Cuestión de confianza [Étoile]

[14 de abril - Noche

Si cupiese la posibilidad de que su padre lo estuviese observando de alguna manera, Fox era consciente de que al llegar a casa se le caería el pelo. Por suerte sabía que eso era poco probable, así que el cargo de conciencia que sentía era mínimo. Sabía que acababa de arriesgarse mucho, sobre todo mostrando así como así su poder a una desconocida enmascarada, pero había sido un impulso tan grande que ni se había parado a plantearselo. Sí, era posible que se estuviese equivocando desde que había escuchado la melodía del violín, pero que le quitasen lo bailado.

Aún con la dama en brazos, Fox salió a la luz en suelo parisino. Bueno, no suelo exactamente ya que estaban a más de 300 metros de altura. Tal y como había pedido la joven, ahora mismo se hallaban en lo más alto de la Torre Eiffel. Para el chico no había sido muy difícil encontrar el camino hacia ese espejo, pues era uno que se sabía de sobra de todas las veces que frecuentaba el famoso monumento. Todavía no llegaba a explicarse qué demonios haría un espejo allí arriba, y cada vez que le preguntaba a su padre, éste esquivaba la pregunta con una sonrisa misteriosa. Era de suponer que debía ser cosa de los LeBlanc.

Dejó con delicadeza a su acompañante sobre el suelo, y la miró con curiosidad. Su padre le había dicho que era posible viajar en compañía por los espejos, pero como nunca lo había probado no podía saber si para otra persona resultaba una experiencia agradable.

- ¿Todo bien?

Millones... millones de espejos eran los que podía contemplar Étoile en esos momentos. Pero no dijo nada y se limitó a mirar hacia otro lado, hasta que el ladrón se metió por otro espejo que finalmente como se esperaba Étoile pararía en la Torre Eiffel, pero no sólo en la Torre... sino en lo más alto como había pedido ella. El viento azotó los cabellos sueltos de Étoile, mientras Mask DeMask la depositaba cuidadosamente en el suelo. Había llevado todo el trayecto el violín posado sobre su costado para evitar cualquier deterioramiento.

- ¿Todo bien?

Étoile se colocó ligeramente la falda del traje y ajustó de nuevo su sombrero y antifaz. Así que su piedra le permitía hacer eso, pues menuda suerte. Debía ser una suerte por un parte, por poder ir a donde quisieras cuando quisieras, que es lo que le vendría bien a Étoile para relajarse días como hoy.

Se giró hacia el ladrón.

- Sí, todo bien - respondió.

Entonces su piedra volvió a activarse, notando como unos guardias rondaban por ahí, cogió inmediatamente al ladrón de la mano, hasta un punto muerto donde los policías no pudieron ver nada, sin embargo pudo oir como comentaban que por fin había acabado su turno y ya pronto se irían. Étoile colocó la mano en el pecho del ladrón, impidiéndole así que se moviera, o por lo menos indicándole que no lo hiciera.

Se quedaron así durante diez minutos, que fueron bastantes. Pero una vez Étoile dejó de oir los pasos, una vez que notó como se alejaban de lugar hasta prácticamente desaparecer, puesto que los había diferenciado de los demás pasos, apartó la mano del chico.

- Toda espera tiene su recompensa. - añadió antes de ponerse en posición, la misma posición que adoptó en el puente.

Llevó el violín hacia su mentón, ladeando la cabeza y posó el arco sobre este, para dirigirle una última mirada al chico, antes de volver a cerrar los ojos y dejarse llevar por completo.

[FDI: https://www.youtube.com/watch?v=K8OSprn9Eug ]

Ella parecía estar bien, por lo que Mask se quedó mucho más tranquilo. Sin embargo no se quedó tranquila pues al parecer había escuchado algo, y esta vez fue ella la que evitó que los guardias los encontrasen. Fox se preguntó, extrañado, qué demonios harían aún esos vigilantes en la torre, y pronto obtuvo respuesta al escuchar que eran un hombre y una mujer. ¡Ah! ¡No eran listos ni nada!

Esperó pacientemente hasta que se hubieron quedado solos, permitiendo sin ninguna objeción que la dama del antifaz intentase impedir que se moviese, colocando la mano sobre su pecho. ¡Como si él fuese a evitar voluntariamente semejante acercamiento que le permitía oler sin problemas su fragancia! O como si fuese tan estúpido como para dejarse atrapar, claro...

- Toda espera tiene su recompensa.
- Creo que esta vez la tengo merecida - rió.

