La chica de la guitarra eléctrica [22 de mayo]

Seis de la tarde de una oscura tarde de mayo. Estuvo lloviendo toda la mañana pero las nubes todavía no han despejado, y como el tema este del ahorro energético impide encender todavía las luces de la calle, el lugar estaba sometido a una especie de penumbra, un tanto tenebrosa, quizás.

Por supuesto, esto no molestaba para nada a Itzíar, la cual se considera sí misma un tanto fotofóbica, aunque no lo sea realmente: el sol de la playa a las doce del mediodía molesta a todo el mundo. Apoyada en la pared del Pans&Company, con su guitarra eléctrica enfundada en cuero apoyada en el suelo pero bien sujeta, miraba arriba y abajo a ver si llegaba...

Pero no, ya hacía más de un cuarto de hora tarde, y si por algo no se caracterizaba la chica era por ser paciente. Le había hecho varias llamadas perdidas, pero todas le habían dicho lo mismo: "El móvil al que llama se encuentra apagado o fuera de cobertura en este momento".

Maldito seas, Carlos...

Y de mientras, la gente iba pasando arriba y abajo; turistas, emos, abuelos, parejas, niños, immigrantes...

[PNJ: Carlos]

Apareció corriendo entre la multitud, con el pelo mojado y una prisa no muy buena, se tropezó con varias personas diciendo un fugaz "lo siento" y siguió corriendo hasta quedarse parado delante de la chica que lo esperaba, tenía una cara totalmente fatigada y el chico estaba medio doblado intentando coger aire.

-Lo... lo siento Itzíar... ufff... mi madre... qué... qué pesada, dios mío... Siento el retraso -dijo finalmente erguiéndose y mirando a Itzíar decepcionada mientras Carlos ponía una cara y hacía un gesto con los brazos como diciendo: "no he podido hacer nada".

Itzíar levantó una ceja. Sí, se había supuesto que el problema era la madre, pues de sobras la conocía y sabía que siempre que Carlos tenía que salir de casa le tenía diez minutos en la puerta recordándole lo que tenía que hacer y lo que no tenía que hacer.

- Ya te lo digo siempre, sal diez minutos antes y así llegas a la hora. - sonrió, malévola. Desde luego, las venganzas de Itzíar no eran cosa que se pudiera tomar a broma. - Anda vamos, que seguro que Adri y Gabi nos están esperando.

- Ya te lo digo siempre, sal diez minutos antes y así llegas a la hora. Anda vamos, que seguro que Adri y Gabi nos están esperando.

El chico siguió insistiendo en que la culpa no era suya.

-Ya... me gustaría... leñe... pero esta mujer... bueno, da igual... -se puso a correr en dirección a casa de Adri, pero a mitad del camino se paró en seco dándose la vuelta- oye, Itziar... ¿de verdad tienes que irte? Te voy a echar de menos...

El chico ahora había dejado su lado fatigado de lado y mostraba un gesto de triteza y melancolía, intentando bajar la cabeza para que no pareciese demasiado preocupante.

- Joder, y yo os voy a echar de menos a vosotros, pero necesito el Erasmus... ¿Tú sabes la de puntos que da eso en un Currículum? Vale que dedicarse a la música sería lo mejor que podría pasarnos, pero tal y como está la cosa ahora no podemos confiar en ello así que más me vale encontrar un buen trabajo como bióloga. Además, solo van a ser seis meses. - su voz parecía tranquila y alegre, pero en el fondo sabía que iba a pasarlo muy mal fuera. No por sus padres, esos sería a los que menos echaría en falta, pero sus amigos, las juergas, los conciertos...

Sólo serán seis meses...

- Va, tira, que nos esperan. - y siguió andando.

[PNJ: Carlos]

-Pues tendremos que meternos las pilas con la música -dijo sin dejar de insistir- a ver si mi padre nos consigue una entrevista.

[Narrador]

Luego siguió andando a tu lado para que llegaséis finalmente al lugar de la fiesta donde esperaba todo el mundo, lo que no te esperabas es que fuese una fiesta sorpresa, había mucha más gente de la que te esperabas y pancartas con "Te echaremos de menos", "Suerte en [Pais al que te vas]" y cosas por el estilo, te saludó un montón de gente.

[PNJ: Carlos]

Luego Carlos, cómplice se acercó.

-Que fácil has caído, Itziar, pensaba que eras más lista -dijo riendo y sonriendo mientras la gente empezaba a comer y beber.

