Melodía interior [1 de mayo]

Aún estaban en Venecia, y todavía tardarían en irse de allí hasta que fuese la gala benéfica. Sin embargo James no había salido de la habitación del hotel desde que había vuelto del baile de máscaras. No tenía ganas, e incluso había apagado el móvil para que no le molestasen. De todas formas a su puerta habían llamado todos, salvo Gerahd y Katsumi, por evidentes motivos. A los demás les había dicho que se encontraba mal del estómago, y por suerte no habían insistido, ni siquiera Adrian.

Pero no podía dormir, y de lo único que tenía ganas era de tocar el piano. Como en el grupo de ese instrumento se encargaba Katsumi y él de la guitarra, hacía tiempo que no tocaba. Y en ese instante tenía unas ganas tremendas, y sabía perfectamente que era por la necesidad de desahogarse. Por ese motivo saió de la habitación sobre las tres de la madrugada y bajó el piso inferior del hotel, donde los propietarios habían habilitado una sala de ensayo para el grupo. No se oía ni un alma, y las recepcionistas al pasar le dedicaron una sonrisa a modo de saludo, que él correspondió asintiendo levemente.

Encendió las luces de la sala, que se podían regular, dejando un tono tenue. Se acercó al piano de cola y se sentó. Contempló la tapa durante unos instantes y la acarició con suavidad, antes de abrirla. Aparecieron las teclas, brillantes, delicadas, esperando ser tocadas para producir melodía. James no tardó en responder a su llama, y pronto sus dedos se contoneaban para desahogar su espíritu.

http://es.youtube.com/watch?v=m55T004kvEQ&NR=1

No había vuelto a hablar prácticamente con él desde el baile. Parecía que me estuviera evitando, aunque yo también lo estaba haciendo. Poco había salido de mi habitación, y porque Aya me obligaba a ir con ella a todos los lados en los cuales podía arrastrame. Noche infernal. No paraba de dar vueltas en la cama una y otra vez, llegando a levantarme varias veces y sentarme así en una de las sillas con un cojín entre los brazos. Llegando a encogerme del todo para luego esconder la cabeza entre las rodillas pensando... Pensando en James y en todo en general. Fui al baño a mojarme la cara para ver si así conseguía dormirme y básicamente relajarme.

Volví a tumbarme boca arriba en la cama pero era inútil. ¿Qué hora sería? Bueno poco importaba. Giré la cabeza hacia un lado pensando en la locura que iba a cometer. Me levanté y aún con el pijama puesto y descalza, cogí la llave de mi habitación, a pesar de dejar la puerta abierta cuando salí de ésta. Con paso indeciso me acerqué a la puerta de James. Miré mi reloj, las tres y media de la mañana... ¿Y si estaba durmiendo y le despertaba y se volvía a enfadar más todavía? Pero bueno la que tendría que estar enfadada soy yo... En fin. Alzé la mano muy despacio hasta la puerta, arrepintiéndome y bajándola de nuevo sin dar ningún toque en ésta. Creo que permanecí mirando la puerta durante más de diez minutos hasta que finalmente decidí a tocar, unos toques plagados de miedo.

No hubo respuesta a pesar de haber esperado, por eso toqué algo más fuerte pero sin exagerarlo. Tragué saliva y comencé a hablar con la voz algo temblorosa.

- James... ¿estás ahí? - pregunté.

Pero no hubo tampoco respuesta. ¿Me estaría evitando de nuevo? De los nervios creí oir algún ruido dentro.

- James... abre la puerta por favor..

Tampoco a pesar de esperar unos diez minutos más. La mano ya aún más temblorosa que la voz, bajó junto a mi muslo, para luego caer en la tentación de unirse con la otra mano muy nerviosamente. Desviaba la mirada hacia el picaporte a pesar de saber que éste no se movía por fuera aunque abrieran desde dentro, pero aún ási tenía la esperanza... La esperanza de que la puerta se abriera de una maldita vez, pero no fue así.

Me giré lentamente y arrastrando ligeramente el paso volví a mi habitación. Cerré la puerta suavemente y me acerqué hacia la cama. En un último intento cogí el móvil y me dispuse a darle un toque.

" El móvil está apagado o fuera de cobertura en este momento, por favor inténtelo de nuevo más tarde "

Extendí la mano bastante apagada, para dejarlo en la mesilla de noche. Volví a ponerme boca arriba sujetando uno de los cojines entre mis brazos para luego desviar nuevamente el rostro y dejar que una lágrima recorriera mi mejilla ligeramente y goteara suavemente por mi nariz hasta caer en la sábana, oscureciendo ésta.