Dejó el saco a salvo del viento de la noche y se acercó a las barandillas, sobre las cuales apoyó sus codos. Volvió a dejar que su mirada azul se perdiese observando la luna y la bella ciudad sobre la cual estaban alzados hasta que sintió que la mujer nuevamente hacía uso de su don con el violín para envolver el silencioso lugar con una bella melodía. Mask cerró los ojos y una vez más se dejó llevar por la magia de la música hasta que la canción terminó. Se quedó en su posición, aunque abrió los ojos.

- Sigo con ganas de Bach. ¿Air? - pidió con tranquilidad, pero quizás algo serio.

[ http://es.youtube.com/watch?v=qOVwokQnV4M ]

Al terminar la canción, no tuvo la sensación esta vez de que al chico le encantara, sin embargo, había sido un trato. Él la llevaba allí, y ella tocaría el violín para él. Sin embargo luego el chico propuso otra canción.

- Sigo con ganas de Bach. ¿Air?

- Por qué no...

Y comenzó a tocar de nuevo, inundando las vigas de metal que ejercían un melodioso eco. Un eco que le daba a Étoile más ganas de seguir tocando. Cerró los ojos de nuevo, pero esta vez no estaba frente a él, sino que se había girado, y esta canción se la estaba dedicando a su padre. El rostro se le entristeció ligeramente pero pronto volvió a la seriedad de siempre. ¿Seriedad? Por un momento paró de golpe, dejando que sonara un pequeño chirrido y recordó la cara de aquel dibujo, un dibujo que había hecho un aquel tipo con el que no había hecho buenas migas Étoile. ¿Siempre tenía la misma cara? Carraspeó por el silencio que hubo, y luego volvió a retomarla en donde lo había dejado.

Siguió tocando, hasta acabarla.

- Un fallo lo tiene cualquiera - dijo posando el violín cerca del saco del ladrón.

La dama de negro accedió a su petición, y nuevamente empezó a tocar el violín. Las suaves notas que desprendían las cuerdas al vibrar gracias a la vara se perdían en el viento que azotaba con ahínco en lo alto de la torre. Fox volvió a cerrar los ojos, pero esta vez dejó que la melodía lo transportase a la experiencia de su pasado. Su corazón se encogió, recordando todo por lo que había pasado, y en silencio dedicó la canción a todos aquellos a los que había solido llamar hermanos. El rostro de cada uno de ellos se presentó en sus pensamientos, recordándolos tal y como eran.

Pudo notar auqel chirrido y ese silencio, pero no se inmutó. Seguía inmerso en sus pensamientos y así estuvo hasta que la violinista finalizó la canción.

- Un fallo lo tiene cualquiera
- Tenéis razón - aseguró, con una media sonrisa - Ha sonado magnífica

- Tenéis razón - aseguró, con una media sonrisa - Ha sonado magnífica

- ¿Y por qué no me lo parece? - preguntó inmediatamente.

En las otras canciones el ladrón Mask DeMask había sonreído señal de que escuchar esa canción y a ella tocándola le había agradado bastante, pero esta vez, no tenía esa sonrisa socarrona y pícara que a veces presentaba. Bueno, no quiso darle más vueltas y antes de que respondiera volvió a hablar.

- Bonita noche - dijo caminando hacia donde estaba él, oyéndose así los tacones de la chica pisar el suelo hasta llegar a la barandilla, en la cual se apoyó ligeramente.

- ¿Y por qué no me lo parece? - preguntó.

Fox no respondió a la pregunta. Volvió nuevamente su vista al frente, si bien su mente sí empezó a responder por sí misma. Por supuesto que la canción le había gustado. Había sido interpretada de forma brillante, tal y como le había asegurado. Sin embargo su pasado había aflorado, y no había manera que su expresión fuese la de siempre si se ponía a recordar aquellos hechos.

- Bonita noche - comentó ella, rompiendo el silencio y apoyándose también en la barandilla, a su lado.

El joven asintió con la cabeza, sin dejar de contemplar la ciudad. Sí, las noches en París eran muy bellas, sobre todo desde esa posición. Bajo sus pies un mar de luces brillaba, algunas moviéndose, simbolizando que a pesar de ser tan tarde aún había actividad en la carretera. Típico de una de las ciudades más importantes del mundo entero.

Se quedó así en silencio, pensativo, durante un buen rato. No sentía tampoco la estricta necesidad de hablar a pesar de que hubiese otra persona, concretamente una dama, a su lado. Se sentía cómodo en aquel silencio, incluso a pesar de que el viento los azotase con considerable fuerza. Él no sentía frío gracias a su atuendo, pero se preguntó si ella estaría incómoda.