- Bueno, ahora se supone que tengo que ponerme a llorar, ¿no? - les espetó, medio enfadada, pero en realidad si no hubiera sido porque tenía que mantener su fachada de chica dura e hija del metal, estaría derramando lágrimas a chorros.

Le había hecho muchísima ilusión esa fiesta sorpresa; quería decir que tenía amigos que la echarían de menos. Ahora lo que tocaba era comer, beber y pasárselo bien, pues en dos días cogería el avión.

- ¡Gracias a todos! - anunció, y empezó a moverse entre sus compañeros.

La fiesta pasó lentamente entre bailes, borrachos y juegos, finalmente uno de los amigos de Itzíar subió a una especie de escenario que habían montado y comenzó a hablar.

-Ejem Ejem... Quería recordaros porqué estábamos aquí, ya que parece que aquí cada uno va a su bola, aunque con una panda como vosotros... -la gente empezó a abuchear- que es broma, tranquilos... bueno, quería brindar por Itzíar y que se lo pase bien allá donde vaya... por cierto... ¿alguien sabe a donde va? -la gente calló y todos de repente empezarona reirse... -jajajaja, bien bien, todos a la vez no... bueno Itzíar un brindis por ti y porque te lo pases bien en donde sea...

Todo el mundo alzó las copas y bebieron, algunos se bebieron una botella entera, etc...

-Bueno... perdonad y para terminar... un que te den bien Itzíar.... una... dos y tres...

-¡Que te den bien, Itzíar! -gritó todo el mundo.

-Pues ale que siga la fiesta y cada uno otra vez a su bola -el chico bajó del escenario y se acercó a Itzíar- de nada...

- ¡Y bien que me va a gustar, cabrones! - respondió la chica, ya bastante afectada por el alcohol en sangre, pero con otro vaso de fresca cerveza en la mano.

- Sois todos una panda de gilipollas - le recordó a su amigo cuando se acercó a ella. - Yo no pedí ninguna fiesta de despedida, pero gracias. Y es verdad, que no le he dicho a nadie a dónde me voy... jejeje... ¡¡¡ME VOY A ITALIA!!!

Todo el mundo grito un Hurra o algo así cuando Itzíar gritó que se iba a Italia y otro dijo que esto si se entendió bien.

-¡Que te lo pases bien, mooooooza!

-Bah, como si me importase lo que tú querías -dijo su amigo- te hemos hecho la fiesta y te vas a sentir agradecida y a callarte la boquita, te quejas por todo, me recuerdas a mi abuela.

Pasó el tiempo y pasaban las horas, la gente comenzaba a irse, el piso quedaba cada vez más sucio y más vacío, hasta que solo quedaban los amigos más íntimos de Itzíar y ella, estaban más pedo que Alfredo y estaban tumbados en los sillones sin poder mover ni un alma.

-Oye Itzíar -dijo uno sin moverse- ¿no te ibas hoy? Con esas pintas y la resaca que vas a pillar me parece que no vas a coger el vuelo.

Todos empezaron a reir como zombis.

Itzíar se fue despidiendo de los que se iban, mientras abría otra cerveza. Debía llevar ya unas cinco o seis, y eso que sólo eran las nueve de la noche.

- Mh... - miró el reloj - el avión sale mañana al mediodía, tengo tiempo de sobras de dormir la mona... ¿Pedimos unas pizzas para cenar?

- Mh... el avión sale mañana al mediodía, tengo tiempo de sobras de dormir la mona... ¿Pedimos unas pizzas para cenar?

-Itzíar... -dijo el zombi de antes- no son las 9 de la noche, son las 9 de la mañana... qué pedo llevas tía...

Empezaron a reir todos otra vez de nuevo. De pronto alguien entró por la puerta, se acercó al salón, era Gabi...

-P-pero... ¡Os dije que no usaráis mi casa para la fiesta!

-Ostias, mira es Gabi... y está hebrio, hala, Itzíar aprovéchate de él.

-Sí, eso... ¡a la yugular, Itzíar!

(Quieres hacerme correr, eh?)

- ¿Que son las nueve de la...? - encendió la tele y, efectivamente, no estaban dando el telediario de la noche como es de costumbre. Estaban dando un absurdo documental matutino sobre tribus africanas caníbales.

Se lanzó hacia su amigo casi llorando.

- GAAAAABIIIIIIIII!!!!!!!!!!!! Tengo que estar dentro de una hora en el aeropuerto y tengo que pasar por casa a recoger la maleta, ducharme, cambiarme de ropa y estas cosas. ¿Me acompañas porfa plis? No te pediré favores en seis meses... - puso carita de pena. La borrachera se le había pasado de golpe.

