La morada de los Emperadores

[7 de abril; 11:00 h.]

Roma es conocida como la Ciudad de las Siete Colinas. Una de ellas, el Palatino, había sido desde tiempo inmemorial el lugar en el que habitaba la gente más poderosa de Roma. Allí se alzaban las ruinas de las moradas de los nobles y los emperadores, junto con múltiples edificios. Un lugar en el que uno, más que ver, podía palpar la historia.

Eso es lo que había venido a buscar Iroha. Historia. O, más bien, una parte de la historia que quedaba oculta a los ojos de los demás. Buscaba la historia que la enlazaba con una pequeña piedra que colgaba de su cuello, por dentro de su blusa blanca. Por supuesto, dudaba que allí encontraría aquella conexión. La respuesta no estaba en las ruinas romanas, sino enterrada en los libros. En los registros de aquel viaje a Roma. El viaje de un barco japonés, el Datemaru. Pero eso, de momento, tendría que esperar. Necesitaba preparar una estrategia para moverse y conseguir la información sin verse involucrada en ningún follón. Durante los días anteriores se había hecho un esquema de la ciudad, buscando los puntos de mayor interés. Aquel día era el último. Después, comenzaría su trabajo.

Se preguntaba cuántos más existían. Cuántas personas más poseían un fragmento como el suyo. Y cuántas de ellas estarían dispuestas a colaborar con ella, y cuántas la matarían por adquirir ese pequeño colgante. Suspiró. Aquello prometía ser más estresante que una partida de go con su madre.

-Bueno, mejor aprovechemos este descanso...- se dijo, encaminándose a uno de los edificios más antiguos de Roma.

Que fuera a investigar no suponía que no pudiera hacer turismo.

Como le había dicho a Sez, tenía que saber más sobre aquella teoría, y haciendo ciertos estudios todo me llevó a Roma. ¿Por qué? Muy sencillo, según la leyenda, las piedras no tienen más de 2000 años, y el mayor imperio europeo hace 2000 años era el Imperio Romano, así que entre las ruinas, catacumbas o en algún lugar de Roma tenía que haber algo que aceptase mi teoría como tal.

Acababan de empezar con la mudanza del edificio por el incidente de ayer cuando yo me teletransporté a las ruinas de lo que antes era el Palatino, ¿qué mejor sitio para buscar que, donde los ricos, y por tanto, los cultos? Si había alguna información de las piedras tenía que estar en algún lugar cerca, entonces fue cuando sentí una presencia, no pude ver muy bien que era, hasta que vi a una chica en uno de los edificios más antiguos, ¿qué haría allí? ¿Se hacen visitas tan abiertas? Nunca me había gustado el arte ni el patrimonio así que no lo sabía, pero me daba que ella si lo sabía, así que para sacarle todo mejor me teletransporté delante suya sin ningún problema, así si conocía algo saltaría en seguida y si no conocía nada sería cuestión de que nadie creyera lo que había visto.

-Hola, ¿te has perdido o no sabes que Roma es muy peligrosa para una dama tan sola? -dije esto como si no pasara nada, te teletransportas delante de una persona y la hablas como si nada, tampoco era muy raro en mí.

Iroha estaba emprendiendo su camino alegremente (dentro de lo alegremente que Iroha podía emprender algo) en dirección al primero de los edificios interesantes a visitar, la morada de Augusto, cuando alguien apareció delante suya.

Literalmente.

Cuando una persona ha sido entrenada desde que era un mico para hacer frente a un enemigo, atacara desde el ángulo que atacara, fuera por sorpresa o de frente, tiene tan asumidas las posturas, guardias y golpes, que se mueve sin prácticamente pensarlo. Antes de que el hombre siquiera empezara a hablar, Iroha había dado un salto atrás, sacando de la funda de espadas japonesas que llevaba a su espalda su boken y poniéndose de inmediato en guardia.

Sin embargo, al escuchar las palabras del hombre, mostró una sonrisa sardónica.

-No sé de donde has salido, ni como has hecho eso, pero me importa un bledo. Te equivocas de víctima, simpático, de dama tengo más bien poco. Y da gracias a que esto no sean las termas de Caracalla, o tendríamos a Mulder y a Scully aquí en cinco minutos.

