Fabio, Fabio, Fabio...

20 de Mayo

Aaaah, Venecia, que bonita era Venecia... no tanto como Santiago de Compostela, pero en ella estaba lo más bonito del mundo: él mismo. Bueno, y ella, claro está. El caso es que ahora vivía aquí, así que... qué más daba. Tenía que admitir que cuando tenía 18 años y se fue de casa nunca pensaría que acabaría tan holgado de dinero y tan feliz. Además, siempre tenía algo que hacer, por si se aburría, y si no, tenía muchos caprichos por casa... Hacía ya dos días que poseía esa piedra tan bonita. Ella siempre sabía cómo sorprenderle, tenái que admitir que no era él el único que ponía buena parte de su ser en la relación. Un día tendría que pensar en regalarle algo, aunque no podría estar a la altura de semejante obsequio.

Iba vestido con una gabardina de cuero abierta por encima de una camiseta y un pantalón todo negros. Llevaba una gafas de sol discretas, con su melena recogida en una coleta y sus ojos brillantes y verdes ocultos. Su piel blanca contrastaba bien con su vestimenta, y se le veía un colgante de un trísquel plateado en el cuello. Estaba sentado en la terraza de un bar con una pierna cruzada sobre otra sobre la silla de al lado, tomándose un vodka con limón, con un aspecto de rebelde que le encataba aparentar cuando no andaba de traje. Sin duda a Fabrizzio le costaría reconocerlo sin su traje y con aquellas pintas, pero cuando éste pasó cerca chasqueó los dedos de una mano sorpresivamente y señaló a una silla de la mesa redonda donde estaba.

-Hola "Fabio", toma asiento, por favor-dijo con una sonrisa muy característica en él, en apariencia amable y simpática, aunque también indicaba que iba a tratar un tema serio-. Que tenemos que hablar. ¿Quieres tomar algo?

Me sorprendió despertarme y descubrir un mensaje de Ariadna, pensaba que me dejó bien claro que si nos pillaban juntos la podía meter en problemas, pero me sorprendió aún más descubrir que en el mensaje ponía que me tenía que reunir con un contacto suyo en Venecia, quizá así nos íbamos a comunicar a partir de ahora, lo veía una buena idea.

Me levanté de la cama y me vestí lentamente, lego le di un beso en la mejilla a Sez que dormía como un lindo angelito, ya que solía despertarme antes que ella, y finalmente me puse la piedra y me tele transporté a mi casa en Venecia, desde allí fui a la plaza de San Marcos donde vi una cara familiar en una terraz, ¡¿El guardaespaldas?! Me reconoció en seguida y me invitó a sentarme.

-Hola Fabio, toma asiento, por favor. Que tenemos que hablar, ¿quieres tomar algo?

¿Fabio? Pero que... ¿tan difícil es mi nombre? No le di mucha importancia y me senté para luego responderle.

-No, gracias. Vamos directo a los negocios -dije yendo al grano, aunque era bueno saber que Ariadna seguía de mi parte me dolió que me mintiera- ¿qué quiere Ariadna de mí o que tiene que contarme?

-No, gracias. Vamos directo a los negocios-el viejo Fabio siempre igual de seco- ¿qué quiere Ariadna de mí o que tiene que contarme?

-Sssh...-dijo suavemente, indicando que se sentase.

Se puso bien sentado en su silla, con aspecto serio, a través de esas gafas oscuras impenetrables. Pero pronto bajó la vista para mirarlo por encima de ellas, apoyando los brazos en la mesa. Puso una mueca de fastidio, antes de volver a subir la cara y mirarle serio.

-No digamos su nombre, recuerda que pueden estar vigilándonos-si bien sabía que eso no era verdad-. ¿Seguro que no quieres nada? Invito yo-volvió a sonreír, no necesitaba ir con prisas, aunque Fabio tuviese ganas.

Se sentó con aspecto serio y me miró a través de las gafas, lo noté a pesar de que no pudiera verle las pupilas, en seguida bajó la cabeza y pude ver como me miraba por encima de las gafas y puso una mueca de fastidio.

-No digamos su nombre, recuerda que pueden estar vigilándonos. ¿Seguro que no quieres nada? Invito yo.

-Es un nombre muy corriente en Italia, podríamos estar hablando de cualquier chica. Tengo preocupaciones a parte de beber y hablar con un guardaespaldas, ¿vas a decirme que pasa o me voy?

Sin duda Ariadna no me había llamado para hacer el tonto, ¿por qué demonios el español tenía que complicarlo todo? Solo tenía que darme la información y cada uno a su casita.

