaras. Es más el gesto que hizo de apartar un mechón de su propio rostro la dejó algo desconcertada, y no pudo evitar sorprendese mirándole a los ojos durante ese tiempo, seguramente por eso ni se dio cuenta de la prolongación de aquel gesto.

- Me puedes tutear - dijo entonces apartando el brazo y dejándolo junto a su cuerpo, reposando - Esa ha sido una buena, ¿qué vas a hacer ahora? La verdad es que yo ya estaba por darles de ostias.

Étoile agradeció interiormente lo de tutearse, pues estaba siendo algo incómodo pero no por el hecho de ser educados. La expresión última que utilizó el chico hizo que riera ligeramente moviendo ligeramente los hombros hacia arriba y hacia abajo, con una mano posada sobre sus labios educadamente para no faltar mucho al respeto.

- No tenía ésto en mis planes, si te soy sincera - confesó.

Había dos cosas que Étoile podría decirle, y era si realmente quería seguir paseando por toma Venecia con ella, o que si simplemente quería irse y no verla más. Pero no sabía como decírselo y cada frase que pasaba por su mente era como una proposición a una media cita o algo parecido, aunque por supuesto, dijera lo que dijera Shizuma, sabía que Fox no lo interpretaría de esa manera, pero ni por asomo.

- Pues... - desvió la mirada unos segundos y luego volvió a dedicársela - Podríamos seguir con lo previsto... Aunque cambiando el orden de los lugares - propuso al fin - Pero por supuesto, eres libre de irte si es lo que quieres.

No lo dijo con tono áspero sino... también como una sugerencia en todo, pero en realidad estaba comprobando que no era tan terrible estar con ese maleducado, chulo y... encantador artista.

La risa de Étoile lo cogió desprevenido, pues no pensaba que alguien como ella pudiese reírse ante un comentario suyo, y estaba completamente seguro de que había sido natural. Se sintió más relajado, preguntándose si al final era cierto que podían soportarse ligeramente el uno al otro. Pero sólo ligeramente, claro.

- No tenía ésto en mis planes, si te soy sincera - confesó ella - Pues... - murmuró, pensativa - Podríamos seguir con lo previsto... Aunque cambiando el orden de los lugares. Pero por supuesto, eres libre de irte si es lo que quieres.

Fox no necesitó mucho tiempo para saber cuál iba a ser su respuesta, lo que le sorprendió a sí mismo. Bueno, sólo quería cumplir con la tregua y nada más. Eso era, sí.

- Vamos a dar el paseo en góndola - dijo con seguridad, y ofreciéndole el brazo para que pudiera engancharse - Luego te enseñaré un sitio - añadió con un guiño.

Shizuma estaba casi al cien por cien segura de que LeBlanc rechazaría esa proposición, sobre todo cuando recordó la manera en la que se habían tratado el uno al otro nada más verse, por lo que ya iba a pensar otra cosa que hacer ella sola, cuando el chico respondió.

- Vamos a dar el paseo en góndola - contestó entonces, ofreciéndo su propio brazo a la violinista para que pudiese agarrarse a éste - Luego te enseñaré un sitio

¿Paseo en góndola? Sonaba muy bien. Además, eso no estaba preparado hasta mucho más tarde, así que ni se le pasó por la cabeza que pudieran descubrir las cámaras que se encontraban en aquel lugar, sobre todo porque ni por asomo enviarían a mil cámaras a cada lugar de visita estimado por Nagisa Aoi.

- Perfecto - respondió entonces la peligris, agarrando el brazo del chico.

Cierto fue que le entró bastante curiosidad sobre el sitio al cual la llevaría luego.

- Es inútil que pregunte sobre ese "sitio", ¿verdad? - rió levemente y comenzaron a caminar.