Aya abrió lentamente los ojos, siendo despertada por un ruido proveniente de la puerta de enfrente. Alzó ligeramente la cabeza, intentando concentrarse en el estado del no-sueño, aunque con cuidado porque al parecer Takumi seguía durmiendo. Sonrió al verlo así de adorable, pero pronto su gesto se torció cuando oyó otra vez los ruidos. Esta vez se levantó y se dirigió a su puerta, pegando el oído y reconoció la voz. ¿Kat? La joven abrió, pero cuando asomó la cabeza su amiga ya estaba entrando en su habitación.

"¿Fue a hablar con James?" se dijo para sí, suspirando.

Miró el reloj y comprobó lo tarde que era. Mañana como de costumbre iban a tener que despertarse pronto para ensayar, pero en ese instante lo que Aya pensó era que Katsumi necesitaría dormir. Por ello se vistió con unos vaqueros y una blusa de Takumi, que fue lo que encontró más a mano, y salió rumbo a recepción.

- Perdone, vengo a pedir que anulen la alarma de la habitación 044 - dijo para que su amiga pudiese gozar de más tiempo de sueño.
- Sí, señorita Aya. ¿Lo mismo para la habitación de su compañero? Como siga tocando a estas horas apenas va a dormir...

Aya enarcó una ceja, confusa. ¿Uno de ellos estaba tocando a esas horas? Asintió levemente con la cabeza y fue a la sala, donde se encontró con James tocando el piano. Él estaba sumamente concentrado tocando aquella pieza tan triste, y no se dio cuenta de que ella había entrado. Se quedó apoyada en la pared, sorprendida por la belleza de la melodía, una melodía muy poco común en alguien como él.

- ¿No crees que puede haber un horario mejor para ese hobbie? - dijo bromeando y acercándose a James una vez hubo terminado de tocar - Me ha encantado, hacía tiempo que no te oía tocar. ¿Estás bien?

James deslizaba los dedos con suavidad a través de las teclas del piano, pulsando cada una a su debido tiempo, y moviendo el cuerpo conforme él mismo sentía la melodía. Poco a poco desconectó completamente del mundo de fuera, existiendo sólo para la música, desahogándose así y sientiéndose tremendamente vivo. Era lo mismo que en el escenario, pero en lugar de ser la adrenalina la que lo dominaba... era algo mucho más profundo.

Acabó de tocar la canción y se mantuvo con los ojos cerrados hasta que su cuerpo abandonó ese estado. Al abrirlos, se encontró con que Aya había estado allí, observándole, y enseguida sintió una profunda vergüenza. Más bien era cuestión de orgullo pues lo había visto en una escena en la que él mismo se consideraba débil. Pero Aya le sorprendió con su actitud. Conocía su faceta seria, pero era tan impredecible que no había esperado que se preocupase por él.

- Sí, no te preocupes. ¿Qué haces despierta a estas horas? - preguntó intentando evitar el tema.

- Sí, no te preocupes.

Aya se había esperado esa respuesta pero no pudo evitar pensar con cierta gracia que era un mentirosillo. Por desgracia, o tal vez para bien dependiendo de la situación, el orgullo de James le impedía mostrarse muchas vez de forma humana. Pero ahora acababa de hacerlo, había abierto su corazón al piano y negarlo era una estúpidez. Bueno, el chico era estúpido muchas veces.

- ¿Qué haces despierta a estas horas?

- He ido a recepción para anular la alarma de la habitación de Kat-chan. Estaba llamando a tu puerta y no le abriste aunque bueno, ahora ya sé el por qué - respondió con sinceridad.

Miró a su compañero con seriedad y a continuación suspiró, y lo empujó suavemente para que le hiciese sitio sobre el sillón del piano. Se sentó, y pasó su brazo sobre los hombros del chico.

- Ay, estos adolescentes de hoy... - dijo como si fuese una madre.

James abrió los ojos cuando escuchó lo que acababa de decir Aya. ¿Katsumi había ido a buscarlo a la habitación? Tan oportuna como siempre, teniendo todo el día y no se le ocurre otra cosa que ir a las tres y pico de la mañana, sobre todo cuando él no estaba. Seguro que había ido para exigir una disculpa o algo por el estilo.

Se hizo a un lado para que Aya pudiese sentarse y no se resistió cuando la chica lo rodeó amistosamente.