- Si tenéis frío no tenéis más que decirlo - dijo entonces, después de haber estado ambos sumergidos en el silencio - ¿Dónde aprendistéis a tocar así el violín?

Aún se notaba que aquella gallardía y altivez se había esfumado por un comportamiento y tono mucho más sereno, que incluso podía sonar algo ausente.

Hubo un considerable silencio después del asentimiento con la cabeza por parte del chico con atuendos claramente venecianos. Un silencio que ella agradecía pues en esos momentos no sentía la necesidad de hablar de nada en concreto. Étoile miraba asombrada, quizás, las preciosas vistas que la Torre Eiffel ofrecía en esa altura. Hacía mucho tiempo que ella no estaba, concretamente, en aquella barandilla apoyada, en la cual cree recordar vagamente que estuvo con su padre.

El viento empezaba a azotar fuertemente, y un pequeño frío se apoderó durante unos instantes del cuerpo de Étoile, pero no dejó que este le impidiera seguir disfrutando del momento, y por supuesto, de sus recuerdos con su padre y vistas.

- Si tenéis frío no tenéis más que decirlo - dijo el ladrón, rompiendo así el protagonismo del viento, pues era lo único que prácticamente se oía - ¿Dónde aprendistéis a tocar así el violín? - dijo seguidamente.

- Gracias, pero no tengo frío - respondió para luego quedarse en un pequeño silencio, que rápidamente procuró romper - Me enseñó mi padre, aquí mismo, en París.

No especificó más, tampoco es que el ladrón le hubiera preguntado, y menos aún lo iba a contar si encima no había pregunta alguna a cerca de especificar la respuesta. Se quedó durante unos instantes pensando, para luego sentir a lo lejos una brisa que venía con fuerza, y efectivamente la brisa azotó sus ropajes, haciendo así que el sombrero casi se fuera hacia el infinito, si no fuera por la rapidez con la que Étoile lo "rescató". A veces si que le gustaba tener la piedra, puesto que evitaba cosas así.

- ¿Y vos? - preguntó - ¿Lleváis toda la vida robando?

- Gracias, pero no tengo frío - respondió en primer lugar, haciendo luego una breve pausa - Me enseñó mi padre, aquí mismo, en París.

Fox la miró entonces, aún con expresión serena. ¿De modo que ella era francesa? Apenas podía notársele en el acento, se notaba que dominaba a la perfección el italiano. El dato le resultó curioso, si bien prefirió no seguir importunando a su acompañante con más preguntas, más que nada porque a él no le gustaría nada que lo atosigasen acerca de su pasado.

- ¿Y vos? - preguntó - ¿Lleváis toda la vida robando?

El joven sonrió, pues ella había dejado de tutearle en esa ocasión. Se preguntó a qué se debería ese cambio de registro. ¿Tal vez se había ganado su respeto? ¿O quizás encontró conveniente que los dos hablasen de la misma manera? Por desgracia era algo con lo que se quedaría dudando, pues encontró que mencionar ese detalle sería un tema bastante trivial.

- Of course, ma chère - respondió con sutilidad, imaginando que sería bastante difícil captar el por qué de aquella mezcla de idiomas ajenos al que estaban hablando - ¿No sabíais que Mask DeMasque existe desde hace cientos de años? - comentó, retomando nuevamente sus formas engreídas - Soy toda una leyenda.

Sí, así era a grandes rasgos. Mask deMasque sí existía desde hacía muchísimo tiempo, sin embargo aquel que lo encarnaba cambiaba. De generación en generación, de padre a primogénito la responsabilidad de la identidad del ladrón era cedida, hasta que ahora le tocaba a él ser el famoso ladrón enmascarado.

Sí, Étoile le había tratado "con respeto" porque veía que el ladrón no paraba de hacer lo mismo y el no hacerlo ella también le estaba empezando a incomodar, pero para ella el que él la tuteara, no le suponía ninguna falta de respeto pero bueno.

- Of course, ma chère - respondió con sutilidad - ¿No sabíais que Mask DeMasque existe desde hace cientos de años? - comentó - Soy toda una leyenda.

- Sé que Mask DeMask existe hace cientos de años, pero esa no era mi pregunta, aunque si no quieres responderla lo entiendo perfectamente - su vena cortarroyos salía a la luz, como cuando conoció a aquella chica en la plaza de Venecia, que preguntaba sobre el restaurante y luego había aparecido un chico intentando irrumpir, aunque Étoile no le había dejado - Especificaré, ¿hace cuánto eres MaskDeMasque? Aunque - pensó - no creo que empezaras robando directamente con ese apodo.

