Find and eliminate [Fabrizzo]

Cogió la piedra y quise probar hasta que punto me debía la vida, así que me quité el collar y el pelo se me oscureció de nuevo.

-Así podríamos tener un hijo moreno... y si te quitas tu piedra y yo me pongo la mía nos saldría rubio... que cosas... ¿te has fijado que con solo parar el tiempo podrías quitarme la piedra y destrozarla? Una piedra menos, y encima una de las más poderosas, el mundo sería mejor si lo hicieras... ¿no? -alcé el collar dejando la piedra suelta para que si decidiera hacerlo le fuera más fácil arrancármela de la mano- Me pregunto si será tan fácil como parece... ¿has probado a romper alguna, alguna vez? Yo intenté romper ésta un día, pero no había manera... ni a martillazos... ¿crees que serías capaz de romperla tú? Podrías parar el tiempo y darle treinta martillazos en 0 segundos, no creo que lo aguantase... quizá por eso tienes esa piedra... cosas del destino...

Dejé la mano suspendida con el collar colgando como manera de ofrecimiento. Quizá así pagase mi deuda de haberla puesto en peligro y creyera de una vez por todas que no era aquel hombre que ella pensaba, después de todo, esta piedra no es más importante que una vida humana, ¿o quizá sí?

Fabrizzo se quitó el collar, volviéndose así su pelo de color negro. Enarcó las cejas cuando dijo eso de los hijos. ¿Qué bicho le habría picado para soltar algo así con la misma? Su expresión se tornó en una de asombro cuando siguió escuchándole. ¿De verdad le estaba ofreciendo su piedra así como así? Parecía tan dispuesto a cedérsela que desconfiaba.

Aunque, no iba a negar que eso le pondría las cosas un poco más fáciles. No obstante, había otra opción que resultaría mucho más productiva y beneficiosa, al menos para ella. Pero sabía que Fabrizzo era reacio a aceptar aquella tarea. Bueno, si se la estaba ofreciendo estaba contra la espada y la pared, hecho que Sez no desaprovecharía.

Cogió su piedra, sosteniéndola con los dedos índice y pulgar de su mano derecha. La llevó hasta su cuello, dejándola justo enfrente de la suya y mirando al italiano. Los dos sabían lo que pasaba cuando una piedra se superponía sobre otra: se fusionaban. Obviamente, a causa de la fusión se podían disfrutar de ambos poderes que otorgaría cada piedra por separado. En el caso de Sez, controlar el espacio y el tiempo sería poseer un poder abismal. Y no negaba que le resultaba bastante tentador.

- Puedes unirte a mi causa. Dos trabajan mejor que uno. - alejó la piedra unos centímetros de la suya, esperando que entendiera que si se unía a ella podría recuperar su piedra - Tú decides. - añadió, quedándose luego en silencio, expectante.

-Puedes unirte a mi causa. Dos trabajan mejor que uno.

¿Que me uniera a su causa? ¿Qué se le estaría pasando por la cabeza?

-Tú decides.

¿Que yo decido? Me daba miedo.

-¿Sabes? Te diré que sí... -supuse que soltaría la piedra y me la volví a poner- pero solo para recuperarla, siento no querer destruirlas, pero hay un asunto que me perturba... además no obtengo nada si me uno a ti, si me dieras un ápice de esperanza... pero como no se puede negociar con eso... el amor es incondicional me temo... y aunque te diga porque me niego a ayudarte no me creerías, es el problema de la rivalidad. Espero que con eso que tienes en mente consigas deshacerte de la agencia, aunque seas mi rival no me gustaría que salieras en las noticias o que desaparecieras...

Todo eso me hizo recordar porque quería volver a unir las piedras en una sola, aunque Sez quisiera fusionarlas, no debía ser así, si una piedra sola causa daños en el cuerpo, el solo pensar en dos piedras en una... era escalofriante, deberían unirse llegado el momento, para volver a crear la gran piedra, pero no ahora. Necesitaba tiempo y una prueba para saber si lo que averigué era cierto.

-Sobrevive, ¿eh? -dije haciendo una señal de adiós con los dedos en la frente- no quiero que ande por ahí un loco peligroso con tu piedra, recuerda que algún día te la robaré.

En el fondo quería ayudarla, mi parte de humanidad quería estar con ella, darla razones para que confiara en mí y que llegáramos a algo, pero mi parte de héroe me lo negaba, destruir las piedras no es la solución... al revés... es un problema... perdóname Sez, pensé mientras desaparecía teletransportándome de nuevo a la base.

-Cuídate...

Sez desconfió cuando le dijo que sí, pero antes de que pudiera reaccionar éste ya había recuperado su colgante. Tal y como se esperaba, le había mentido. ¿No se unía a su causa porque no quería tener ninguna relación sentimental con él? No supo qué pensar tras escucharle decir: "[..] y aunque te diga porqué me niego a ayudarte no me creerías [...] ¿Qué ocultaba? Cada día el italiano la desconcertaba más...

Fabrizzo se despidió, teletransportándose pocos segundos después. Sus últimas palabras las recordaría para siempre, se le habían grabado a fuego en su mente.

Sobrevive, ¿eh?

Suspiró.

- Idiota... - murmuró cuando estuvo sola.

Sin quererlo, una tenue sonrisa se dibujó en sus labios.