E-mail [Privado]

[2 de Mayo a las 20:00]

No paraba de darle vueltas al mismo asunto, una y otra vez. Fabrizzo... ¿Estaría bien? ¿Vivo? ¿A salvo? No paraba de reprocharse una y otra vez no haber podido llevárselo con él, a pesar de saber que no hubiera sido posible hacer tal cosa dada la situación. Hacía días que no comía, desde que tuvo lugar aquel trágico suceso, y tampoco lograba conciliar el sueño. No hacía sino comerse la cabeza e investigar los movimientos de su padre. Pero nada de eso la llevaba hasta él.

Cerró la llave de la ducha pero no se movió. Permaneció allí, inmóvil, dejando que las gotas de agua resbalaran por su cuerpo, observando el suelo de la bañera. Se sentía tan desolada, tan impotente, tan... Angustiada. Cuando por fin corrió la cortina y salió de la bañera habían pasado más de veinte minutos. Se secó con parsimonia y se quedó con la toalla enrollada en el cuerpo. Aún no había decidido si intentar dormir o salir a emborracharse. Estaba segura de no poder conciliar el sueño tampoco aquella noche, así que la imagen de un vaso de vodka con hielo se veía cada vez más nítida en su mente.

Se sentó en la mesa del ordenador, sin saber realmente porqué, dado que no habrían noticias de su maestro. Sin embargo, dio un leve brinco en la silla al ver que en su bandeja de entrada había un mensaje. ¿Habría logrado averiguar dónde tenían retenido a Fabrizzo tan rápido? Sin perder ni un segundo, abrió el e-mail y comenzó a leer.

Querida amiga:

Te escribo para que sepas que me encuentro bien, tu padre me llevó muy lejos al sur, espero que tengas eso que es tan preciado para mí y que puedas enviármelo bien oculto por correo a la dirección que te daré al final del mensaje, lo necesito para poder verte de nuevo en mi corazón, bueno, me despido que tengo visita. Espero que volvamos a vernos en Venecia, y espero que tú también estés bien allá en Atenas.

Besos…

PD: Espero que algún día podamos volver a casa de tu padre a devolverle el favor que me hizo.
PD 2: La dirección es esta…

Su corazón se encogió al leer aquello. ¡Era él, no había duda! Decía que se encontraba bien, por lo que parecía ser que no le habían torturado o algo peor. Se alegró sumamente de leer aquellas líneas, más incluso de lo que esperaba en un principio. Sonrió al leer la primera postdata. Eso podía darlo por sentado. Apuntó la dirección que le daba en la segunda postdata en un papel. Lo leyó otra vez. Y otra. Y otra. Y otra. Y otra. Y se detuvo especialmente en unas palabras: "lo necesito para poder verte de nuevo en mi corazón". Sonrió.

Rápidamente se levantó de la silla y buscó su piedra. La tenía guardada en la caja fuerte del cuadro del pasillo. La metió en uno de los múltiples sobres que guardaba en el primer cajón de su escritorio tras escribir la dirección en éste. No puso remitente, por si acaso. Tan sólo puso: "envío urgente". Ese sobre lo metió en uno acolchado, para disimular el bulto de la piedra. Ahora sólo tenía que enviarlo al buzón. Pero antes, respondería al e-mail.

Querido amigo,

Me alegra saber que te encuentras a salvo, espero que sin un rasguño o por lo menos sin heridas serias. Te envío eso que tanto aprecias en un sobre acolchado y sin remitente. Quisiera preguntarte tantas cosas... Pero no es el momento. Cuídate mucho y avísame si necesitas mi ayuda.

Besos,

Tu griega preferida.

PD: Da por hecho que las cosas no se van a quedar así.

Se vistió con su atuendo de motera y salió de su casa tras asegurarse de dejarla bien cerrada. La echó al primer buzón que vio, volviendo a sonreír y luego cerrando los ojos unos instantes, dando las gracias porque él estuviera a salvo. Ahora sí que le apetecía ese vodka, pero en vez de para olvidar, para celebrar.

Había pasado meses desde que empezó a recopilar información sobre la llamada resistencia, un grupo que según tenía entendido se dedicaba a fastidiar a la llamada Agencia, contactos, amigos y alguna que otra información "comprada" le habían llevado hasta Atenas exactamente a la residencia de una tal "Señorita Sez Argonar" en la zona residencial de Plaka, quería saber toda la verdad sobre la resistencia que tan poco a poco iba cobrando interés entre la gente, quería hacer algo con el poder que había heredado de su padre en vez de ignorarlo como él hizo.