Lo de que no sabía cómo había hecho aquello era una mentira como la copa de un pino, por supuesto, pero Iroha no estaba dispuesta a mostrar sus colores todavía. Tenía por cierto que, fuera lo que fuera lo que había hecho, se trataba de un poder originado por algo similar a la pequeña esquirla de piedra oculta por sus ropas. Aunque usarlo en uno de los lugares que mayor concentración de turistas y estudiosos podía albergar de toda Roma no era, al menos desde su punto de vista, un movimiento inteligente.

[FDI: La morada de Augusto, los palacios de los distintos emperadores y las termas de Caracalla, que yo sepa, están abiertos al público XD]

Rápidamente la chica me sacó una espada de madera y se puso en posición defensiva, cosa que no me sorprendió mucho visto lo que había hecho.

-No sé de donde has salido, ni como has hecho eso, pero me importa un bledo. Te equivocas de víctima, simpático, de dama tengo más bien poco. Y da gracias a que esto no sean las termas de Caracalla, o tendríamos a Mulder y a Scully aquí en cinco minutos.

¿Mulder y Skully? No me suenan... serán los nuevos muñecos de barrio sesamo.

-Pues vengo de Venecia, lo que pasa es que me apetecía teletransportarme porque los viajes en avión son muy lentos, y deberías saber que aquí en europa no usan espaditas de juguete, si no pistolas que matan y no creo que tu espada pare balas... Bueno, parece que sabes cosas de Roma, eso de Caracatala, o lo que hayas dicho no lo conoce cualquiera, quizá puedas ayudarme... si conoces a esos tal Mulder y Skully te gustarán las cosas de aventura... si me encuentras una trampilla secreta a unas catacumbas o algo así que se haya mantenido oculto 2000 añitos te doy 10.000 euros, ¿qué te parece?

Luego me di la vuelta y comencé a apartar piedras... con encontrar una rendija me era suficiente.

Iroha miró a aquel tipo con cara de circunstancias. ¿De verdad era tan imbécil? Debería haberle dado un bokenazo en la cabeza y haberse quedado con la piedra, pero no quería tener problemas con los caravinieri. Aunque... Viendo como se ponía a apartar piedras en busca de una "trampilla", la tentación de hacerlo y atacarle incluso ahora que estaba de espaldas era terriblemente fuerte. Un italiano que no conocía las Termas de Caracalla era como un japonés que no sabía qué era el Castillo de Osaka [FDI: o un español que no sabe lo que es la Alambra de Granada]. ¿Y dónde cojones había estado encerrado los últimos veinte años para no saber lo que era Expediente X?

-¿Y tú de dónde dices que eres y en donde te han tenido encerrado desde que naciste? Si supieras un mínimo de historia, sabrías que las catacumbas eran tumbas, y no creo que los nobles quisieran tener sus palacios encima de un montón de cadáveres. Pero nada, nada, diviértete jugando a los exploradores.

Maldijo su estúpido sentido del honor, pero aún así, devolvió el boken a su funda. No creía ni que tardaran cinco minutos en llamar a la policía por un expoliador de tumbas, y supuso que entonces tendría que hacer uso de su piedra para escapar, si tenía dos dedos de frente, aunque empezaba a dudarlo seriamente. Con el boken todavía en la mano, y esperando cualquier movimiento que pudiera suponer un ataque, Iroha empezó a pasar de largo. De verdad, de verdad debería haberle dado un golpe en el momento en que apareció. Se dominaba lo suficiente como para haberle dejado una contusión. Pero no era su estilo, mal que le pesara. Siguió sus pasos, dejando al imbécil que se teleportaba atrás. Si volvía a intentar otra vez lo de aparecer de repente, esta vez no se cortaría y le metería un espadazo de los buenos.

-Che, como si esto fuera Indiana Jones, una X marcara el lugar, y las cosas se encontraran en cinco minutos. Veremos lo que tardo en reencontrarme con ese descerebrado...- musitó en su idioma materno.