-No sé que intentas invitándome a nada, solo quiero una relación estricamente profesional, suelta lo que tengas que soltar, te respondo como te tenga que responder y cada uno a su casita feliz. Además, cuanto antes terminemos, menos posibilidades hay de que nos pillen.

Dije devolviéndole de su misma moneda.

-Es un nombre muy corriente en Italia, podríamos estar hablando de cualquier chica. Tengo preocupaciones a parte de beber y hablar con un guardaespaldas, ¿vas a decirme que pasa o me voy?

-Si oyen ese nombre de tus labios lo relacionarán enseguida, "cabezayunque".

Joder con el tío, menudo hueso. ¿Quién le había puesto la escoba por el culo? Seguramente esto iba a ser más difícil de lo que pensaba, no parecía tener ganas de llevarse bien con él. Pero no importaba, el español era especialista en ganarse la confianza de la gente con el tiempo y perseverancia. Quizás si seguía siendo amable con él acabase por abrirse, aunque dudaba que tardase poco en ello. Este Fabio...

-No sé que intentas invitándome a nada, solo quiero una relación estricamente profesional, suelta lo que tengas que soltar, te respondo como te tenga que responder y cada uno a su casita feliz. Además, cuanto antes terminemos, menos posibilidades hay de que nos pillen.

-"Intentas"-respondió repitiendo la palabra, con una mueca de ofensa-. Muy bien, hombre, qué bonito, uno arriesgando el pellejo por ti y tú con esas...-se puso serio, como si se hubiese enfadado por el comentario- A ver... Ella está preocupada por ti. ¿Qué has hecho últimamente?

Su mueca de fastidio cambió un poco a una de seriedad, como si estuviese ignorando el hecho de que le hubiese "ofendido". Lejos de la realidad, lo únicoque pasaba era que si se comportaba de una forma tan estirada con él acabaría por agotársele la paciencia e intentaría hacrle daño. No físicamente, pero sí con palabras, y no le iba a gustar nada, nada, era un experto en eso. La verdad es que era un experto en hacer daño de cualquier forma... a veces se preguntaba si el precio por hacer lo que hacía era el infierno, pero luego recordaba que era ateo y que pasaba de esas mierdas. Los muertos al hoyo, los vivos al bollo.

Ignoré su primera fase con insulto y arqueé una ceja ante su segunda frase, ¿arriesgar el pellejo? Sin embargo no quería más movidas, la Agencia ya era bastante problema como para enemistarme con nadie más.

-¿Preocupada por mí? Que se lo hubiese pensado antes y no me hubiese ocultado nada, yo siempre he seguido sus consejos y misiones y nunca he hecho nada malo, incluso arriesgué la vida de Sez por su "plan" en la fiesta de bailes -suspiré recordando lo de no enemistarme con nadie- en fin... ¿que qué he hecho? Pues la verdad es que no mucho, contraté a dos Stoner para que nos ayudaran en la batalla pero desde que estoy con Sez, lo único que pienso es cogerla de la mano y huir al ombligo del mundo y olvidarnos de todo esto, mala suerte que ella no piense así... no sé si seré capaz de eliminar a su padre... -aparté la mirada.

-¿Preocupada por mí? Que se lo hubiese pensado antes y no me hubiese ocultado nada, yo siempre he seguido sus consejos y misiones y nunca he hecho nada malo, incluso arriesgué la vida de Sez por su "plan" en la fiesta de bailes

-Como si ella no se arriesgara sólo con enviarme a mí-respondió con total sinceridad, no hacía falta mentirle todo el rato, las bolas cuelan mejor si hay verdades por enmedio.

En fin... ¿que qué he hecho? Pues la verdad es que no mucho, contraté a dos Stoner para que nos ayudaran en la batalla pero desde que estoy con Sez, lo único que pienso es cogerla de la mano y huir al ombligo del mundo y olvidarnos de todo esto, mala suerte que ella no piense así... no sé si seré capaz de eliminar a su padre...

Conque se había dedicado a estar con su zorrilla particular y poco más. En estos momentos le entraban ganas de conocer a esos dos Stoners, seguro que era divertido picarles para enfadarles y ver sus caras al utilizar sus piedras. ¿Qué seguro ni qué? ¡Era divertido! Tenía que recordar agradecerle mucho, mucho a ella su regalito, porque no sólo era bueno para ella, sino para él mismo. Al fin y al cabo, ahora era el "Joker", el comodín de la baraja, en un juego que prometía ser entretenido. Sí, se lo iba a pasar muy bien. Por dentro reía, pero por fuera mantenía aquel rictus de seriedad y ahora añadido un brillo de preocupación en sus ojos, que Fabio pudo ver porque se quitó las gafas para mirarles directamente a los ojos.