Una vez hubo bajado del jet, cogió el coche y fue a visitar a la señorita Argonar, cómo no sabía nada de la resistencia que hubiese comprobado él o que proviniese de alguna fuente fiable aparcó el coche un poco antes de llegar a su residencia, se equipo de una pistola y de un cuchillo que ocultó en el pantalón, a parte de llevar colgada, por supuesto, la piedra de su familia, y continuo andando el recorrido que aun faltaba hasta que llego a la casa mas grande que había en la zona, al parecer la resistencia tenia sus recursos económicos.

Una vez llego a la puerta de la casa utilizó sus poderes para hacer aparecer por la zona algo de bruma, disimuladamente, que pareciera niebla provocada por el mar a esas horas de la noche, lo que provoco que un blanquecino mechón apareciese en su pelo. Llamó al timbre, al parecer, después de esperar un rato, observó que no había nadie en casa ¿acaso estaba equivocada la información que había recibido? llamó una segunda vez al timbre para cerciorarse y esperó otro rato...

[FDI: Es de noche, no por la mañana xD]
[DDI:]

Cuando volvió de enviar la carta se sentía mucho mejor. Había vuelto a albergar esperanza en su interior. Aparcó la moto en su garaje y salió por la puerta que daba a la casa. Subió las escaleras y, de pronto, escuchó el timbre de la puerta. No se había fijado en que hubiera alguien por fuera de su casa, la verdad, se había levantado una repentina neblina que cubría el frente de la casa. Cosas de vivir cerca de la playa.

Dejó las llaves de su casa encima de una de las repisas y se acercó hasta su puerta. Miró por la mirilla pero sólo se encontró con más neblina, aunque le parecía distinguir una figura entre ella. Tal vez fuera una trampa... Abrió el mueble que estaba más próximo a la puerta y sacó una pistola de 9mm. La cargó y abrió lentamente la puerta con una mano, sin asomarse. Tenía el fechillo puesto, por lo que la puerta no se abriría más que dos o tres centímetros.

- ¿Quién es? - preguntó.

[FDI: Ups xD]

Al parecer estaba equivocado, si que había alguien en esa casa, tras los pocos segundos de llamar al timbre por segunda vez la puerta se abrió, entornándose y dejando un estrecho hueco por el que solo escapó un sonido, la voz de una mujer que preguntaba sobre su identidad.

- Mademoiselle Argonar ¿Es usted? Dijo con una sonrisa en su cara, intentando aparentar simpatía.

Ante todo, y en los tiempos que de ahora, quería causar una buena primera impresión, sobre todo si quería ganarse la confianza de aquella señorita antes de preguntarla sobre La Resistencia, que, con lo delicada que es esa información, no debía caer en malas manos.

Sez enarcó una ceja, preguntándose quién estaría tras su puerta. No consideró prudente asomarse por el hueco abierto, pues podría ser una trampa y acabar con un tiro entre ceja y ceja.

- ¿Quién lo pregunta? - preguntó, aún desconfiada.

[FDI: Chibi ^^"]

Todavía la mujer que estaba tras la puerta no había enseñado su rostro ¿tal vez no se fiaría de el o tal vez no se trataba de quien había oído hablar? Bueno no creía que decir su nombre sirviera de mucho pero ya que lo preguntaba con tanto ahínco...

- Soy Benoît La'nusse, no se si le sonara de algo mi nombre.- Dijo con esperanza de que lo conociese y le invitase a entrar, la niebla que había formado como precaución no era muy agradable.

- Pues no, no me suena. - respondió.

Abrió la puerta. Para ello tuvo que cerrarla y quitar el fechillo, volviéndola a abrir dos segundos después. Se dejó ver, se apartó hacia un lado y lo invitó a pasar. Tal y como denotaba su voz, era un chico muy joven. Demasiado para ser de la Agencia.

- Por eso sé que no eres una amenaza. - añadió - Pasa, rápido.

Una vez le abrió la puerta aquella mujer se dejó ver, era una mujer de estatura normal, pelo rubio y sexy, le invitó a pasar dentro cosa que estaba deseando, mientras entraba se vio reflejado en un espejo y se intento disimular el mechón blanco que tenia su pelo.Una vez dentro se quito la chaqueta y se acomodó un poco vaya... esta casa es tan lujosa por dentro como por fuera. Después empezaría a preguntar sobre La Resistencia, que al fin y al cabo, era para lo que había venido puesto que aquella chica, era su única pista para llegar a ella pero antes intentaría ganar su confianza.

