El ladrón de ricos y el ladrón de bancos [Días 3 de Junio, 20:00]

-¿El museo?

-Preparado.

-¿La joya?

-En su sitio.

-¿Las luces?

-Listas.

-¿El dinero?

-Traspasado.

-¿Estáis cruzando todos los dedos?

-Por supuesto, jefe.

-Pues deseadme suerte -dije colgando el móil tras aquella rápida y directa pero entendida conversación entre Rosa, mi secretaria, y yo.

Ya solo quedaba esperarle a él, había puesto una barbaridad de anuncios en toda Venecia para hacer que la joya de Sam se diera a conocer, y aunque ella no estuviera conmigo, haría que valiese la pena, quizá con la ayuda de Mask Demasque incluso fuera más fácil encontrar al maldito Geppetto de los dibujos, a ver si con suerte era un tipo decente y buena persona, eso de que robaba a los ricos para dárselo a los pobres, a ver si es tan caballero como dicen las leyendas urbanas... me pregunto si también habrá leyendas sobre mí, yo también soy un tipo heroíco... deja de pensar en eso ahora, Fab... al trabajo.

Me escondí detrás de las cortinas rojas del museo y me quedé mirando por un pequeño agujero preparado hacia el lugar donde descansaba la joya, me había dejado un pastón en sobornar al museo para preparar la jugarreta, solo esperaba que apareciese, o sería un dinero en vano.

El mes de Junio había llegado, y el calor era completamente insoportable en la ciudad de Venecia. Con el ventilador a la máxima potencia en su habitación, el artista pelirrojo apartaba las gotas de sudor que resbalaban de vez en cuando por su sien. ¿Que por qué no se iba a cualquier otra parte del mundo gracias al poder de sus espejos? Pues porque debía ayudar su padre en el taller por culpa de los numerosos encargos que estaba recibiendo en esas fechas y, por supuesto, por ella. No habían vuelto a verse después de aquella noche mágica, pero esta vez ambos sabían que debía ser así, pues la espera hacía el deseo. Un deseo exagerada y ardientemente incontrolable y desenfrenado.

Pero había otra razón para permanacer en Venecia. Desde hacía muchos días, el famoso museo de la ciudad había estado distribuyendo una desmesurada publicidad de la próxima exposición de una exquisita joya, de un rojo tan puro como la mismísima sangre. Y, por supuesto, eso sólo podía significar una cosa: querían atraparlo. Cualquier persona, o ladrón en este caso, que gozase de un mínimo de sentido común, habría renunciado a tal preciado premio. Pero no había algo que le gustase más a Mask DeMasque que dejar en ridículo al brazo de la ley.

La noche del "Día D", Fox Leblanc llevó a cabo el ritual necesario que lo convertirían en el ladrón más buscado, vistiéndose con la indumentaria adecuada y, por supuesto, colocando su fría y sonriente máscara de metal sobre su rostro. Y entonces atravesó el espejo de su habitación, ajustándose el sombrero.

Llegó a los alrededores del museo para tantear el terreno desde los ángulos necesarios. Era algo que hacía siempre que robaba, pero esta vez el detenimiento era aún mayor porque no parecía ser la misma clase de cebo. Y efectivamente, estaba en lo cierto, ya que el despliegue de las redes policiales era prácticamente nulo. ¿Qué estaba pasando? No era normal anunciar una joya a diestro y siniestro y no disponer de los medios de seguridad necesarios... Sí, sin duda sospechoso. Pero, ¿qué demonios? Se iba a salir con la suya pasase lo que pasase.

Se escurrió por el último espejo, y fue a parar al centro de seguridad del museo, de forma tan sigilosa que pudo dejar fuera de combate al guardia gracias a un pequeño paño y una botella de cloroformo. En un abrir y cerrar de ojos, todo estaba desconectado: desde los detectores de movimientos hasta la secuencia de video de las cámaras, y sólo entonces el famoso ladrón salió del cuarto y comenzó a caminar a sus anchas hacia la ubicación de su botín.

La noche se hacía eterna y yo me aburría, tenía miedo de moverme un centímetro y liarla toda, así que lo estaba pasando mal en esa incómoda postura y en esa incómoda situación, finalmente oi un ruido... pisadas... alguien se acercaba... entonces por el agujero pude verle, Mask Demasque, el único y genuino, por el que iba a apostarlo todo y el que había estado buscando tanto tiempo estaba en frente de mí.

Las luces encendidas eran lo único que habíamos dejado en el museo para evitar que se escondiese en las sombras y después de a saber de todo lo que había preparado, era lo único en lo que no se había parado a pensar, era imposible de atrapar hasta para mí, pero no era mi intención, ambos éramos invulnerables el uno al otro, éramos como dos peones en frente el uno del otro, incapaces de seguir adelante e incapaces de eliminarse entre ellos, solo una ayuda como la de Sez podía hacerlo, pero dudaba que él tuviese ayuda para hacerme frente.