-No puedes huir a ningún lado, Fabio. Acabarían encontrándote, y esa piedra no va a salvarte todo el tiempo-jo, hasta le gustaría ver la cara de Fabio cuando lo intentase ahora mismo-. Además... ¿te vas a olvidar de tu familia? ¿Qué pensaría tu hermano, que Dios lo tenga en la gloria?-era ateo y anticlerical, pero por ello resultaba más divertido decir ese tipo de frases.

Se quitó las gafas para mirarme con una cara un tanto singular en aquel tipo, a penas nos conocíamos y ya creía saber todo de mí, debía ser alguien muy importante para Ariadna si sabía todo.

-No puedes huir a ningún lado, Fabio. Acabarían encontrándote, y esa piedra no va a salvarte todo el tiempo... Además... ¿te vas a olvidar de tu familia? ¿Qué pensaría tu hermano, que Dios lo tenga en la gloria?

Me levanté de la mesa cabreado mientras le miraba desafiante.

-No metas a mi familia en esto... -intenté calmarme todo lo que pude y comprendí que Ariadna le había enviado para presionarme, claro que quería vengarme, pero tenía todo el tiempo del mundo, me senté tranquilamente- mira, no sé que te ha contado Ariadna sobre mí, pero no tienes ni idea de por lo que he pasado, así que no vengas ahora de listillo creyendo que sabes todo sobre mí, por mucho que me vengue, mi familia no va a volver y no creo tener la suficiente sangre fría para matarles por mucho que hayan sido tan crueles y despiadados y menos si uno de ellos es el padre de la chica a la que... no creo que sea capaz de muchas cosas, lo haré a mi modo... y con mi tiempo... si Ariadna quiere que sea más rápido dile de mi parte que me mande apoyo, no es fácil encontrar Stoner y decirles que tienen que enfrentarse a la más fuerte multinacional del mundo y que acepten como estúpidos bobalicones sin cerebro...

Me quedé un rato mirándole y luego terminé la charla.

-¿Algo más o puedo irme a disfrutar de mi vida? Dudo que consiga salir vivo de ésta y quiero pasar los últimos días de mi vida con la única persona en el mundo a quien le importo.

-No metas a mi familia en esto... mira, no sé que te ha contado Ariadna sobre mí, pero no tienes ni idea de por lo que he pasado, así que no vengas ahora de listillo creyendo que sabes todo sobre mí, por mucho que me vengue, mi familia no va a volver y no creo tener la suficiente sangre fría para matarles por mucho que hayan sido tan crueles y despiadados y menos si uno de ellos es el padre de la chica a la que... no creo que sea capaz de muchas cosas, lo haré a mi modo... y con mi tiempo... si Ariadna quiere que sea más rápido dile de mi parte que me mande apoyo, no es fácil encontrar Stoner y decirles que tienen que enfrentarse a la más fuerte multinacional del mundo y que acepten como estúpidos bobalicones sin cerebro...

Cabezayunque era poco para este tío. Sólo le estaba lloriqueando, menudo miedica. Un maldito crío sin cerebro ni valor, eso es lo que era. ¡Pues iba a pasar por el aro como que se llamaba Breogán! A cabezón no le gana nadie. Se le quedó mirando callado, mientras Breo ponía una cara de fastidio, apenas una palabras y su paciencia no era más que un pequeño granito, y eso que se jactaba de tener una montaña de ella. Iba a tener que apretarle las tuercas a su modo, tendría que dar golpes bajos... Bien, eso le gustaba.

-¿Algo más o puedo irme a disfrutar de mi vida? Dudo que consiga salir vivo de ésta y quiero pasar los últimos días de mi vida con la única persona en el mundo a quien le importo.

-Creo que no me has escuchado la primera vez. ¿Estás ahora con ella? No. La Agencia podría estar investigándola ahora mismo, si no cosas peores. Fabio... la Agencia es poderosa, mucho. Tiene piedras como la tuya, sino con las mismas "características"-decir "poderes" era un poco arriesgado así, en público, aunque nadie estuviese vigilando-. ¿Quieres ayuda? Pues bien, yo mismo te ayudo. ¿Quieres que convenza a esos Stoner? ¡Yo te ayudo! Pero no olvides que Sez tampoco te devolverá a tu hermano, o a tu madre.