- Vaya, bonita casa ¿La ha diseñado usted señorita...?- Dijo con la intención de que se presentase

Se preguntaba si en la resistencia usaban también piedras, como la que él tenia, había oído hablar de que habían mas familias que las usaban pero al fin y al cabo nunca había conocido a otra persona que las usase y aquella persona no tiene la apariencia de una persona que posee una piedra, aunque bueno, él no es el mas indicado para decir eso.

El chico pasó al interior de la casa y Sez cerró la puerta al instante, poniendo de nuevo el fechillo. Se desprendió de su chaqueta y se acomodó. Ella recogió su chaqueta y la llevó hasta el perchero de la entrada, situado al lado de la puerta.

- Sez. - por ahora sólo le diría su nombre, su apellido era demasiado famoso, por desgracia.

No parecía ser de la Agencia, en absoluto. Lo cual la intrigaba más aún. ¿Qué querría aquel chaval? No portaba nada, así que no era un vendedor ambulante. De todos modos, no es que los vendedores ambulantes trabajen a esas horas. Pero, de momento, no se le ocurrían más posibilidades.

- Más o menos. - respondió a su pregunta - ¿Quieres tomar algo? - le ofreció luego.

Vaya, la chica no se había mostrado muy habladora, la verdad que la comprendía, no iba a decir nada importante a un extraño, pero, le invito a tomar algo y rechazar una invitación sería algo descortés por su parte.

- Sí, un poco de agua, por favor.- Le respondió

Mientras ella le traía el agua se entretenía observando detalladamente aquella casa, la verdad que era preciosa y bastante cara pero tampoco parecía una "base secreta" de La Resistencia. Una vez le hubo traído el agua le pregunto un poco mas directamente.

- Dígame ¿ha oído hablar de la resistencia? Dijo un poco más serio.

Sez fue a buscar el agua que el chico le pidió, muy educadamente, por cierto. En realidad, había sido cortés desde que apareció, lo que confirmaba su sospecha de que no trabajaba para la Agencia. Nada más entregarle el vaso, él le preguntó algo que la desconcertó, hecho que se denotó en su expresión de confusión mezclada con sorpresa.

- ¿Qué sabes tú de la Resistencia? - le preguntó.

¿Cómo había obtenido esa información? ¿Sería un señuelo enviado por ellos para que le contara todo?

Vaya, como se temía, Sez se había quedado sorprendida por su pregunta, pero bueno ya había llegado el momento de ir directamente al grano con ella. Bebió un trago de agua y decidió mostrarle sus intenciones.

- Solo sé, que se dedica a "hacerle la puñeta", disculpa la expresión, a La Agencia, que esta empezando a ganar fama por la gente de a pie y que me gustaría pertenecer a ella.- Dijo con serenidad.

Una vez se lo soltó todo se quedo algo aliviado, ahora solo faltaba ver como reaccionaba ella.

Así que el chaval quería unirse a la Resistencia... Interesante. Era muy joven. En otros tiempos, Sez le hubiese dicho que no, pero ahora necesitaban todos los aliados posibles. Aún cuando no todas las opiniones estaban unificadas en la Resistencia, todos sus integrantes tenían algo en común: eliminar la Agencia. Una vez ese asunto se solucionara, esclarecer el tema de las piedras sería mucho más fácil.

- Entiendo.

Meditó unos segundos. Ahora era ella la que necesitaba un vaso de agua; o más bien un whisky, pero mejor dejarlo para otro día. Fue a buscar otro vaso de agua y se lo bebió de un trago en la cocina. Se sirvió otro y trajo consigo la jarra de agua. Se sentó en el sofá.

- ¿Y por qué quieres unirte a la Resistencia? - le preguntó.

Pues no se lo había tomado mal, dentro de lo que cabe claro está ya que había ido a la cocina a y ha vuelto con una jarra de agua para después preguntarle el porqué de su interés por ingresar en La Resistencia, aunque bueno eso era una historia un poco larga y no había una razón principal por la que él quisiese entrar en ella, pero sabía que lo que no iba a hacer era ignorar la existencia de la piedra como su padre.

Bebió un trago de agua y desvió la mirada hacia el suelo, tocaba sincerarse un poco.

- Pues... quiero usar mi piedra... creo que es un don que se me ha dado y quiero usarlo para ayudar a los demás-

La verdad que el mismo sabía que parecía muy ñoño pero era realmente lo que quería.