Carraspeó ligeramente.

Fox sonrió ante la perspicacia y atrevimiento de su digna acompañante. Se quitó el sombrero para rascarse la cabeza, si bien lo sostuvo con firmeza pues era consciente de que, con la fuerza del viento, seguramente terminaría cayéndose hacia la ciudad. Incluso a la dama le había pasado, aunque había tenido los increíbles reflejos como para verse capaz de cogerlo al vuelo. Otro curioso dato añadido al misterio de la noche.

- Pues sí que empecé a robar con este apodo - respondió con picardía, eludiendo las preguntas anteriores que podrían ponerle en un aprieto - Es lo que tiene, si no quieres que te pillen... - añadió, encogiéndose de hombros - ... y si quieres cumplir las expectativas, claro.

- Pues sí que empecé a robar con este apodo. Es lo que tiene, si no quieres que te pillen... y si quieres cumplir las expectativas, claro.

Étoile había fruncido el ceño por primera vez en toda la noche. Estaba molesta, muy molesta con la respuesta que le había dado su "acompañante". Se quitó el sombrero, pero no volvió a ponérselo, dejando su melena al viento, un cabello que casi nunca dejaba suelto, incluso cuando salía a comer, también lo llevaba recogido, cuando trabajaba se lo recogía por limpieza y para que fuera más fácil el trabajar. Pero ahora, estos cabellos grises, ondeaban al compás del viento, y algunos flecos más rebeldes jugaban en frente de su rostro, y del antifaz.

- Desde un principio de te hecho saber que no me importa que no respondas, es más lo dejé antes claro.

Efectivamente, Étoile lo había dejado bastante claro cuando le preguntó "¿Y por qué no me lo parece?" al hecho de que hubiera disfrutado con la canción. Y básicamente, esta chica, odiaba estas cosas, no podía soportarlas y acababa este tipo de recordarle a uno que conoció que era más chulo que un ocho. No obstante, Étoile estaba lista para seguir diciéndole cuatro palabras, pero algo le dijo que sería inútil, además ¿de cuánto le conocía? El tipo era un simple ladrón galán, y ella simplemente había cambiado el tocar en un puente, con tocar en la propia Torre Eiffel. Seguramente ni le vería más, y ahora mismo lo único que le preocupaba es que el ladrón no la dejara tirada ahí, pero en eso iba la confianza.

La chica de ojos verde oliva miró hacia la punta de la torre, y luego dirigió su mirada de nuevo al chico, para seguidamente preferir mirar hacia otro lugar, antes de perderse en esos ojos.

- Desde un principio te he hecho saber que no me importa que no respondas, es más lo dejé antes claro.
- Está bien, está bien - respondió él enseguida con tono tranquilizador, habiendo captado el repentino tono de la chica.

No comprendía porqué había actuado de pronto de esa forma. ¡Si no había dicho nada que pudiese ofenderla! Desde luego con lo bien que parecía ir la cosa e iba ella a cagarla por culpa de una repentina e injustificable antipatía. No pudo evitar acordarse de la ocasión en la que había hecho el retrato a aquella joven tan estirada.

La observó una vez más, estudiándola como si le estuviese dando una oportunidad más. Después de todos estaban perdidos en lo alto de la Torre Eiffel, ¿no? Ella se quitó el sombrero y sus cabellos se mecieron con el viento. ¿Cabellos grises? Eso le dio que pensar... pero no, no podía ser posible. Comprobó cómo miraba lo alto de la torre durante unos segundos.

- ¿Acaso queréis subir más alto?

El ladrón también había clavado sus ojos en ella, mientras ésta había de nuevo desvíado la mirada hacia lo más alto de la Torre Eiffel.

- ¿Acaso queréis subir más alto?

- ¿Mm? - dijo bajando de nuevo la mirada y centrándola en aquel chico de ojos azules - No, gracias - contestó finalmente - Siempre me preguntaba que se sentiría y quien había sido el afortunado de estar allí arriba. Mi padre me contó una vez que un violinista subía hasta allí, no sé como la verdad, y empezaba a tocar para toda París, aunque siempre acababa perseguido, él salía huyendo.

" Me pregunto que se siente... " pensó.

Miró de nuevo hacia delante.

- No sé porque he contado ésto, supongo que es un recuerdo que no me importaba compartir.

¿Desde cuándo?