-¿Y tú de dónde dices que eres y en donde te han tenido encerrado desde que naciste? Si supieras un mínimo de historia, sabrías que las catacumbas eran tumbas, y no creo que los nobles quisieran tener sus palacios encima de un montón de cadáveres. Pero nada, nada, diviértete jugando a los exploradores.

Tras oirle insultarme de una manera tan insulsa mientras seguía excavando la contesté sin darme cuenta que se iba.

-Lo siento, tengo demasiado trabajo como para ponerme a estudiar historia, además no he ido al colegio, mi padre era muy raro, en cuanto a los de las catacumbas no me refería a tumbas si no algo más, como una biblioteca secreta bajo el suelo o algo así, seguro que alguien tenía que saber algo de las piedras malditas, hace 2015 años que la destruyeron y el imperio más grande del mundo en esa época era el imperio romano y por defecto la ciudad más poderosa y con conocimientos era Roma. ¡Por cierto -grité viendo que se alejaba- no estoy jugando a los exploradores si no a los héroes! Mujeres...

Sin embargo no encontré nada y estaba armando mucho jaleo.

-Veamos... si no está aquí, ¿dónde ha ido todo lo que encontraron? A los museos... tengo una idea...

Busqué a la muchacha con la mirada, esa que me había dado una lección de historia y me volví a teletransportar en frente de ella.

-Oye, ¿tú sabes en que museos está todo lo que encontraron aquí? En algún lugar debe andar lo que busco...

-Lo siento, tengo demasiado trabajo como para ponerme a estudiar historia, además no he ido al colegio, mi padre era muy raro, en cuanto a los de las catacumbas no me refería a tumbas si no algo más, como una biblioteca secreta bajo el suelo o algo así, seguro que alguien tenía que saber algo de las piedras malditas, hace 2015 años que la destruyeron y el imperio más grande del mundo en esa época era el imperio romano y por defecto la ciudad más poderosa y con conocimientos era Roma. ¡Por cierto no estoy jugando a los exploradores si no a los héroes!

"Ahou."

Iroha simplemente siguió caminando. Menudo idiota iluso. Si hubiera algo secreto en el Palatino, ya se habría encontrado y, o bien los arqueólogos habrían puesto las noticias en siete mil sitios, o se habrían llevado todo lo que hubieran podido y eliminarían el resto. Estúpido italiano, incapaz de conocer su propia tierra y su propia historia. Desinformado, además, porque además de Roma en esa época había un segundo imperio floreciente: la segunda mitad de la dinastía Han en China. Y encima pretendía que las cosas le saltaran a la mano. Demasiada televisión, muy poco trabajo duro.

Siguió caminando, intentando pensar en otras cosas, como bibliotecas que tendría que visitar, datos que tendría que buscar. Sabía que en España el Datemaru había recibido otro nombre, pero no sabía si le habría pasado lo mismo en Italia, así que...

Y en ese momento, el tipo volvió a teleportarse delante de ella.

-Oye, ¿tú sabes en que museos está...?

Ni le dejó completar la frase. Sin ni siquiera el habitual grito de aviso de su arte marcial, Iroha alzó la espada de madera y la descargó de arriba abajo en un ataque destinado a la cabeza. No era excesivamente fuerte, solo lo suficiente para noquearle, en caso de que lograra acertar. Lo dudaba, pero le dejaría claras las cosas a aquel idiota de una vez por todas.

-Oye, ¿tú sabes en que museos está...?

Pero antes de que pudiera terminar mi frase, la tipeja desenfundó una enorme katana de madera y me teletransporté unos metros atrás antes de que me dejara con nuevas ideas.

-Ey, tranqui... solo quiero que me digas lo que sabes... en serio, no soy ningún salido italiano ni un delincuente -bueno lo último lo dejamos a parte- por favor es muy importante, es sobre estas piedras -dije enseñándosela sacándola de la camisa- puede que algunas personas en este mundo quieran destruirlas y no es buena idea... y necesito saber que era lo que sabían los que vivían aquí hace 2000 años pues conocieron... bah, no quiero aburrirte con la teoría... ¿qué puedes saber de dónde fue mandado lo que encontraron aquí o en cualquier sitio que hace 2000 años importaba?