Sez enarcó una ceja mientras lo miraba, algo incrédula. Así que tenía una piedra...

- Déjame verla. - le dijo.

Pero entonces se dio cuenta de que la tenía atada al cuello. Parecía tan normal que ni se le habia pasado por la cabeza que era una piedra como la suya. Le había parecido un trozo de pirita o algo por el estilo. Se acercó más a él y tomó la piedra con dos manos, sin quitarle el collar en el que la portaba, y la observó con detenimiento. Tras varios segundos, la soltó y se levantó del sofá.

- Quiero ver lo que hace.

Deseaba que no fuera demasiado espectacular, o tendría problemas. Ambos los tendrían.

Se sonrojó algo cuando Sez se le acercó repentinamente para observar la piedra que tenía colgada del cuello desde que entro en su casa hasta que levantó y dijo que la enseñase el poder que la piedra poseía, la verdad que ese poder ya se lo había demostrado anteriormente, si no se había dado cuenta confirmaba que había creado la niebla muy disimuladamente.

- ¿No has notado algo de niebla?- Dijo con picardía.

Al tiempo que la contestó nuevos mechones blancos aparecieron en su castaño cabello mientras comenzó de repente a llover.

¿Niebla? ¿Se referiría a la neblina de antes? Vaya... Y ella pensando que era por el mar. En realidad, ya la había visto antes y no pudo distinguir que había sido provocada. De pronto, aparecieron varios mechones de pelo blancos en los cabellos del joven. Súbitamente se escuchó el ruido de la lluvia. Sez miró por la ventana y comprobó que estaba lloviendo.

- Así que controlas el clima... - dijo.

Meditó. A la Agencia no es que le interesara mucho cambiar el clima, no veía en qué podía beneficiarle eso, así que tal vez no corrieran ningún peligro.

- No está mal. - añadió luego.

A ella sí que se le ocurrían un par de cosas que podrían hacer con ese poder. Congelar los ordenadores de la Agencia, por ejemplo. Esa idea le gustó.

- Bien. Puede que tengas piedra, pero no es fácil entrar en la Resistencia. Principalmente, porque ahora mismo estamos disueltos. Por precaución, dejamos de reunirnos hace meses y ahora estamos a la espera de poder citarnos. - le dijo.

Una espera que ya duraba más de un año. Pero Sez sentía que pronto volverían a la carga. Oh, sí. Ya lo creía.

Parecía que a Sez no le había disgustado el poder que le otorgaba su piedra, a el mismo tampoco le parecía inútil ya que había pensado distintas formas de ataque y de defensa que podría hacer con el control del clima, y las ventajas que le proporcionaba su piedra.

Pero... al parecer la resistencia estaba disuelta, vaya chasco... no sabía si estarían durante meses, días o años. Total le tocaba esperar.

- Oh vaya... bueno, si volvéis a la carga llamadme- Dijo entregándole una tarjeta con su datos de contacto.

- Por cierto, si no es indiscreción ¿cual es el poder de su piedra?- Dijo con curiosidad, por que si sabía lo que era la piedra de Benoît debería tener una o saber mucho sobre esas piedras.

[FDI: En la tarjeta te pone email, teléfono y dirección xD]

Tomó la tarjeta que le entregó y la leyó. Tenía sus datos personales: nombre, apellido, dirección, e-mail y teléfono. La guardó en el bolsillo de su pantalón y miró al chico una vez le hubo hecho aquella pregunta.

- Control del tiempo. - se limitó a responder.

Había dudado de si debía decírselo, pero finalmente decidió convencerse de que no era una amenaza. En cualquier caso, aunque lo fuera, tenía su piedra escondida y a salvo, así que no lograría demasiado si era eso lo que buscaba.

Así que control de tiempo... La Resistencia utilizaba piedras muy poderosas por lo que se ve, con una piedra como esa no podría para nunca de imaginar sus múltiples usos, pero bueno hasta que la resistencia no se reorganice no podría hacer nada, solo tocaba esperar.

- Interesante... - Susurró - Bueno pues, es hora de irme, si surge algo llámame, esperare con ansias- Dijo sonriendo.

Sez asintió con la cabeza.

- Descuida, lo haré.

Recogió los dos vasos que esaban sobre la mesa y se dispuso a llevarlos a la cocina, pero antes se giró para decirle una cosa más al chico.

- Pero no esperes que sea pronto. - añadió.

Tal y como estaban las cosas, era imposible reunificarse ahora y era un proceso que iba para largo. Mejor así, sería mucho peor precipitarse y acabar bajo tierra.