Echó un buen trago a su bebida (y se notaba que estaba acostumbrado a beber ese tipo de cosas, porque ni se mostró con la garganta resentida), y se volvió a colocar las gafas. Ahora daba un aspecto mucho más impersonal, al estilo Terminator, algo que le hacía gracia mostrar. Este tío era un coñazo, no parecía de la familia de Ariadna, que ella sí que era... interesante. Puso la espalda recta, mirando alrededor y decidió añadir otra cosa.

-Ah, y no me lloriquees con que no sé lo que has pasado, eres un hombre adulto, y no eres el único que lo ha pasado mal.

-Creo que no me has escuchado la primera vez. ¿Estás ahora con ella? No. La Agencia podría estar investigándola ahora mismo, si no cosas peores. Fabio... la Agencia es poderosa, mucho. Tiene piedras como la tuya, sino con las mismas "características".

-No te enteras, ¿eh? -bajé la voz- Mi piedra y la de Sez son las más poderosas, por eso nos persiguen... nos cubrimos el uno al otro... además hay otro problema, no sabemos la localización de cada pez gordo, solo sé la de Argonar, porque Sez me llevó a su mansión... -recuperé el volumen- así que sí, sé muy bien como es la Agencia, llevo estudiándola mucho tiempo y sé como actúan...

-¿Quieres ayuda? Pues bien, yo mismo te ayudo. ¿Quieres que convenza a esos Stoner? ¡Yo te ayudo! Pero no olvides que Sez tampoco te devolverá a tu hermano, o a tu madre.

-No, pero cubre muy bien el espacio que ellos dejaron y eso me reconforta, de no ser por ella hubiera tirado la toalla hace mucho... en cuanto a si quieres ofrecerte, me parece bien, pero pensé que eras tú el que no quería que descubrieran a Ariadna...

-Ah, y no me lloriquees con que no sé lo que has pasado, eres un hombre adulto, y no eres el único que lo ha pasado mal.

-¿Y tú que vas a saber? -le dije con un total tono de desprecio y reproche- no me vayas ahora a decir que tú lo has pasado muy mal porque no te querían en la escuela... no hay nada peor que quedarte solo en el mundo porque te hayan arrebatado lo único que tenías por nada más que Poder, si mi madre hubiese sido una mala persona y se hubiese merecido lo que la pasó, nunca me hubiera quejado, como nunca me quejé de la muerte de mi padre, pero ella no hizo nada... no le hizo ningún mal a nadie... no es justo...

-No te enteras, ¿eh? Mi piedra y la de Sez son las más poderosas, por eso nos persiguen... nos cubrimos el uno al otro... además hay otro problema, no sabemos la localización de cada pez gordo, solo sé la de Argonar, porque Sez me llevó a su mansión...

-Por mucho poder que tengáis, seguís siendo humanos-digo tranquilamente, como enseñándole una lección. Una lección que por otra parte gustaría darle de una forma un poco más ruda e innegable.

-No, pero cubre muy bien el espacio que ellos dejaron y eso me reconforta, de no ser por ella hubiera tirado la toalla hace mucho... en cuanto a si quieres ofrecerte, me parece bien, pero pensé que eras tú el que no quería que descubrieran a Ariadna...

-Si lo hago a mi manera, no habrá problema ninguno, nunca me relacionarán con ella.

Cómo se notaba que Fabio no había estado ya la friolera de cinco años de secretos y mentiras en que se había convertido su vida desde que Ariadna entró en ella. Tenía muchas ganas de desvelar toda la verdad, pero debía esperar. Los niños, decía ella, no quería ningún trauma. Pues esperaría, pero seguía teniendo ganas de tirar la casa por la ventana y acabar con aquello de una vez por todas. Y definitivamente.

-¿Y tú que vas a saber? No me vayas ahora a decir que tú lo has pasado muy mal porque no te querían en la escuela... no hay nada peor que quedarte solo en el mundo porque te hayan arrebatado lo único que tenías por nada más que Poder, si mi madre hubiese sido una mala persona y se hubiese merecido lo que la pasó, nunca me hubiera quejado, como nunca me quejé de la muerte de mi padre, pero ella no hizo nada... no le hizo ningún mal a nadie... no es justo...

-No, no es justo, y por ello debes hacer algo-dijo insistiendo-. ¡Fabio, hay que destruir a la Agencia! Sólo quieren poder, tu poder. Y el de Sez, también. Quizás tengáis las más poderosas, pero... ¿cuántas podrían reunir? ¿Y si resulta que consiguen unir tantas que vuestros poderes son insignificantes? No hay que permitir que pase eso, y tú, precisamente por tu poder, eres el único que puede evitarlo.