Fox no pudo reprimir su sorpresa al escuchar aquella confesión de recuerdos. Él también la conocía, y muy bien además... pues había tenido que estudiarse la historia de los Leblanc enterita. El hombre del que hablaba la dama no era otro sino el abuelo de su padre, quien, efectivamente, acompañaba sus roberíos junto a la melodía del violín. Le complació saber que ella era conocedora de esto.

- No sé porque he contado ésto, supongo que es un recuerdo que no me importaba compartir.
- Es un recuerdo que me concierne - confesó, con una reverencia - Después de todo sólo Mask DeMasque sería capaz de llegar a lo más alto de la Torre Eiffel.

Dicho esto se quedó pensativo unos instantes, hasta que le tendió la mano a la joven enmascarada esbozando una sonrisa.

- ¿De verdad no queréis saber qué se siente?

- Es un recuerdo que me concierne - confesó, con una reverencia - Después de todo sólo Mask DeMasque sería capaz de llegar a lo más alto de la Torre Eiffel.

- Algo me olía.

Se quedó en silencio durante unos instantes, lo mismo que había hecho Étoile. Si, en realidad era lógico, sólo un Mask DeMask sería capaz de subir hasta lo más alto, y sino algún tarado que intentase imitar a Spiderman o algo por el estilo.

- ¿De verdad no queréis saber qué se siente? - dijo dirigiéndose a Étoile y tendiéndole caballerosamente la mano.

Étoile se quedó pensantiva, si decía que no, estaría mintiendo y encima sería perder la oportunidad de tocar algo allí arriba. Por otra parte, si decía que no, se vería obligada a dar un paso hacia la aceptación de aquel tipo, y encima ella sabía perfectamente que allí arriba, en la punta de la Torre Eiffel, equilibrio había que tener, pero... ¿la tendrían los dos? Es decir, Étoile tenía en mente una escenita romántica que la haría sonrojar seguramente y estar molesta, pero a pesar de todo... Étoile siempre haría lo posible por tocar e violín.

- Sólo se vive una vez ¿no? - dijo aceptando su mano.

Bueno... sólo una vez... para el que no tiene la piedra de la inmortalidad o algo por el estilo.

[FDI: tengo una duda, no sé si nos referimos al mismo sitio https://2img.net/r/ihimizer/img403/8034/eiffeltowergs8.jpg ]

- Sólo se vive una vez ¿no? - dijo ella aceptando su mano.

Fox sonrió y volvió a mirarla fijamente a los ojos. Se perdió en ellos durante unos instantes, mientras que sin darse cuenta había entrelazado sus dedos con los de ella, y buscado su otra mano. Era irónico que un enmascarado se pregunte quién habría al otro lado de la máscara. Él conocía las reglas, pero no podía evitar imaginar que había algo más en aquella dama que esa seriedad que parecía forzada a destilar. Después de todo, sólo las almas bellas eran capaces de crear música bella.

- Entonces... agarraos fuerte - dijo en un susurro, tras haber salido de aquel trance.

Se aseguró de agarrar bien a la mujer, rodeándola por la cintura y estrechándola contra sí. Con la mano libre sacó un espejo de su capa y lo lanzó hacia arriba con toda la fuerza que le fue posible emplear en esas circunstancias. Rápidamente se introdujo en el espejo por el que habían llegado, saliendo inmediatamente por el que había lanzado. Suspendidos en el aire en medio de un salto, el ladrón tuvo que maniobrar de forma rápida para volver a coger el espejo y volver a lanzarlo aún más arriba, sacando otro de su chaqueta por el cual volvió a meterse. Una vez más salió y repitió el proceso varias veces hasta que alcanzaron la altura de la última base. Con un ágil movimiento se hizo con el espejo y saltó sobre la plataforma, depositando con suavidad a su acompañante en el suelo.

- ¿Os encontráis bien? - preguntó, aún sosteniendola por si acaso estuviese mareada no sólo por el ir y venir en los espejos, si no también por los peligrosos saltos que tuvieron que hacer en el aire.

Volvió a mirarla a los ojos, esperando saber así si se encontraba bien o no. El viento alborotaba sus cabellos, por lo que los apartó suvamente de su rostro para así poder mirarla.

El ladrón se había quedado mirando durante unos largos segundos a Étoile. Ella se quedó algo cohibida sin saber que hacer, y pensando en qué estaría pensando el chico que tenía justo en frente. La mano de ambos enmascarados estaban ahora entrelazadas mientras la otra mano del chico buscaba la aún libre de Étoile. La chica de cabellos grises se había sonrojado ligeramente sin quererlo, nunca nadie la había mirado de ese modo, aunque ahora que lo pensaba, toda esta situación no era para nada normal entre un chico y una chica.