Finalmente me decidí a salir, la única diferencia entre él y yo, es que yo podía tele transportarme a donde yo quisiera, sin necesidad de una base, y por ello había desalojado de espejos todo lo cercano a la joya, ahora debía pasar por delante mía para cogerla o huir.

Me tele transporté en frente de la joya decidido y me le quedé mirando a esa estúpida máscara sonriente, no entendía como tal ladrón genial, tal genio podía llevar semejante atuendo, era incomprensible para mí, pero no pensábamos igual.

-Vaya, parece que puedes escapar de todo el mundo, pero ahora mismo hay una persona que se interpone entre tu objetivo y tú, ¿jamás pensarías que fuese posible, eh? -di un par de pasos atrás y rompí el cristal de la joya con el codo, sorprendiéndome al ver que no sonaba ninguna alarma- eso significa que venías preparado. Nunca dudé de tus capacidades...

Mask DeMasque se acercaba hacia la joya con paso decidido, sin prisa pero sin pausa. Cuando vio aparecer a ese hombre de la nada, frente a él, interponiéndose en el camino que lo llevaría a su botín, supo que sus sospechas acababan de ser confirmadas. Y, sin embargo, su actitud no se tensó ni un momento. Se mantuvo inmóvil, sin dejar de mirar a aquel hombre.

- Vaya, parece que puedes escapar de todo el mundo, pero ahora mismo hay una persona que se interpone entre tu objetivo y tú, ¿jamás pensarías que fuese posible, ¿eh?

Aún al ver cómo el joven daba ciertos pasos hacia detrás y rompía el cristal que cubría la joya con su propio codo, el ladrón siguió completamente quieto, esperando a que su interlocutor acabase con su monólogo, su presentación, o lo que sea que fuese aquello. Por supuesto, ni una sola alarma sonó.

- Eso significa que venías preparado. Nunca dudé de tus capacidades...

Una risa ahogada se fue escuhando tras la máscara del ladrón, hasta convertirse en puras carcajadas que denotaban sin duda, un sarcasmo peculiar. En efecto, era una burla, ya que en ningún momento nada de la situación le había provocado gracia alguna.

- Vaya, vaya... Había estado preguntándome quién había montado todo esto para mí - dijo con un deje de ironía en su tono de voz - pero jamás habría imaginado que era el mismo Fabrizzo Bernardini el que se había tomado tantas molestias.

Le habría gustado sentarse a dialogar con una copa de vino entre sus dedos pero, lamentablemente, un museo no era precisamente el mejor escenario para esa clase de expectativas. Así pues, simplemente se limitó a ajustarse el sombrero para, sobre la marcha, enlazar sus manos en la espalda y comenzar a dar lentos pasos, a grandes zancadas, por la zona.

- ¿Entonces mi rival en el ranking de ladrones quiere algo de moi? ¡Oh, me halagas, me halagas! Por lo que he visto... tu piedra funciona a la perfección, así que no estás persiguiendo riquezas, ¿no es así? - su elegante tono burlón se mantenía, y detuvo su singular paseo, dándole la espalda a unos cuantos metros - No acepto ofertas.

- Vaya, vaya... Había estado preguntándome quién había montado todo esto para mí pero jamás habría imaginado que era el mismo Fabrizzo Bernardini el que se había tomado tantas molestias.

Se rio a carcaja limpia, pero yo solo estaba entreado en que... ¿me conocía? ¡Era increíble, Mask Demasque me conocía, era como un sueño hecho realidad! Estuve a punto de pedirle un autógrafo pero guardé la compostura.

- ¿Entonces mi rival en el ranking de ladrones quiere algo de moi? ¡Oh, me halagas, me halagas! Por lo que he visto... tu piedra funciona a la perfección, así que no estás persiguiendo riquezas, ¿no es así? No acepto ofertas.

-Es un halago también por tu parte que me conozcas, denota que tienes mucha información, pero si dices que no aceptas oferta, ¿qué haces que todavía no te has ido? No tienes nada que hacer contra mí, en cualquier momento podría coger la joya e irme y haberte hecho venir aquí para nada, no hay ninguna trampa, como he dicho es imposible pillarte, conozco muy bien el sentimiento de poder escapar cuando uno desea sin riesgos... pero... -dije cogiendo el collar tentativamente y empezándolo a agitar- quien algo quiere algo le cuesta... tú tienes algo que yo quiero y yo... tengo muchas cosas que tú quieres...

En realidad había planeado como cogerle, pero no muy bien que decirle, quería que se uniese a la Resistencia, y ya luego en la intimidad preguntarle su manera de actuar en los robos y eso "sonreí" pero no quería ir al grano, no me gustaba ir al grano, quizá le asustaba o algo, pero es que le necesitaba... fuera como fuese le necesitaba...