- Ay, estos adolescentes de hoy... - suspiró.
- Oye, ya no te vale usar esa frase. Al menos conmigo - se defendió, teniendo en cuenta que tenía veintiún años ya - De todas formas, no sé por qué lo dices, te acabo de decir que no tengo ningún problema.

Se removió entre las sábanas, como buscando algo entre ellas. Bueno, en realidad, a alguien. Esperaba que al darse la vuelta pudiera sentir el contacto con el cuerpo de Aya y poder así abrazarla, sin embargo lo que se encontró fue el vacío. Fue por eso que se alarmó y despertó, incorporándose en la cama y encendiendo la lámpara que reposaba en la mesita de noche. Efectivamente, se encontraba solo en la cama.

- ¿Aya? - la llamó.

Esperaba que su voz se escuchase no muy lejos, probablemente en el baño, pero no fue así puesto que no hubo respuesta. Encendió entonces la luz general de la habitación, apagando la de la pequeña lámpara, y se bajó de la cama. Inspeccionó la habitación en busca de su novia, pero allí no se encontraba. Miró el reloj de la mesa de noche y se alarmó un poco más. ¿Dónde estaría a esas horas?

Se vistió con el pantalón para ir a buscarla. No encontró su camisa por ninguna parte, por lo que tuvo que coger otra (a pesar de que juraría que su camisa la había dejado en el pequeño sofá). Se calzó y salió de la habitación llevándose la llave. Fue hasta la recepción para preguntar, donde recibió la grata y aliviadora noticia de que "la señorita Uehara" se encontraba en la sala acústica que el hotel les había proporcionado. También le dijo que no estaba sola, por lo que suponía que estaba con alguno más del grupo.

Al llegar a la sala, vio que su novia y James estaban sentados en el piano. Ella tenía su brazo rodeando los hombros del chico, parecía estar infundiéndole ánimos o algo por el estilo. No alcanzó a escuchar nada salvo la última parte, en la que James le decía que no tenía ningún problema.

- Yo sí tengo uno: mi adorada novia no estaba en la cama junto a mí. - intervino.

Se acercó a ellos mostrando una leve sonrisa y se apoyó contra el piano, poniéndose serio al instante.

- ¿Pasa algo? - preguntó.

- Oye, ya no te vale usar esa frase. Al menos conmigo.

Aya no pudo evitar empezar a reír por aquel comentario. Él tenía razón, pero es que se había acostumbrado tanto a usar esa expresión para referirse a ellos que ya le salía sola. Después de todo los había conocido cuando tenían 16 años. El tiempo pasa pero que muy rápido.

- De todas formas, no sé por qué lo dices, te acabo de decir que no tengo ningún problema.

¿Otra vez con eso? Pero qué pesadito era el crío, y encima tenía el morro de decir que no lo tratase como a un niñato. ¡A ver si maduraba un poco! Por suerte la tenía allí y ahora, y le iba a dar una bonita charla sobre las relaciones entre las personas.

- Yo sí tengo uno: mi adorada novia no estaba en la cama junto a mí.

Aya dio un respingo sobre la silla y se aferró a lo primero que tenía delante, es decir, el piano, de modo que las teclas sonaron estruendosamente. La joven giró la cabeza hasta que vio a su novio acercándose. Era la primera vez que lo primero que sentía al verlo era una taquicardia de pánico y no de pura pasión.

- ¡¡T-Ta-kun!! ¡Me has asustado! - dijo llevándose la mano al corazón y dando un suspiro.

- ¿Pasa algo? - preguntó, preocupado.

Aya se serenó y miró a James un instante, antes de volver a mirar a Takumi. Si bien el guitarrista no le había dicho absolutamente nada, podía leerlo como un libro abierto. Por desgracia eso no solucionaría nada, si no que debería salir de él mismo para que el problema desapareciese. Pero, ¿cómo hacer que alguien como James lo admitiese?

- Pues no lo sé - respondió con cierta sorna, dando a entender que asaba algo - Tal vez sea cosa de hombres... ¡o tal vez pueda solucionarse con una canción!

La joven se levantó y fue hacia el maletín donde guardaban las partituras, ya fuesen suyas o de otros temas. Tardó un rato, pero al final encontró la que estaba buscando y se la llevó a James.

- ¿Podrías tocar esta? Que conste que se la dedicaré a Takumi...