- Entonces... agarraos fuerte.

- S-sí.

Étoile acababa de coger de nuevo el violín para luego sentir como los brazos del ladrón la estrechaban contra él mismo, dándole una seguridad plena y de nuevo haciéndose que se sonrojase. ¿Hace cuánto no la abrazaban así? Años. De todas formas, era momentáneo. Comenzó a notar algo de mareo cuando el chico empezó a lanzar un espejo hacia el aire, luego Étoile decidió cerrar los ojos y apoyar la cabeza suavamente bajo el mentón frío (por la máscara) del chico. Lo último que notó finalmente, fue un ágil movimiento por parte del chico, situándose en un lugar más o menos firme y aún con su brazos rodeándola firmemente.

Étoile abrió los ojos.

- ¿Os encontráis bien? - dijo apartando segundos después un mechón rebelde que se había posado sobre el rostro de la chica.

- Sí, no os preocupéis.

Mentira, se había mareado lo que no era el momento de ponerse tiquismiquis ya que encima de tener que cargar con ella y poder perfectamente dejarla en aquel lugar, no había en ningún momento traicionado su confianza y para variar la había subido hasta allá arriba. ¿Qué mas podía pedir? Entonces se fijó.

Se fijó en las bellísimas vistas, mejores que las de antes, quizás se veía lo mismo, probablemente, pero el sentir la ondeaba del viento, aún con más potencia, el estar tan alto... Ahora comprendía lo que sintió aquel violinista al subir hasta lo más alto. Pero claro, aún quedaba experimentar lo mejor, tocar el violín y encima, con las manos del ladrón en la cintura de Étoile.

La chica se giró pero sin zafarse de la mano del chico y antes de colocarse, ladeó la cabeza para mirar al chico durante unos instantes y luego centrarse de nuevo en mirar al frente y colocarse el violín donde correspondía. Comenzó a tocar cerrando primero los ojos y dejándose llevar por el son de la música que al principio era bastante lenta, aunque luego abrió derrepente los ojos dejándose llevar ahora si por completo por la música y hasta llegar a dar un pequeño paso y mover ligeramente su cuerpo, frunciendo el ceño ligeramente hasta volver a cerrar los ojos sumisa ante la música.

[FDI: http://es.youtube.com/watch?v=_4BdbrhKdus ]

- Sí, no os preocupéis.

Fox sonrió, sin dejar de sujetar a la enmascarada. Estar allí, en lo alto, sin duda resultaba peligroso pues apenas había espacio para que mantuviesen el equilibrio con facilidad. El chico no temía en absoluto si se caía, pues siempre llevaba a mano espejos por los cuales evitar una caída, pero no perdonaría que le sucediese algo a ella por su falta de sensatez. Así pues la mantenía agarrada por la cintura, con suavidad. Era más bien un cálido y sutil abrazo, del cual disfrutaba.

La dama se acomodó el violín y empezó a tocar. Fox nuevamente se dejó llevar por la música, aunque esta vez su espíritu no se alzó por lo alto. Se quedó allí, en cada latido de su corazón, el cual se aceleraba cada vez más a medida que escuchaba una nueva nota. Era sublime, simplemente fantástica.

No. no sólo eso. Era magia, esa noche era pura magia. No podía evitar sentirse invadido por esa atmósfera de misterio. Estaba embriagado, hipnotizado con la escena. Era maravilloso, pero sabía que también efímero. Debía aprovechar ese momento.

- Signorina... - susurró, llevando su rostro a su oído - No voy a dejar que sigáis tocando el violín o acabaréis por robarme el alma. Sería irónico, ¿no créeis? Robarle el alma a un ladrón...

- Signorina... - susurró derrepente muy cerca del oído de la chica.

Étoile se había sobresaltado ligeramente y había dejado de tocar pero esta vez no había sonado la típica nota mal dada, simplemente hubo un parón.

- No voy a dejar que sigáis tocando el violín o acabaréis por robarme el alma. Sería irónico, ¿no créeis? Robarle el alma a un ladrón...

Étoile mostró una sonrisa... bastante sincera. Una sonrisa que no era para nada una mueca, pero que desgraciadamente Fox no contemplaría por tenerla de espaldas.

- No creo que carezáis de alma. Además... un ladrón que roba para dárselo a los pobres... Vos sois todo... un Robin Hood.