Suspiró, no había alzado la voz en ningún momento, pero no por ello sus palabras no dejaron de tener firmeza. Se sacó las gafas y las dejó en la mesa, mostrándose decidido y serio. Acercó la cara a la de su interlocutor, apoyándose en la mesa al arquear la espalda. Eran igual de altos, más o menos, aunque Breo perdía algo más al sentarse. Le miró directamente a los ojos, mostrando sinceridad total.

-Si no lo haces por tí, hazlo por el mundo. O por venganza, o por que tú y Sez podáis vivir en paz por fin-la verdad es que él también quería eso, aunque a su manera, claro. Al fin y al cabo, el juego que había puesto delante de él era muy divertido, y antes de ganarlo quería disfrutar.

-No, no es justo, y por ello debes hacer algo ¡Fabio, hay que destruir a la Agencia! Sólo quieren poder, tu poder. Y el de Sez, también. Quizás tengáis las más poderosas, pero... ¿cuántas podrían reunir? ¿Y si resulta que consiguen unir tantas que vuestros poderes son insignificantes? No hay que permitir que pase eso, y tú, precisamente por tu poder, eres el único que puede evitarlo. Si no lo haces por tí, hazlo por el mundo. O por venganza, o por que tú y Sez podáis vivir en paz por fin.

Insistiendo no conseguiría nada, era Tauro y de ideas fijas y si había dicho que lo haría a mi manera, eso iba a hacer.

-No soy un asesino, como he dicho lo haré a mi manera, tú consígueme Stoners y la localización de cada uno de ellos y yo me ocuparé de que desaparezcan, pero no prometo nada con Argonar, eso tendría que discutirlo con Sez, será ella quien decida la suerte de su padre.

Me levanté de la mesa y me di la vuelta con ganas de irme pero antes me dirigí por último a él.

-Dile a Ariadna que no tiene ningún derecho a volver a mi vida, ni siquiera enviando contactos, la única manera de que la perdone es que me cuente todo, sin mentiras... y como dudo que lo haga porque después de todo trabaja para la Agencia me despido, dile que le vaya bien y que se despida de mí de los niños.

Luego comencé a caminar rezando que aceptara mi decisión.

-No soy un asesino, como he dicho lo haré a mi manera, tú consígueme Stoners y la localización de cada uno de ellos y yo me ocuparé de que desaparezcan, pero no prometo nada con Argonar, eso tendría que discutirlo con Sez, será ella quien decida la suerte de su padre.

Jodó qué coñazo con Argonar, quería pegarle un tiro ya a Argonar a ver si dejaba de halar de él. Al fin y al cabo, sólo era uno, ya se encargaría de él cuando tocase. ¡Qué coño! Igual le hacía el favor y se lo quitaba de en medio, con suerte. Y hasta podría consolar la terrible muerte de su padre a su novia, así ganaba puntos. Si quieres un trabajo bien hecho, hazlo tú mismo. Y si lo quieres perfecto, encárgaselo a Breogán.

-Dile a Ariadna que no tiene ningún derecho a volver a mi vida, ni siquiera enviando contactos, la única manera de que la perdone es que me cuente todo, sin mentiras... y como dudo que lo haga porque después de todo trabaja para la Agencia me despido, dile que le vaya bien y que se despida de mí de los niños.

-Te conseguiré Stoners y su localización-resumió rápidamente-. Quizás pueda convencerla para decirlo todo...-respondió enigmáticamente, haciéndose el duro- Pero dame tiempo, no soy más que un amigo de confianza.

En realidad pensaba que lo mejor era decirle una mentira más creíble y fácil, así no habría problemas y todos contentos. Hasta se quitaría su propia piedra para que se lo tragase mejor en el caso de que ella decidiese decírselo personalmente. Fabio era testarudo, pero seguro que le vería como un aliado o incluso un amigo, con el tiempo. De momento sólo le veía como "el contacto de Ariadna", pero en el futuro sería "el que le consigue información y trata de ayudarle" que, para el caso, eso era la definición de un amigo.

-Si quieres irte, no te retengo más. Mantendremos el contacto-dijo después, con una sonrisa suave, poniéndose las gafas y volviéndose a recostar en su silla, con una pierna cruzada sobre otra apoyada en la de al lado, como al principio. Se le estaba calentando la bebida.