Si le decía que sus intenciones eran que entendiese la letra, seguramente se negaría, y por eso se lo calló. Tampoco tenía muchas esperanzas, porque era cabezota a más no poder. Sin embargo por suerte allí estaba Takumi, quien además era un hombre, y tal vez podía dar mejores consejos que ella.

James empezó a tocar y Aya carraspeó, algo nerviosa, pero empezó a cantar.

" I know there’s something in the que of your smile
I get a notion from the look in your eyes, yeah
you’ve built a love but that love falls apart
your little piece of heaven turns too dark

listen to your heart
when he’s calling for you
listen to your heart
there’s nothing else you can do
I don’t know where you’re going
and I don’t know why
but listen to your heart
before you tell him goodbye

sometimes you wonder if this fight is worthwhile
the precious moments are all lost in the tide, yeah
they’re swept away and nothing is what is seems
the feeling of belonging to your dreams

listen to your heart
when he’s calling for you
listen to your heart
there’s nothing else you can do
I don’t know where you’re going
and I don’t know why
but listen to your heart
before you tell him goodbye

and there are voices
that want to be heard
so much to mention
but you can’t find the words
the scent of magic
the beauty that’s been
when love was wilder than the wind

listen to your heart
when he’s calling for you
listen to your heart
there’s nothing else you can do
I don’t know where you’re going
and I don’t know why
but listen to your heart
before you tell him goodbye

Listen to your heart

I don’t know where you’re going
and I don’t know why
but listen to your heart
before you tell him goodbye "

https://www.youtube.com/watch?v=lWwFXH2NPJE

James había visto entrar a Takumi en la habitación, pero Aya se había dado un susto de muerte y el rubio dejó escapar unas risas. Luego le llamaba adolescente, pero Aya era la que tenía el comportamiento más infantil de todos. Claro que eso era precisamente lo que les gustaba a todos de ella, porque sabían perfectamente que sabía cuando ponerse seria. Como ahora, por ejemplo, aunque realmente no había motivo. Que estuviese pasando de Katsumi no era para tanto, y menos como para que Takumi también decidiese meterse.

- ¿Cómo queréis que os diga que no es nada? Joder. - gruñó.

Pero a Aya no se le ocurría otra cosa que darle una partitura y pedirle que tocase. James la miró bastante indignado, pero seguía apeteciéndole tocar el piano... ya fuese con o sin entromisión. Comenzó a seguir la partitura, dándose cuenta de la clase de melodía. Frunció el ceño, molesto porque Aya intentase darle una lección de esa forma. ¿Qué pensaba? ¿Que debía hacer caso a su corazón para que todo sea yupi-guay? Pues no, no tenía nada que ver con eso.

- Esto absurdo, me voy - dijo con evidente molestia, pero al menos después de haber acabado de tocar.

[ FDI: Takumi saltado con su permiso. ¡Tío bueno! ]

- Esto absurdo, me voy - sentenció James nada más haber acabado de tocar la canción.

Aya carraspeó después de todo ese tiempo haciendo el bobo para nada, y se precipitó contra el guitarrista antes de que pudiera salir de la sala. Lo detuvo y colocó ambas manos sobre sus hombros, mirándolo con seriedad. Iba a ser dificil hacer que un cabezota como él entrase en razón, y ella tenía muy poca paciencia como para lograrlo. Además, ella era una mujer... ¿no sería mejor un hombre?

Entonces Aya le dio un abrazo al rubio, pero solo para hacerle una mueca a Takumi, sin que James pudiese verlo, como diciendo descaradamente : "Te ha tocado" Le mandó un beso y le guiñó un ojo antes de volver a mirar al chico.

- La que se va soy yo - dijo, y depositó un suave y cálido beso en su mejilla.

Esperaba que Takumi no lo malinterpretase, ya que James estaba probablemente el último de la lista en lo que a gustos se refería. Sin embargo era una buena forma de derretir su hielo interior.

- ¡Hasta mañana! - hizo una reverencia y salió de allí, contoneándose.

Murmuró un leve "lo siento" cuando Aya le comentó que la había asustado. Luego se quedó mirando a su novia tanto cuando se levantó como cuando comenzó a cantar la canción que había traído; no sin antes haberle guiñado un ojo porque se la había dedicado a él. No pudo evitar esbozar una leve sonrisa mientras se deleitaba con su dulce voz. Cuando la canción acabó, el pianista parecía molesto, quizá por el hecho del que se dio cuenta Takumi: la canción iba enteramente dedicada a James, no a él. Por supuesto, aquello no le molestó ni mucho menos.