- ¿Que son las nueve de la...?

-¡Itzíar, castigada sin beber alcohol hasta que nos de la gana! -soltó uno.

-¡Eso, todo para nosotros! -complementó otro.

- GAAAAABIIIIIIIII!!!!!!!!!!!! Tengo que estar dentro de una hora en el aeropuerto y tengo que pasar por casa a recoger la maleta, ducharme, cambiarme de ropa y estas cosas. ¿Me acompañas porfa plis? No te pediré favores en seis meses...

-¡¿Y dejar a estos en mi casa a solas con la que me habéis montado?! ¡Tengo que recoger antes de que llegue mi madre! -estaba frenético el pobre Gabi.

-Vamos, Gabi, enrróllate, que la chica se va a Italia.

-¡Cuando vuelva quiero ver esto recogido o no os vuelvo a hablar en mi vida!

-Sí, sí no te preocupes Gabi.

Gabi ayudó a Itzíar a salir de la casa, llevaba un pedo del quince y la metió en el coche y la puso el cinturón.

-El último favor en seis meses, no. ¡El último favor de mi vida!

Gabi arrancó el coche directo a casa de Itzíar.

- Yo también te quiero. - le respondió. Por lo menos había llegado al punto en que podía coordinar las palabras y elaborar una cadena de pensamiento sencilla. Tenía la esperanza de que en tres horas y sin haber dormido (o sin recordar haber dormido) se le bajara el pedal y pudiera subir al avión. Desde luego una ducha ayudaba.

- Yo también te quiero.

-Encima con vaciles... ya te vale, Itzíar...

Aparcó en frente de la casa de Itzíar y la ayudó a bajar del coche para dejarla en el portal.

-Te doy 30 minutos, si en 30 minutos no bajas te vas tú sola al aeropuerto.

Gabi se quedó de brazos cruzados en frente de la puerta del portal esperando a que Itzíar subiese corriendo para terminar en el plazo dado.

- Eso está hecho.

Subió corriendo, y a los 29 minutos y 33 segundos estaba de nuevo en la puerta, con la inmensa maleta y una mochila como las de ir al colegio en la espalda. También llevaba su guitarra eléctrica. Llevaba el pelo mojado, ropa limpia y se la notaba más sobria que antes.

- Ale, ya estoy.

Gabi estaba a punto de irse justo cuando Itzíar bajo, entonces dejó las llaves puestas en el coche y se giró hacia el portal.

-¡Vamos, que me voy!

Después de que Itzíar subiese al coche, Gabi puso rumbo al aeropuerto de Barcelona y allí la ayudó a bajar las maletas del coche.

-Bueno, enana... que te lo pases bien... y ya sabes que si quieres llamarme, te cojo el móvil en seguida... y deberías no dejarte influir tanto por estos... mira lo que ha pasado... ahora recemos porque mi madre no me eche de casa -hizo una mueca extraña- bueno... hasta la vuelta -abrazó a Itzíar.

- Gracias por todo, Gabi. Diles a todos que les quiero, que les enviaré postales y que bla bla bla, ¿sí? - le dio dos besos al chico, y se encaminó hacia la cola de facturación para los pasajeros en dirección a Roma.

Tenía pensado instalarse en la capital italiana y coger un tren hacia Venecia antes del lunes. Eso era un añadido de última hora, pues hasta hacía dos noches no había visto el condenado anuncio de colonia donde era tremendamente evidente que el tipo llevaba una piedra colgada del cuello. Una piedra como la suya, y eso desde luego no significaba nada bueno. Si se suponía que debían mantenerse ocultos, ahora quedaba demostrado que, o bien alguien era tan imbécil como para hacerse destacar o bien habían cambiado las reglas del juego. Sea como fuere necesitaba averiguarlo, y la manera más sencilla de hacerlo era empezar por el lugar de los hechos: la Ciudad de los Canales.

Así pues, comenzaba el viaje de su vida para Itzíar.

Y finalmente así, Itzíar llegó a Venecia, famosa ciudad de las ciencias y las artes, hogar de la mayor conglomeración de palacios, canales, iglesias... una escultura viviente con un clima asqueroso y el destino de Itzíar se iba a desarrollar allí, quizá para bien, quizá para mal... solo ella iba a poder averiguarlo.

Finalmente Itzíar llegó a la Universidad que iba a ser su nuevo hogar, era hora de buscar su nueva habitación y alojarse.

[FDI: En seguida te abro la Universidad de Venecia XD]