No dijo nada más, también lo había dicho e un susurro, pero prefirió dejar que el silencio se apoderara del momento. De repente, su collar se activó dejándole sentir plenamente el tacto de la mano del bardo en su cintura. El pequeño movimiento que ejercía debido a las pulsasiones. Notó como el corazón del chico estaba algo acelerado, y este acontencimiento hizo que el suyo también empezara a hacerlo. Sin embargo no había movido el violín de su posición, y empezaba a preguntarse si debía o no seguir tocando. Pero entonces dejó sus manos caer con el arco y violín aún sujetos intentando relajarse así.

- Si os estáis quedando por mí y la peculiar historia contada por mi padre, no lo hagáis. Podemos irnos ya si queréis.

- No creo que carezáis de alma. Además... un ladrón que roba para dárselo a los pobres... Vos sois todo... un Robin Hood.
- No todo el mundo aprecia así mis actos... - respondió, con un deje de tristeza.

Sí, podía decirse que él era el Robin Hood moderno. Tal vez el primer LeBlanc poseedor de la piedra fantaseaba con ese personaje ficticio y decidió darle carne y hueso a su manera. Sin embargo, en un mundo gobernado por los ricos y la codicia, alguien como él no era considerado más que pura escoria que debería ser eliminada. Y la voz del pueblo, a la que él siempre beneficiaría, agradece y espera siempre sus gestos y sin embargo, se dejan llevar por el miedo. Incapaces de hacer frente, se convierten en meros conformistas a la espera de que algo suceda.

- Si os estáis quedando por mí y la peculiar historia contada por mi padre, no lo hagáis. Podemos irnos ya si queréis.

La estrechó con más fuerza de forma inconsciente. ¿Irse? No. No podía dejar que acabase ese momento mágico. Él sabía que debía llegar a su fin pues nada dura eternamente... pero quería alargarlo todo lo que pudiese. Después de todo, ¿cuándo disfrutaría de otro momento así? Sentía como si su cuerpo volase. Estaba eufórico, tenía miedo, afloraban sensaciones. Todo consecuencia de ese encuentro.

- No - respondió, convincente - ¿Sabéis por qué? Porque yo no creo en la casualidad. Así pues, por lo que a mí respecta, ¿ha sido azar que hayamos coincidido esta noche? Mi respuesta es no. Y por eso gozaré de vuestra compañía hasta que decidáis que es hora de volver.

Tras las palabras de Étoile, ésta sintió un apretón por parte del ladrón. Su corazón dio un tremendo vuelco y sus mejillas se sonrojaron enormemente. Sin embargo empezaba a aflorar un temor, un gran temor. ¿Quién se escondería bajo esa máscara de metal? ¿Cómo era en realidad este galán con el que Étoile tanto había compartido en solo una noche? Étoile empezó de nuevo con el típico desconfío... pero pronto se le quitaría la tontería al escuchar las palabras del ladrón.

- No - respondió, convincente - ¿Sabéis por qué? Porque yo no creo en la casualidad. Así pues, por lo que a mí respecta, ¿ha sido azar que hayamos coincidido esta noche? Mi respuesta es no. Y por eso gozaré de vuestra compañía hasta que decidáis que es hora de volver.

Sus palabras hicieron que el corazón de Étoile se encogiera. Prácticamente, había dejado en manos de la chica de ojos verdes oliva, decidi en quedar aún más tiempo y alargarlo como el chico había dicho, o bien... cortar por lo sano. Étoile estaba indecisa. Bien era cierto que se encontraran los dos, enmascarados en una noche tan perfecta... puede que no fuera tanta casualidad, pero... ella llevaba más días tocando, ¿por qué ese día? ¿Por qué hoy? Era precisamente hoy cuando debía de estar ahí, en París?

Étoile, se dio la vuelta. Quedando así frente a frente con el chico sólo que ella tenía la cabeza agachada, desviando la mirada o más bien pensando, pensando en qué decirle. Otra vez... otra vez ocurrió, esa sensación, ese tacto... Otra vez la piedra volvía a jugarle una mala pasada. Bueno, más la hacía cogerse nervios, porque sentía con total plenitud la mano del ladrón, y aún más su propio corazón latiendo a mil por hora, que ni ella misma lograba encontrarle significado, ¿tan nerviosa se ponía de tenerlo cerca? Sus ojos se tornaron ambarinos completamente, lo que en ese momento, ni se percató. Entonces le dedicó una mirada al ladrón que luego apartó agarrando ahora con una mano el violín y el arco, y con la otra sujetándose ella misma para no caerse.