Aya lo detuvo, propinándole luego no pocos gestos de cariño que, debía admitir, le hicieron sentir algo de celos. Pero comprendió lo que quería conseguir su novia al dedicarle aquella mueca. No es que tuviera especial interés en ayudar a James, pero si se lo pedía Aya era distinto.

- Que descanses. - le respondió antes de que se marchara.

Centró su atención en el pianista, apoyando ahora una de sus manos sobre su barbilla, a su vez apoyando el codo sobre el piano para mantenerse.

- Mujeres, ¿eh? - dijo de pronto - No puedes vivir con ellas, pero tampoco sin ellas.

Típica frase entre hombres, pero como comienzo no estaría mal... Esperaba.

James ya estaba dispuesto a salir por la puerta cuando Aya se interpuso en su camino... y le dio un abrazo. El chico se quedó completamente estupefacto, y ni siquiera pudo reaccionar para apartarla de su lado. Más bien notaba cómo su rostro se iba volviendo rojo, sobre todo cuando su compañera le dio un suave beso. Sin embargo, gruñó y se frotó la mejilla, haciéndose el duro una vez más.

Esperaba que Takumi se fuese también con su novia, pero se quedó allí.

- Mujeres, ¿eh? - dijo de pronto - No puedes vivir con ellas, pero tampoco sin ellas.
- Lo dirás por tí - refunfuñó - Si no traen más que problemas.

Takumi suspiró. Cuán equivocado estaba aquel chaval.

- Me aventuro a decir, que eso lo dice alguien que nunca ha sentido la necesidad de estar con una mujer. Y no me refiero sólo a una necesidad biológica. - dijo.

Aunque, bien podría estar el chico así por haber sufrido un desengaño amoroso; al fin y al cabo, no sabía la causa exacta. Pero bueno, por ello tenía que ir investigando. Y nada mejor que comenzar con la inexperiencia amorosa.

¿Necesidad de estar con una mujer? No, claro que no. Ellas sólo traían problemas porque siempre se preocupaban por sí mismas, llegando a ser increíblemente egoístas y controladoras. James se consideraba un alma libre, por lo que sentirse atado de esa manera con alguien era algo que detestaba profundamente.

- Pues no - respondió, tajante - Y seguro que me dirás que me equivoco y que algún día entraré en razón y todo ese rollo - suspiró a la par que se cruzaba de brazos - Pero te equivocas.

Estaba molesto, y él mismo se notó hablándole a Takumi con un tono que no pretendía usar. Él siempre le había caído bien y le tenía cierto respeto, y tampoco quería pagarla ahora con él. Sin embargo no le gustaba que se estuviese entrometiendo, como si supiera algo que él desconocía. Aya también parecía estar metida en todo aquello, y no soportaba sentirse un peón.

Takumi rió ligeramente. Él mismo había pasado por esa misma fase que estaba atravesando James cuando era un adolescente. A todos los hombres les llega esa época, más tarde o más temprano. Sabía también que cualquier intento de raciocinio era inútil; seguiría empeñado en sus trece.

- No te diré que te equivocas. Algún día te darás cuenta tú mismo. Créeme, eso es algo por lo que pasamos todos, tarde o temrano. - se limitó a decirle.

No era conveniente insistirle más con el tema, o de lo contrario se frustraría aún más. Mejor era dejarlo a su aire, a su ritmo.

- Bueno, dejemos el tema. - le dijo con una media sonrisa - Toca algo. - le pidió, señalándole el piano con la cabeza.

James suspiró, resignado ante las palabras de Takumi. Le daba igual lo que dijera, él no iba a cambiar su punto de vista, por mucho que intentase generalizarlo. ¿Es que tenía que ser igual? No, él era diferente. Se bastaba con sí mismo para sobrevivir, y estaba seguro, pero seguro, de que no iba a necesitar a ninguna mujer. Recordó que Aya le había dicho que Katsumi había ido a buscarlo.

"Sí... sólo problemas" - dijo para sí.

Entonces Takumi decidió dejar el tema, cosa que el australiano agradeció bastante, aunque no abiertamente. Estaba dispuesto a marcharse, dando por zanjada la conversación, cuando el joven le pidió que tocase algo. James no dijo nada, pero volvió a situarse junto al piano para sentarse sobre el taburete. Se quedó observando las teclas con mirada ausente, mientras pensaba en qué canción tocar. Más bien qué canción necesitaba tocar. Inspiró aire y empezó a tocar.

http://es.youtube.com/watch?v=Sh-CgUezRFQ&feature=related

Takumi escuchó la canción que tocaba James. Pensó que, ya que no quería hablar del tema y plantearse la posibilidad de no ser tan solitario, por lo menos mediante la música podría expresar y liberar todo aquello que normalmente no expresaba. Cuando terminó de tocar, el chico dio varias palmadas en señal de halago.

- No está mal. Me ha gustado. - le dijo.

Giró la vista unos segundos, pero pronto volvió a fijarla hacia donde había mirado. Vio entonces un minibar en una de las mesas, no muy lejos de aquel piano.

- ¿Te apetece una copa? - le preguntó.

Caminaba ya hacia el minibar. No pensaba inducirle a que se emborrachara, ni mucho menos; esa no era la solución. Pero una buena copa en el momento oportuno puede aliviar bastantes tensiones.

Al parecer a Takumi le había gustado la canción, cosa que a James le confortó escuchar, por mucho que se empeñase en pensar que le daba exactamente igual si lo que tocaba agradaba o no. Observó al joven acercándose al minibar, y luego le ofreció una copa.

- Si hay coca-cola, sí - respondió - No bebo alcohol.

No estaba seguro de que Takumi lo supiese, y por eso lo dijo. Además, ¿qué hora era? Por lo menos las cuatro de la madrugada... estaba claro que no era el momento más idóneo para meterse un trago, pero James tampoco iba a decirle nada.

Takumi se sorprendió un poco al enterarse de que James no bebía alcohol, no lo hubiese sospechado, la verdad. Pero quizá era mejor así. Abrió la mini nevera y sacó una lata de Coca-Cola y una botella de whisky. Sirvió éste último en un vaso, más o menos hasta la mitad, y luego vertió por completo el refresco en un vaso más largo. Tiró la lata a la basura y guardó la botella en la nevera, cerrándola luego. Volvió al piano y le tendió el vaso de refresco al chico. Una vez lo cogió, él le dio un sorbo a su copa.

La verdad, ahora no sabía de qué hablarle. No quería insistirle más con el tema "chicas" pues lo veía bastante frustrado al respecto. Se encogió de hombros y, tras beber otro sorbo de su copa, se dirigió a él.

- ¿Qué tal va la gira? - preguntó.

Ya había hablado con Aya del tema, pero dado que fue lo único de lo que se le ocurrió hablar...

Takumi le sirvió una coca-cola, y para él whisky o algo por el estilo. Por suerte al ser clientes VIP, tenían libre acceso a cualquier tipo de acomodaciones, así que no tenían que preocuparse por saquear el mini-bar. James cogió el vaso de refresco, y le dio un buen trago mientras escuchaba la pregunta que le hacía su compañero.

- Mucho lío - suspiró - Ya sabes como es Adrian... Siempre quiere que salga todo perfecto. Lo consigue y es muy buena y todo eso pero... a mí me mata - terminó la frase gruñendo ligeramente, y volvió a beber - ¿Te quedarás para el próximo concierto?

Rió ligeramente. Principalmente, porque todos los miembros de aquella banda parecían coincidir en que Adrian, su representante, era un auténtico pelmazo. Eso sí, todos añadían seguidamente un "pero hace muy bien su trabajo". Cuando le preguntó si se iba a quedar no supo qué contestar en un principio; no estaba del todo claro cuánto tiempo iba a permanecer allí.

- Aún no lo sé, pero espero que sí. - respondió.

Dio otro sorbo a su copa mientras pensaba en Aya. A veces se cansaba de la rutina que habían tomado sus vidas: él trabajando en Japón y ella en un país distinto cada semana. Podían pasar más de cinco meses antes de que volvieran a verse cara a cara... Quizá eso era lo que más le costaba asumir, a pesar de ser una persona bastante independiente.

James esperaba que Takumi se quedase, aunque no por nada en especial concretamente (o bueno, puede que sí pero no quería admitirlo) sino que cuando él estaba, Aya tocaba mejor que nunca. Vamos, que se empleaba realmente a fondo, con una motivación que no le podía venir de otra forma. En definitiva, su novio era su musa.

El australiano terminó su coca-cola.

- Bueno, tío, voy a ver si pego ojo. Nos vemos.

Se acercó a su compañero y le dio una palmada en el hombro antes de salir por la puerta para dirgirse a su habitación. Se paró unos instantes delante de la puerta de Katsumi, pero negó con la cabeza sin hacer nada más.