¿Por qué se estaba comportando así? Se reconocía a ella misma que se lo había pasado genial, pero no por ser divertido, sino por la compañía que había tenido. Es más recordaba todo de pies a cabeza y su corazón y razón le pedían que permaneciera un rato más junto a él. Pero no... Además... Habían pasado bastante tiempo juntos, no era para quejarse de ello, pero no era eso, era miedo, ella lo sabía pero no quiso reconocerlo.

- Quizás... lo más conveniente sería volver, ¿no le parece? Se hace tarde y estoy interrumpiendo el trabajo del gran Mask DeMask.

Lo dijo lo más suave posible, pues sabía que si utilizaba su actual tono brusco, se haría daño a ella misma.

Ella se dio la vuelta con cuidado, pero él no dejó de sujetarla, ya no por seguridad si no por gusto. Le devolvía la mirada, serena, esperando su respuesta. No podía leer nada tras aquel antifaz negro, pero esperaba que las nuevas palabras de la chica pudiesen calmar el frenético ir y venir que latía en su interior.

Fue entonces cuando los ojos de la chica comenzaron a verse. Una luz amarilla parecía surgir de ellos, otorgándole un siniestro pero a la vez bello brillo. Qué... ¿qué era eso? ¿Podía tener ella también una piedra de poder? Pensándolo bien era muy probable, y, aunque se preguntó qué poder tendría su posesión, lo que le importaba ahora era su decisión con respecto al resto de la noche.

- Quizás... lo más conveniente sería volver, ¿no le parece? Se hace tarde y estoy interrumpiendo el trabajo del gran Mask DeMask

No pudo evitar sentir cómo lo atravesaba un pinchazo de desdicha. Había decidido. No era lo que él había querido pero, ¿acaso no había sido decisión suya dejar que fuese ella que escogiese? Y había preferido volver. Sabía que se lo había pasado bien, no tenía duda pues había tocado el violín de maravilla. Sin embargo, para él no era sólo una noche divertida. ¿Qué había de esa magia? ¿De ess sensaciones? ¿Habían sido entonces simplemente cosa suya? Sí, posiblemente, sí. Su error, y a la vez tesoro, había sido dejarse llevar.

- Está bien - respondió, algo más serio - La vuelta será mucho más fácil.

Cogió de la mano a la dama y se introdujo en el pequeño espejo, apareciendo junto al primero de todos, al lado del enorme saco de dinero. Fox se lo cargó al hombro y se quedó mirando una vez más la ciudad antes de irse. Querría recordar ese día tal y como había sido, con todo detalle. Se apartó de las barandillas y volvió junto a su acompañante.

- ¿Preparada?

Hubo un pequeño silencio que pronto fue interrumpido por la contestación del chico.

- Está bien - respondió, algo más serio - La vuelta será mucho más fácil.

Seguidamente volvieron al lugar de partida en la Torre Eiffel para que el ladrón cogiera de nuevo el saco. Étoile se quedó mirando y analizando cada uno de sus movimientos algo atontada, pero pronto zarandeó al cabeza cuando el chico de ojos azules volvió a acercarse y a dedicarle una mirada.

- ¿Preparada?

- Se me está haciendo costumbre... - dijo.

Acercó su mano muy poco decididamente, hasta finalmente entrelazar sus dedos con los del chico. ¿Antes habían estado así no? ¿Qué había de malo? Además, era para no perderse entre tanto espejo... Pero vamos Étoile, ¿a quién querías engañar? De todas formas se aferró fuertemente cuando volvieron a entrar por el espejo, hasta acabar en el principio... no en el puente, sería bastante arriesgado para el ladrón además de que no creía que tuviera un espejo ahí. Ambos acabaron en aquella fuente...

La joven se acercó a él, y esta vez fue ella la que se aferró a él y entrelazó sus dedos con los suyos. Una vez más Fox creyó que aquel cúmulo de su interior iba a terminar reventando, pero logró mantener la calma. Agarró a la dama por la cintura y se introdujo en la dimensión de los espejos, en la cual estuvieron poco tiempo hasta que aparecieron otra vez junto a la fuente de la plaza.

- Ya estamos de vuelta - mumuró.

Sí. Se acabó el violín, se acabó París, se acabó la magia. Fox soltó a la mujer con delicadeza y volvió a mirarla, esperando que se encontrase bien. O resistía muy bien el continuo ir y venir entre los espejos y tantos saltos, o es que tampoco era para tanto.

- Si no es indiscreción, me gustaría citaros bajo el mismo puente dentro de seis días - comentó, con serenidad, acercándose hacia ella y depositando su mano sobre su mejilla.